Eres Mi Sueño©

CAPÍTULO 20

—Andy, ¿estás segura de las cosas que haces?

Tallo mis ojos, sintiendo el cansancio acumulado en ellos, si no tengo cuidado, se cerrarán, y es lo que menos quiero ahora. Tengo demasiado trabajo por hacer, y si no fuera por Andy, mi compañera de clase, ya estaría tirada en el suelo roncando, pero ella ha sido mi ancla todo este tiempo, manteniéndome despierta con sus comentarios.

Miro la hora en el teléfono, que está en la mesa con el manos libres conectado. 11:45. Juraría que parecía que eran las 5 de la mañana por el cansancio que siento.

Reprimo un bostezo.

—No tengo ni la menor idea de lo que estoy haciendo, Lizzy. Estoy tan cansada. Ya ni puedo diferenciar una letra de otra, tan solo veo manchas y borrones por todos lados.

—Lo sé, siento que en cualquier momento caeré encima de la computadora y créeme que ni me va a importar.

Es ahora cuando odio ser una estudiante, todo el esfuerzo que requiere te lleva a noches en vela. Y bueno, esta es una de ellas. Me siento física y mentalmente cansada, creo que, si llego a leer un libro más, terminaré por reventar.

Ha pasado una semana de mi grandiosa sorpresa, del mejor regalo que jamás había obtenido, y del mejor día de mi vida. Pasar ese tiempo, compartiendo algo que siempre había soñado hacer, con dos de las personitas más grandiosas del planeta, fue la mejor cosa que me ha podido ocurrir. Ese fue el momento en que me di cuenta que, aún existe gente a la que le importas verdaderamente, que quieren compartir contigo lo que les emociona y apasiona, viendo siempre que también tú lo disfrutes. No solamente tomando en cuenta su diversión sino preguntando cómo la estás pasando todo el tiempo, midiendo tu reacción, y que, en cualquier signo de incomodidad, sean capaz de salir huyendo con tal de devolver a tu rostro esa radiante sonrisa.

Fue algo nuevo que aprendí, y espero, que así como las cosas desagradables quedaron grabadas en algún lugar dentro de este caparazón, haciendo mi vida más difícil y complicada, esta nueva cosa se quede impregnada en mí por siempre y que en lugar de hacerme ver las cosas negativas, sea capaz de dirigir mi mirada a las de gran calidad, y me brinden fuerzas, así como lo hizo realmente este pequeño detalle. O debería decir enorme detalle.

—¿Sabes qué?... Terminé con esto, no soporto más ni un segundo sin cerrar mis ojos— Andy bufa detrás de la línea, haciéndome saber su verdadero fastidio—. Mis manos duelen, mis ojos pican, mi cabeza palpita y no logro enfocar ni una mísera cosa a mi alrededor. Y te juro por Dios, que, si llego a plasmar uno más de mis pensamientos sobre la cantidad de libros que he leído en tiempo récord, terminaré matando a alguien. En serio.

Tomo mi cuello en ambas manos y miro hacia arriba estirándome un poco y tratando de sacar, al menos, una pequeñísima parte del estrés acumulado en mi dolorosa espalda. Quiero llorar.

—Te sigo en eso—recupero mi postura—. Solo quiero ver si logro alcanzar más ideas, antes de dar por terminado. No quiero dejar el trabajo a medias. Sabes cómo es el señor Dunne.

  1. lo sé. Pero en serio, no vale la pena pasar toda la noche en vela haciendo un trabajo que, a fin de cuentas, dirá que es una total basura.

Y en eso tiene razón. El señor Dunne es una de los profesores más estrictos que he conocido, para él, el perfeccionismo es principal, por lo que tus trabajos deben reflejarlo. Cabe mencionar que nadie en ninguna de sus clases a alcanzado una calificación alta, creo que con demasiado esfuerzo uno puede obtener un 8 como máximo. Así que cuando ves esa nota en color rojo en tu trabajo, es inevitable no sentirse orgulloso, y hasta las ganas de presumirlo se hace presente, como si esa fue la mejor nota de todas. Pero, es así como funciona en la clase de Análisis de Discursos del señor Dunne, sabes que el profesor siempre encontrará errores y te dirá que le faltó mucho por mejorar. Pero eso solo es para crecer, ¿no?

—Está bien, yo te alcanzo luego. Buenas noches—corto la llamada.

Cierro mis ojos con el anhelo de mantenerlos así y no abrirlos hasta que pase una semana entera. Pero mis ganas por hacer bien esto son mayores que el darme el privilegio de dormir. Tan solo unas cuantas páginas más para finalizar, pero, tan solo quiero mantener mis ojos así para poder diferenciar las letras, solo cinco minutos, tan solo cinco...

* * *

—¿Lizzy?

Ah, pero que molestos. ¿No pueden dejar a la gente dormir en paz?

Siento piquetes en mi brazo, algo que quiere traspasar mi piel, pero no quiero abrir mis ojos, así que, sea lo que sea, trato de espantarlo con mi mano y vuelvo a tomar mi cómoda posición. Rayos, ¿desde cuándo mi cama es tan dura?



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En el texto hay: pasado, amorymusica, londres

Editado: 27.07.2018

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