Equinoccio

Maxim

Levanna


 


 

Maxim
 

Me encuentro encerrada en mi habitación, las lágrimas no dejan de brotar haciendo que me frustre aún más por la situación, me siento tan débil, ayer fue el peor día de mi vida, intento cerrar los ojos para recordar que fue lo que pasó pero nada bueno aparece cuando lo hago, los gritos se impregnan en mi cabeza y las imágenes de los cuerpos sin vida y las paredes manchadas de sangre me atormentan. 
 


Mi cuarto esta en completa oscuridad, soy consciente de la hora y de que la luz del día intenta colarse por las gruesas cortinas que no he intentado apartar desde hace un día.

Me siento completamente sola y eso me aterra.

La puerta se abre dando un pequeño hilo se luz, ni siquiera tengo el valor para ver a la persona que entra.

─Lev. ─la voz de Yeray me hace levantar la cabeza de entre mis piernas.

Al mirar la preocupación en sus ojos, las ganas aún más enormes de llorar me invaden, se acerca a mí y me toma entre sus brazos, al principio me tenso ante la acción pero lo necesito, necesito sentir que alguien está conmigo y así ese alguien sea el mayor de los príncipes, en este momento no me importa.

Hace un día que nadie aparece por aquella puerta, nadie me ha abrazado ni ha intentado preguntarme como me siento, si recuerdo algo o que me pasó, solo me abandonaron aquí como si no quisieran volver a verme nunca más.

Su mano acaricia mi pelo aun enmarañado, no recuerdo cuantas veces he tomado una ducha desde que me trajeron aquí, pero aun puedo sentir la sangre seca impregnada en mi piel. No me atrevo ni a cerrar los ojos por mucho tiempo pues los cuerpos de aquellas personas aparecen haciéndome estremecer.

─ ¿Dime que pasó? ─habla tan bajo que apenas logro escucharlo.

─No lo sé ─murmuro débil─, Yeray no lo sé te lo juro. ─me rompo de nuevo.

Las lágrimas vuelven a nublarme la vista brotando cada vez que parpadeo para ahuyentarlas.

─Shh... ─me acaricia los brazos─, te creo, tranquila.

Quiero volver a hablar, explicar que yo no he sido, que no recuerdo nada más que los gritos de horror, pero no puedo, las palabras se cortan antes de salir, tengo miedo, miedo por lo que pasará conmigo en los próximos días, miedo por lo que pasará con Max, con él no fueron tan amables, recuerdo como se lo llevaron casi a punta de golpes.

─Tranquila, tienes que calmarte, necesito que me digas todo lo que recuerdes ─me obliga a verlo─, Lev no te dejaré sola de acuerdo.

Por un momento me planteo decirle todo, pero opto por quedarme callada, tal vez lo han mandado a sacarme una confesión, una que por supuesto no les daré. Aunque es estúpido, estoy más dispuesta a hablar con mi hermana que hacerlo con él.

─Vamos Lev, puedes confiar en mí.

─¿Cómo lo sé? ─me mira dudoso─. ¿Cómo sé que no te han mandado a qué confiese que yo lo hice?

─¿Lo hiciste?

─Claro que no ─espeto molesta─. Al menos no por mi propia conciencia.

─Pues ya está, no hay nada más que a mí me interese ─nos quedamos callados, no quiero hablar, solo necesito sentir que alguien está a mi lado y que no me encuentro completamente sola, pero entonces siento la mano de Yeray acariciando mi mejilla antes de volver a decir algo─. Escuché a tu abuela y a Rognak hablando de algo que tal vez pueda interesarte.

─¿Qué es?

─Rognak le dijo a tu abuela que hay ciertos dispositivos en el castillo que manejados de cierta manera pueden dar acceso a algunas imágenes de partes específicas de este.

─¿Imágenes? ─susurro─. ¿Podrán ver quién asesino a mi padre?

─Quiero creer que si, ─deja caer su mano a un lado luego de limpiarme una lágrima─, el dijo que puede que no arroje el punto exacto donde sucedió, pero al menos intentará obtener algo que los ayude a dar con el asesino.

─Eso es algo bueno ─no puedo evitar que mi humor siga de la misma manera.

Me causa tranquilidad y felicidad saber que podrán hacerle justicia a la muerte de mi padre, pero eso no quita mi problema.

─Pensé que esa información te ayudaría a sentirte mejor.

─ ¿A sentirme mejor? ─mi voz permanece rota─, soy una asesina ante los ojos de todo el pueblo.

─No ante los míos. ─vuelve a obligarme a mirarlo. Su rostro es sereno y por primera vez en mucho tiempo siento que me habla con el corazón─. Hablo en serio Lev, te ayudaré a salir de esto.

Sus palabras me incómodan, siento un poco de tranquilidad al saber que alguien aún cree en mí, pero el que sea Yeray no ayuda a qué el sentimiento sea gratificante.

─ ¿Sabes algo de Max? ─desvio la tensión, necesito saber que está bien, que aún no es juzgado, debo lograr verlo para descubrir que es lo que pasó.

─Sé que está en las mazmorras.

─Está ahí por mí ─murmuro dolida─, no sé como es que él también está involucrado pero sé que no hizo nada. Maxim sería incapaz de lastimar a alguien que no atentó contra él o contra mí. Es inocente.

─Y tú también lo eres, no dejes que te engañen, no pierdas la perspectiva que tienes de ti misma.

─Creo que ya es tarde para eso ─vuelvo a sollozar de nuevo─. Maté a sangre fría a toda una familia, todo el pueblo ya lo sabe, seré juzgada por ello, todo está perdido.

─No serás juzgada, buscaremos la forma de que eso no pase, por favor deja la negatividad a un lado, sé que la ocasión lo amerita pero así no podremos llegar a nada.

Acaricia mis mejillas, mi nariz, mi frente. Su mirada es intensa y no se aparta de mí.

─No hay nada que hacer Yeray ─aparto su mano y desvío mí vista─, mi madre no tendrá ninguna opción la condené a ella y me condené a mí misma ─aprieto los puños con rabia─, y lo peor es que no se ni cómo, ni porqué.

─Confía en mí ─toma mi barbilla para que lo mire─, Levanna me gustas ─me quedó estática ante su confesión─, y ahora que lo sabes convencete de que no te dejaré sola.



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En el texto hay: reinos, guerras, princesa

Editado: 16.07.2021

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