El príncipe Elfo Liriel se dio cuenta demasiado tarde que estaba envuelto en la magia negra de la bruja, lo cual le impedía utilizar sus poderes. Resignado a su suerte enfrentó a Nissandra y le dijo con voz firme y sin miedo:
—La maldad que eliges solo te encadena a ti misma, Nissandra. Mi corazón puede estar solo, pero nunca estará vacío—contestó Liriel con una calma que desafiaba las tormentas en los ojos de Nissandra—. Confío en que el tiempo y la verdad desvelarán un alma capaz de ver más allá de tu oscuridad aunque hayas elegido una humana. Hasta entonces, permaneceré firme y lleno de esperanza.
Con la dignidad que caracteriza a los de su linaje, Liriel rehusó la oferta de Nissandra, pues su devoción era para con su gente y la armonía de la naturaleza que lo rodeaba. La bruja, cuyo corazón se había oscurecido por un amor que era más posesión que pasión, se sintió traicionada.
Con una fluidez tempestuosa, Nissandra al ver que a pesar de su amenaza él se mantenía firme, tejió una maldición tan compleja y única que resonaría a través de los eones.
"Que el tiempo te encierre en su abrazo inmutable," dijo ella, sus palabras cargadas de un poder arcano. "Quedarás atrapado en el tiempo junto a todos los tuyos. De generación en generación, los elfos no podrán desarrollarse. Serán como susurros en el viento, figuras en las sombras, presentes pero intocables, vistos pero no reconocidos. Solo aquel que posea un alma pura, no manchada por la vida mundana y una mente abierta de la raza humana, podrá romper este hechizo. Y solo si esa alma comprende que los elfos no son meros frutos de la fantasía, sino seres reales que coexisten en un mundo mágico a su alrededor, te ame y acepte como lo que realmente eres, una ser sobrenatural, logrará romper este hechizo."
—Todavía puedo revertirlo Liriel, ninguna humana jamás te verá y luchará por ti. Todos ellos son muy incrédulos, unos nos temen, y la mayoría nos aborrecen. Nunca aparecerá un alma como la que esperas entre ellos. Solo si me aceptas, te liberaré.
—Un día, sin importar el tiempo que transcurra surgirá la humana que sea lo suficiente pura, valiente, sin mancha alguna que vendrá por mí, Nissandra. Esperaré por los siglos de los siglos a que eso suceda —dijo con firmeza el príncipe Liriel.
—¡Insensato! ¡Los humanos dejarán de creer en que son reales y pasarás a ser solo una leyenda de fantasía, me encargaré de eso! —vociferó ella aún más furiosa al ver que nada de lo que le decía lo hacía ceder.
—No importa Nissandra, tengo fe en el amor. La oscuridad no podrá reinar por siempre, como el sol sale cada mañana, un día como la Navidad que regresa cada año trayendo paz, amor y esperanza, así vendrá una humana que me regalará la libertad. Será mi regalo de Navidad y esperaré por ella una eternidad.
—Ja, ja, ja…, pensé que era más inteligente y sabio. Muy bien, aceptaré eso como un reto. Si una noche de lo que ellos llaman Navidad, antes de que esta termine aparece una humana que crea en ti y te ame lo suficiente como para encontrarte, tendrá el poder de liberarte a ti y a todo tu pueblo, pero solo esa noche podrá hacerlo antes que termine. Ja, ja, ja, sí que me has resultado ingenuo príncipe Liriel, esperaré por el día en que me llames rogando para que te libere y me hagas tu reina.
—Qué así sea Nissandra, esperaré en mi castillo por mi regalo de navidad, sé que un día va a llegar.
La maldición de Nissandra se desplegó como una ola invisible, envolviendo el reino elfo en un velo de invisibilidad. El príncipe elfo Liriel y su gente se volvieron como sombras para el mundo humano, viviendo al margen del tiempo, incapaces de influir en el curso de los acontecimientos o de ser recordados por aquellos que alguna vez conocieron su amistad.
Su vida pasó a ser un tema de leyendas y cuentos de fantasía para los humanos que una vez compartieron con ellos. Todavía vagan en las sombras esperando que aparezca la humana que sea capaz de verlos, y liberarlos del cruel hechizo.
Fin de la leyenda.
Elysia, con el libro entre sus manos, se sintió inexplicablemente conectada a la trágica historia del príncipe Liriel. Las palabras resonaban en su mente con una claridad sobrenatural. Leyendo bajo la luz que se filtraba a través de la ventana de cristal, comenzó a entender que su amor por las historias no era una simple afición; era la llave hacia un mundo olvidado que clamaba ser visto una vez más.
Mientras las páginas del libro se sucedían ante sus ojos, Elysia empezó a percibir el tenue esbozo de figuras etéreas en los rincones de la librería ¿sería posible que ella fuera la elegida para deshacer el hechizo? No olvidaba lo que le había preguntado el dueño del castillo. ¿Eres mi regalo de navidad? ¿Sería ese el príncipe elfo Liriel que contaba la leyenda?
¿Podría ser que una simple librera como ella, fuera la llave para redimir a un príncipe y a un pueblo sumidos en las brumas del olvido? Con cada palabra, cada frase que Elysia devoraba de aquel libro antiguo, sentía cómo la realidad a su alrededor se tornaba más tenue, como si cada sílaba leída deshilachara un poco más el velo que separaba su mundo del reino encantado de Lumindor. Casi estaba convencida que lo que decía aquel libro era real cuando fue interrumpida.
El tintineo de la campanilla sobre la puerta la arrancó de las garras de aquel mundo que se entretejía con el suyo propio. Al levantar la vista, su corazón dio un vuelco, allí estaba él, el joven de ojos verdes que había visitado la librería el día anterior. Su sonrisa era un reflejo de la amabilidad que uno esperaría de la nobleza de antaño. Entrecerró los ojos tratando de encontrar al príncipe elfo en él, pero eran demasiadas las diferencias. Liriel tenía el cabello largo y plateado, este joven rubio y corto, solo sus ojos mantenían el mismo color, verde.
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Editado: 14.12.2023