Nos abarca una oscuridad y se escuchan notas de un violín, caminamos solo un poco cuando el entorno cambia, estamos dentro de un salón enorme con paredes blancas y gris, adornos bastante peculiares en las paredes, los velos son azul cielo, los muebles son antiguos pero muy elegantes, el espacio es tan amplio que en el fondo tienen un piano, una biblioteca y una mesa para las meriendas, los ventanales son enormes, del balcón sale ese sonido tan hermoso y cautivador, me suelto de Ael con la curiosidad que me da, no avanzo mas de dos pasos por que entra un hombre con la misma apariencia que mi padre, alto de contextura gruesa, cabello negro y su piel es trigueña, sus ojos son verdes tan claros que parecen cambiar de color.
Atraviesa el velo y puedo ver a una mujer de cabello claro, ojos del mismo color que los míos, figura delgada, le regala una sonrisa que transmite una calidez y afecto, lleva un vestido que en la parte superior tiene un escote profundo, color blanco de mangas largas y estas caen en pliegues, un cinto grueso color azul adornado con bordes dorados y una tela del mismo color cae al frente y atrás, debajo de este tiene una falda azul cielo completamente lisa, Ael me dice que ella es mi madre, hablan un poco y luego ella grita hacia el prado.
El panorama cambia de forma abrupta y me muestra a mi madre en llanto frente a un hombre que tienen amarrado a la pared, de rostro marcado, cejas pobladas negras, ojos plateados, alto y acuerpado, su ropa está rota y se encuentra descalzo, pero no deja de sonreír, esa maldita sonrisa que hiela la piel – Lico- todo queda paralizado y el reflejo de mi padre que nos acompaña, se coloca frente a ella, mueve su mano adelantando el tiempo y mostrando a una Nereida sonriendo, pero no con el mismo brillo.
Ahora nos lleva a un bosque, donde se ve correr a un pequeño rubio de ojos dorados, muy sonriente hacia una mujer de cabello negro, ojos dorados y piel tersa, lleva puesto un vestido color menta de encajes muy sencillo, pero en ella se ve elegante, Ael trata de acariciarla, pero su mano parece difuminarla – ella es mi madre – dice y en la escena aparece mi padre y ella lo lleva dentro.
El niño llega corriendo con una hoja en su mano y dice que una mujer muy bonita se le apareció en el lago, el dibujo es tierno, pero alarma a mi padre que lo toma de forma abrupta de sus manos, espantándolo y haciéndolo esconder detrás de su madre.
El se retira sin decir nada y ella solo le llama desesperada sin recibir respuesta, Ael le pregunta por su desaparición y responde que solo puede mostrar sus recuerdos, el cielo se torna rojo y cae ceniza, vemos gente correr y muchos en el suelo, nos encontramos viendo todo desde lo alto del palacio.
Desde acá puedo ver la masacre que genera el paso de una persona que sin importar la distancia o el tiempo le conozco a la perfección, se ve joven pero su andar con arrogancia, la energía que emana a su alrededor, pero sobre todo esa ligereza que tiene para acabar con lo que tenga en frente – Zeto – es la misma imagen que su padre cuando le vi sujeto a la pared, la imagen cambia y ahora vemos a mi padre discutiendo con otro hombre
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Editado: 12.01.2023