Entramos al departamento que estaba en completa oscuridad, a tientas logre encender el interruptor de la entrada, todo estaba en orden.
—¿Quieres tomar algo?
—Emm no, así estoy bien —dijo con una sonrisa —¿Cómo sigues? Te ves más calmada.
—Todo bien, me hace bien hablar un poco, así no me quedo con todo como dices, me hace bien hablar contigo, eres un buen amigo sin duda.
Nos quedamos contemplando la vista en la pequeña terraza, a pesar de ser de noche las luces de la ciudad le daban ese toque de belleza en la oscuridad.
—Es bueno comprender que hay ocasiones en las que debemos dejar ir lo que nos atrapa y no nos deja avanzar, hay momentos en los que debemos pensar en nosotros y no pensar en los demás y menos si estamos atravesando por algo tan grande que nos lleva a lastimarnos.
Cada palabra que escuchaba me hacía reflexionar sobre a donde me dirigía, porque siempre me limité a pensar en los malos momentos y como estos me hacían cerrarme a los demás, es verdad que con el paso del tiempo pude confiar en un par de personas cuando estuve en Latinoamérica, pero creo que en verdad siempre mostré una parte de mí que no era la real.
—Siempre pensé en mí, pero no de la forma en que te amas a ti mismo o algo por el estilo. Antes de regresar, todo se me hacía monótono y aburrido, salía con amigos, pero no me sentía realmente parte de ellos, trate de ser lo que ellos querían y no lo que yo quería.
—¿Por qué? ¿ahora eres realmente tu?
—Como muchos quería ocultar quien era y todo el peso que cargaba, peso de cosas que aún no logro comprender. Cuando llegué aquí, lo encontré a él y me enseño que no había nada mejor que ser yo misma, pero mis temores lo arruinaron poco a poco llegando a esto. Y sí, creo que soy yo misma ahora.
—Ser uno mismo y seguir adelante afrontando problemas te hará más fuerte, te entiendo, es muy difícil ser uno mismo y más frente a tantas personas, pero debemos ser reales y no caer ante la parte irracional de nosotros mismos.
—Tienes toda la razón —limpie una lagrima traicionera —debemos ser fuertes
—Ven aquí —dijo acercándose a mí y abrazándome, nos encontrábamos sentados en la pequeña terraza, nos quedamos así un momento hasta que su teléfono comenzó a sonar. Limpie el resto de las lágrimas que siguieron saliendo sin permiso.
—Creo que tengo que irme, cualquier cosa puedes hablarme, sabes que cuentas conmigo, para eso estamos los amigos. —volvió a abrazarme para después irse. —Nos vemos luego —dijo a la distancia con una sonrisa.