Equilibrio : la luz

XXXVIII

Nos abarca una oscuridad y se escuchan notas de un violín, caminamos solo un poco cuando el entorno cambia, estamos dentro de un salón enorme con paredes blancas y gris, adornos bastante peculiares en las paredes, los velos son azul cielo, los muebles son antiguos pero muy elegantes, el espacio es tan amplio que en el fondo tienen un piano, una biblioteca y una mesa para las meriendas, los ventanales son enormes, del balcón sale ese sonido tan hermoso y cautivador, me suelto de Ael con la curiosidad que me da, no avanzo mas de dos pasos por que entra un hombre con la misma apariencia que mi padre, alto de contextura gruesa, cabello negro y su piel es trigueña, sus ojos son verdes tan claros que parecen cambiar de color.

  • Nereida, creo que los campos ya tienen una tonalidad maravillosa

Atraviesa el velo y puedo ver a una mujer de cabello claro, ojos del mismo color que los míos, figura delgada, le regala una sonrisa que transmite una calidez y afecto, lleva un vestido que en la parte superior tiene un escote profundo, color blanco de mangas largas y estas caen en pliegues, un cinto grueso color azul adornado con bordes dorados y una tela del mismo color cae al frente y atrás, debajo de este tiene una falda azul cielo completamente lisa, Ael me dice que ella es mi madre, hablan un poco y luego ella grita hacia el prado.

  • ¡Sami! – me asomo y me quedo confundida – no te alejes esta vez
  • No madre, solo iré con Amelia – mi asombro aumenta
  • ¿Qué aremos con ella?
  • Nada cielo a demás nadie sabe, por eso ella está segura

El panorama cambia de forma abrupta y me muestra a mi madre en llanto frente a un hombre que tienen amarrado a la pared, de rostro marcado, cejas pobladas negras, ojos plateados, alto y acuerpado, su ropa está rota y se encuentra descalzo, pero no deja de sonreír, esa maldita sonrisa que hiela la piel – Lico- todo queda paralizado y el reflejo de mi padre que nos acompaña, se coloca frente a ella, mueve su mano adelantando el tiempo y mostrando a una Nereida sonriendo, pero no con el mismo brillo.

  • Perdimos a Sami esa vez y ella jamás volvió hacer la misma – nos dice contemplando con anhelo el rostro de mi madre que permanece congelado en este recuerdo – las cosas mejoraron con el pasar del tiempo y entonces nos llego la señal de un nuevo nacimiento

Ahora nos lleva a un bosque, donde se ve correr a un pequeño rubio de ojos dorados, muy sonriente hacia una mujer de cabello negro, ojos dorados y piel tersa, lleva puesto un vestido color menta de encajes muy sencillo, pero en ella se ve elegante, Ael trata de acariciarla, pero su mano parece difuminarla – ella es mi madre – dice y en la escena aparece mi padre y ella lo lleva dentro.

  • Necesito urgentemente a Daven – pasea por la estancia de la casa
  • Llega en dos días ¿Qué lo tiene tan inquieto mi señor? – le habla con respeto
  • No me digas de esa manera Amelia, somos amigos y Daven es como mi hermano – se sienta cansado en la mesa de madera al lado de la ventana - ¿Por qué nunca me dijeron lo que él es? ¿Por qué ocultarte de nosotros?
  • No le entiendo
  • No mientas por favor – se sienta y habla
  • Mi padre me oculto por temor a que se enteraran de – se queda callada y respira profundo – de mi procedencia, pero las cosas no se pueden mantener para siempre, mi única escapatoria y seguro fue Daven – ella respira cansada – con las masacres mi decisión de silencio se hiso mas fuerte y le pido Kiran que se mantenga de esta manera

El niño llega corriendo con una hoja en su mano y dice que una mujer muy bonita se le apareció en el lago, el dibujo es tierno, pero alarma a mi padre que lo toma de forma abrupta de sus manos, espantándolo y haciéndolo esconder detrás de su madre.

  • Ahora se que tendré una hija – sonríe con pesar y en su mirada refleja temor

El se retira sin decir nada y ella solo le llama desesperada sin recibir respuesta, Ael le pregunta por su desaparición y responde que solo puede mostrar sus recuerdos, el cielo se torna rojo y cae ceniza, vemos gente correr y muchos en el suelo, nos encontramos viendo todo desde lo alto del palacio.

  • ¿Pero qué es esto? – pregunto horrorizada de lo que veo
  • Esta es una de las guerras que provoco Doran en compañía de Lico, la guerra duro siglos, pero pudimos recuperarnos y fue cuando llegaste, todo esto fue una advertencia de que ya sabían lo que pasaría y nosotros nuevamente quedamos ciegos sin darnos cuenta

Desde acá puedo ver la masacre que genera el paso de una persona que sin importar la distancia o el tiempo le conozco a la perfección, se ve joven pero su andar con arrogancia, la energía que emana a su alrededor, pero sobre todo esa ligereza que tiene para acabar con lo que tenga en frente – Zeto – es la misma imagen que su padre cuando le vi sujeto a la pared, la imagen cambia y ahora vemos a mi padre discutiendo con otro hombre

  • No seas terco, es la única para mantenerlo protegido de todo esto
  • ¿desde cuándo lo sabes?
  • Eso no importa – se levanta enojado – ¿crees que llevarlo con Macabeo funcionara siempre? Nadie se dará cuenta si los mantenemos cerca – Ese hombre se levanta molesto revolviéndose el cabello - mi hija nació hace dos días y tu hijo …
  • ¡lo se! – golpea la mesa – por eso debí llevarlo con mi hermano, me di cuenta que se repetirá y todo será peor, pero llevarlo sería exponerlo
  • No, lo protegeremos y …
  • ¿Cómo con ella?




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