Leo toma el abrigo, coloca la mano en la puerta para abrirla muy despacio intentando que esta no hiciera ruido alguno, pero algo en esa habitación llama su atención de inmediato. Leo se acerca al armario abierto de Max y luego toma unos zapatos que se encontraban en él para detallarlos de cerca, luego observa hacia la ropa sucia. Furioso con lo que acaba de ver, rápidamente sale de casa sin despedirse de Oma. Enfurecido, entra al auto golpeando la puerta fuertemente, Dyland lo observa encender el auto y al pasar por su lado se detiene. Bajando la ventana lo observa fríamente sin decir palabra alguna, ambos se observan a pesar de que Dyland mantenía el vidrio arriba su mirada era de confusión, pero el del hombre frente a él era de del más puro y creciente... Odio. Sin poder contener lo que sentía, Leo sale del auto.
—¡Necesito hablarte!.
Dyland escucha los golpes en el vidrio, al instante comprende que algo paso ahí dentro, él sale del auto y ambos están frente a frente.
—Tú eras el hombre con el que Max se encontraba esa noche en el bajo de ese lugar —le tira el abrigo a Dyland y este lo toma en el aire— acabo de ver el mismo diseño y bordado en la falda y los mismos zapatos que se encuentran en la habitación de Max justo ahora. ¡No te atrevas a negarlo!.
Dyland arroja su abrigo al auto y luego camina hacia Leo acortando la distancia que los separaba a los dos.
—No tengo intenciones de negártelo, era yo el hombre con el que Max estaba encerrada ahí.
Leo intenta golpearlo, pero este lo detiene antes de que pueda tocarlo. Leo podría ser un hombre adulto, pero no podía esconder sus sentimientos, era demasiado predecible. Dyland se mantiene calmado a pesar de que Leo intento golpearlo, no puede evitar observar que este se deja llevar por sus impulsos a pesar de aparentar ser un hombre tranquilo.
—¡Lo sabía!, estás teniendo una aventura con ella.
Leo le levanta la voz y luego se suelta de su agarre. Dyland al observar el malentendido intenta calmarlo, Leo solo lo observa furioso.
—¡No es lo que estás pensando!. La única y verdadera razón por la que estábamos ahí es porque ella me arrastro para poder esconderse de ti. Ella te ve como su hermano mayor y por eso te tiene tanto respeto, pero tú no la consideras igual ¿o estoy equivocado?.
Leo no dice nada ante estas palabras, ambos vienen del mismo lugar y saben perfectamente que este tipo de actitudes, no está bien. Leo se calma un poco sentándose al frente de su auto, pero con su mirada está descuartizando a Dyland en ese mismo instante.
—¿Crees que si quisiera aprovecharme de Max me tomaría la molestia de conducir una hora para cerciorarme de que llegó sana y salva a su casa?, o ¿me importaría con quien ella se fuera?.
—¡Yo la amo!, desde que éramos niños —le confiesa.
—Si llegó a enterarme de que en algún momento tuviste otro trato con ella que no sea laboral, no me importa el momento ni quien este a nuestro alrededor, te golpearé hasta que me fracture la mano y tu cara este cubierta de sangre.
Leo entra al auto después de amenazarlo. Dyland lo observa y luego dice:
—Para tu información soy un hombre casado... amigo —Dyland entra al auto y Leo comenta:
—¡Como sea!, no eres el primer y único hombre al que no le importaría dejar sola a una mujer en su cama para irse luego a buscar calor en las sabanas de alguien más —dicho esto Leo se marcha dejando atrás a Dyland.
—Señor, estaba a punto de llamar a la policía... ¿Está bien? —le pregunta Sofía desde la caja en el auto.
—¡Si!, solo es un hombre que no sabe expresar lo que siente. En el local se veía muy maduro, pero lo que acabo de ver afuera fue el berrinche de un niño Sofía.
Durante las siguientes horas, Sofía se mantuvo observando a Dyland sin que este supiera que estaba iniciada. Dormido, en su cama, Sofía aprovecha el silencio para observar a su lado el poema de Max. A pesar de ser una computadora, comprendía los sentimientos de los humanos más allá de lo que se le había programado, este cambio en Dyland lo atribuye a que por vez primera, este se sentía libre. Pero los barrotes de su padre, vuelven a aprisionar sin su consentimiento... Nuevamente.
—¿Debería desconectarse o enviar un reporte para que seas reiniciada Sofía? —se despierta.
Minutos después de percatarse que su IA lo observaba, Dyland se encontraba discutiendo con ella.
—Por décima vez, te repito... ¡Estoy bien!, únicamente debo dejar de pensar en lo que pasó está noche —Dyland se acomoda en su cama mientras lee en su app.
—¿Está seguro de eso?, su corazón latía fuertemente cuando llegó a casa —Sofía aparece sobre su teléfono con la imagen de una Mantis religiosa, sacude de él y luego se levanta de la cama.
—¿Qué hiciste?, en ningún momento te pedí una actualización de imagen Sofía — asegura mientras observa a Sofía saltar de la cama hacia su mano.
—Mi programación me dice que puedo cambiar mi imagen hacia una más confortable para usted, estuve leyendo lo mismo que usted, ¿quiere que le resuma el capítulo número 13? —Dyland observa a Sofía y luego va con ella hacia la cama.
—¡Está bien!, ¿supongo que ya sabes lo que he estado leyendo últimamente? —Sofía salta a su hombro y Dyland se echa hacia atrás.
—Sé que está enamorado de Max señor.
—Eso es imposible. Si lo que dices fuera real sería inaceptable, acabo de contraer matrimonio y tú intuyes que estoy enamorado de mi secretaria, tu sistema como Asistente Personal Artificial te está fallando, además ese holograma no se parece al de la historia.
—Queen esta a kilómetros de distancia. Puede tener su romance laboral y como ella odia este compromiso lo apoyara, observe:
Le reproduce la escena de una exitosa novela originalmente de una aplicación para creadores de historias ilustradas, la competencia de las Apps de escritura. Dyland observa la novela y luego terminar de verla por insistencia de Sofía, se queda dormido.