—¡Chastin! ¿Qué haces aquí? Es tarde.
Oriol la miraba con la cabeza ladeada y una sonrisa de medio lado demasiado amplia. Si su vecino no fuera tan hiperactivo y social como sabía que era, Chastin hasta hubiera creído que en realidad estaba emocionado de verla.
—Yo… eh —Carraspeó un poco— Estaba con la maestra Dania en el taller.
Oriol se pasó una toalla por la frente y se acomodó el cabello, mientras unos hilos se pegaban en su frente. ¿Por qué Chastin desviaba la mirada? Como sea, estaba tan cerca a ella que retrocedió un paso. Oriol levantó una ceja.
—Ya veo. Deberías irte pronto —Se inspeccionó a sí mismo y luego le ofreció una sonrisa apenada. Seguía respirando con profundidad, jadeante— Soy un desastre. Disculpa.
Al mirar de reojo, detalló mejor unos pectorales bien definidos. Tragó grueso. La piel de Oriol se veía brillante en contraste con la tenue luz de sol que empezaba a ocultarse.
—Descuida —Quiso decir algo más. Tenía que evitar que el momento se convirtiera más incómodo de lo que era— Parece que de verdad te gusta estar solo cuando te ejercitas.
Oriol volvió a reír, y se apoyó sobre el marco de la puerta mientras se cruzaba de brazos. Sus ojos se surcaron un poco, mientras un pequeño rayo de sol anaranjado hacía ver sus iris más claros de lo que eran. Chastin no comprendía porque su mente estaba tan reactiva en especificar todos los detalles respecto a él, pero no podía evitarlo.
—Es cierto, pero te dije que dependía de la compañía.
No pudo ignorar la mirada suspicaz que le lanzaba. ¿Acaso aquello había sido una indirecta? No tenía sentido. Aun así, no pudo pensarlo demasiado cuando lo escuchó hablar una vez más.
—Justo acabo de terminar. ¡Uff!, hoy fue intenso—Sus ojos se abrieron como de costumbre, dándole una apariencia inocente una vez más. Una sonrisa de medio lado y tímida se asomó en sus labios. —¿Nos vamos juntos?
La propuesta era tentadora. Chastin estuvo a punto de responder de forma afirmativa. No se trataba de la manera en como la veía, -como un perrito a la expectativa-. Se trataba, más bien, de la costumbre adquirida luego de haber salido con él más a menudo en las últimas semanas.
Aunque lo cierto es que tampoco podía ignorar el hecho de que estaba viendo una fase de él que se le antojaba inesperada. Seguía observándola con sus ojos ámbar, mientras varias gotas de sudor seguían escurriéndose en un recorrido desde su cabeza hasta en su abdomen. Tampoco le resultaba fácil no detallar que su cabello castaño -ahora despeinado- lo hacía lucir tan despreocupado, que se preguntó como era posible que además de ser excepcionalmente bueno en los estudios, también tenía tiempo para mantenerse en forma.
Verlo en ese estado, le hizo pensar, hasta qué punto estuvo equivocada con él. En pocas semanas había dejado de verlo como un idiota pretencioso, a descubrir las razones por las cuales le agradaba a todo el mundo. Hasta el punto de darse cuenta de que detrás de su apariencia inocente y amable, había algo mucho más insinuante, mucho más atrevido, mucho más…
—¿Chastin?
Pestañeó varias veces.
—Losiento.Tengounacita. —Habló tan rápido, que se sintió ridícula al instante.
No sabía en qué estaba pensando, ni por qué había dicho eso en voz alta. Es más, ¿por qué había pronunciado las palabras tan rápido que apenas se entendió lo que quiso decir? Oriol la miraba con una sonrisa leve de medio lado, que la hizo sentir peor. Pero no porque se estuviera burlando de ella, sino porque había tomado su desacierto con tal naturalidad que Chastin creyó que estaba dándole importancia a cosas insignificantes.
Inspeccionó su reacción buscando algún cambio en su estado de ánimo. Pero solo encontró una cosa:
NADA
La expresión y el semblante de su vecino no se vieron afectados en lo más mínimo. De todos modos, ni siquiera entendida lo que intentaba encontrar, ¿tal vez un ápice de decepción?, o quizá ¿un cambio de ánimo repentino? Considerando lo expresivo que era Oriol, era claro que le había dado completamente igual irse con ella o sin ella. Y mucho menos que estaría en una cita.
Fue Chastin quien se sintió decepcionada.
Cada vez, las sospechas de que para Oriol solo se trataba de una compañera más, se hacía más evidente. Luken estaba completamente equivocado al pensar que Oriol la veía de una forma romántica. No era posible.
Aunque siendo honesta, extrañaba llamar su atención.
Hace unas semanas, Oriol hacía todo lo posible para acercarse a ella. Y aunque durante mucho tiempo le pareció completamente abrumador, tener su atención había resultado en una necesidad que no sabía que necesitaba. Ahora, siendo más cercanos, Chastin supo que Oriol había obtenido lo que quería; su interés. Y por lo visto, ya no le resultaba interesante.
Esperó sentirse aliviada al darle a Oriol lo que quería. Es decir, ya no tendría su mirada expectante cuando saludaba la clase, o cuando de vez en cuando lo descubría observándola en la fila del almuerzo. Sin embargo, en ese momento, solo se sentía enojada.
Y ni sabía las razones. Y tampoco pudo buscarlas demasiado, cuando Oriol se acercó a ella, tan cerca, que pensó por un momento que tal vez…
—Tienes un poco de pintura en la mejilla —Le sonrió mientras con cuidado -y con cautela- le limpiaba la pintura con uno de sus pulgares. El contacto de sus dedos era suave y tuvo la necesidad de acercar más su mejilla a su mano. Estar cerca a él despertó en ella una serie de emociones que dificultaron su respiración. Oriol olía bien. Las trazas de su loción maderoso seguía presentes en él, y deseó que el contacto se prolongara un poco más. Le agradaba esa sensación.
Solo un poco, claro…
Sentía las mejillas calientes, y estaba segura de que se había sonrojado. Hacía calor de repente, debía ser la temperatura de la cancha, ¿no? Aunque no tenía mucho sentido porque el viento helado del exterior podía entrar sin dificultad en el lugar.