Épsilon, tráfico de pasiones

PÚLSAR

Estrella cuyos componentes fundamentales son los neutrones, partículas subatómicas que se encuentran en los núcleos de los átomos. Un púlsar tiene una masa parecida a la del Sol concentrada en un volumen de una esfera de una decena de kilómetros, por lo que su densidad es elevadísima. Una pequeña cucharada de materia de un púlsar pesaría cien millones de toneladas. Los púlsares giran a gran velocidad y con una gran precisión. Hay púlsares que dan hasta mil vueltas por segundo, emitiendo pulsos de ondas de radio en cada vuelta.

 

 

—¡Me he expresado con la claridad adecuada, inspectores! —menudo rapapolvo que les había caído a ambos.

—Sí, señor —a regañadientes, respondieron al unísono.

—¡Es qué me hago cruces! ¿En qué estaban pensando?

—Comisario, realizábamos nuestro trabajo.

Biel reconoció tarde que fue una pésima defensa, y Xebi, su compañero, le propinó una patada por debajo de la mesa para que cerrara el pico. ¿¡Cómo podía ser tan bocazas!?

El Comisario les observaba incrédulo, aquel par de insensatos se habían hecho una depurada limpieza de oídos con la media hora de bronca.

—¿¡Pero de qué serial americano de mierda piensan que se han escapado!? —La cólera al no sentirse respetado se impuso a las formas.

—Señor, lo hemos entendido y no volverá a suceder. —Xebi, se adelantó al majadero de su amigo, de permitirle contestar los suspendería de empleo y sueldo o los relegaría al traslado de presos, y ninguna de las dos opciones le seducían.

—No imaginan cómo me jode esta actitud de ustedes. Siempre van por libre. Pasan los años y siguen comportándose igual, sin valorar los esfuerzos de su grupo operativo.

—Eso no es cierto, solo intervenimos de manera individual cuando la situación lo requiere. —Xebi, negó ante la interpelación de Biel, las cartas estaban sobre la mesa y tenían la mano perdedora.

—¡Es inaudito! ¡Si les pegan un tiro entre las cejas, por ese puto hábito de actuar como Starsky y Hutch, se les acabaron las heroicidades! ¡¿Prefieren que se lo grabe en sus placas?!

—No, señor.

El comisario Verneda les observó de nuevo, aquel arranque de ira argüía a un método de control de estrés por tal de descargar su propia frustración al no ser oportuna la palmadita en la espalda que se merecían. Los chicos eran un tándem perfecto, resolvían más casos ellos en un mes que otros en todo un año, y sin ánimo de gloria.

Se notaba a leguas que su profesión era vocacional, sin embargo, debía de reprender sus insubordinaciones para que no afectara a la cohesión del grupo.

—Retírense, van a provocarme el sangrado de una úlcera que aún no tengo.

Ambos salieron del despacho del comisario hacia sus respectivas mesas en silencio. No estaban arrepentidos en absoluto, si hubieran esperado a montar el operativo, los traficantes habrían escapado incendiando el edificio con tal de eliminar las pruebas. El infiltrado les alertó de la existencia de un asqueroso topo dentro del grupo de asalto, y como le iba la vida en ello no pudo precisar más datos.

En el mismo instante que la adrenalina del tiroteo se disipó en sus organismos tras las detenciones, fueron conscientes de que deberían enfrentarse al tirón de orejas de su superior. No era la primera, ni iba a ser la última.

—¿Starsky y Hutch? ¿No había una pareja de polis más actual para insultarnos? —Biel removía los papeles de su desordenada mesa de trabajo.

—No andas muy actualizado en cuanto a series policiacas. Ahora todas las parejas son tío y tía, y, como ves, ni tengo las uñas tan cuidadas, ni sé correr con tacones… Aunque con unas buenas boobies y unas piernas bien torneadas, tendría alicientes mucho, muchísimo más atractivos para venir a la jefatura.

—¡Vaya por Dios! Y yo todo este tiempo pensando que te enloquecían mis bíceps musculosos y mi culo prieto. —Biel, rio de su propia payasada sin levantar la mirada de los informes mientras Xebi jugaba a lanzar una pelota al aire y a volverla a recoger.

—Como parapeto, sí.

—Verneda podría haber buscado una pareja de los ochenta. Miami Vice, por ejemplo… eran tíos. —Xebi le lanzó la pelota a su compañero atinando en un costado de la cabeza.

—También Los hombres de Paco... ¡Hay que joderse!



#13877 en Thriller
#7841 en Misterio
#49613 en Novela romántica

Editado: 26.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.