El doctor llama a mi padre y en unos minutos aparece su imagen asustada y preocupada.
— Que rayos... ¿Elizabeth? ¿Qué pasó? ¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Cuando...? ¿Qué rayos haces en San Francisco? ¿Estás bien? ¡Dios! ¿Qué te sucedió?— dice aceleradamente mientras se acerca preocupado.
Pocas veces en mi vida lo he visto así de preocupado por mi.
— Hola papá...— es lo único que puedo decir, y ni siquiera soy capaz de mirarlo...no quería que se enterara así que estoy aquí.
— ¿Hola? ¿Elizabeth? ¿Es en serio? ¿Anna sabe que estás aquí? ¿Te has fugado? ¿Estás sola?— posa una mano en su barbilla.
— Papá...son muchas preguntas, tranquilo no me he fugado, mamá sabe que estoy aquí...estoy de vacaciones recorriendo California y hoy me he caído en el parque— eleva sus cejas y vuelve a su postura derecha poniendo sus manos en sus caderas.
— ¿Vacaciones? ¿Recorriendo California? ¿Cómo es que Anna te dejó? ¿Con quién estás?— sus preguntas me comienzan a exasperar.
— Sí, Mamá me dejó porque me merezco unas vacaciones y estoy con mis amigos...— lo miro a sus ojos y siento una punzada, aún duele. Le indico con mi cabeza a las chicas— Ella es Emma y Diana, los chicos deben estar esperando afuera.
— Oh...bien, de todos modos estás aquí— el se acerca y me regala una sonrisa— Estás aquí — vuelve a repetir y me abraza— ¿Estas aquí y no me dijiste?— se separa y me mira.
— Lo siento, no estoy enojada pero no olvido de la noche a la mañana las cosas...— me relajo, no es el momento ni el lugar para discutir— Te lo iba a decir dentro del día.
Papá relaja sus hombros y su expresión cambia, como si hubiera recordado nuestro último encuentro, el cuál no terminó muy bien.
— Está bien, tranquila... Estás aquí — vuelve a sonreír, pero esta vez es diferente...es una sonrisa sincera esas que me regalaba cuando era pequeña.
El doctor regresó y me curó la rodilla, por suerte no necesitaba gran cosa, solo debo cambiar la venda cada ciertos periodos y limpiar bien, pero lo importante es que puedo caminar.
Salimos a la sala de espera donde los chicos hablaban entusiasmados hasta que nos vieron llegar.
— Creo que recuerdo a estos chicos— dice papá a mi lado, quién me ayuda a caminar.
— Hola señor Roux— saludan los chicos.
— Hola chicos... aún llueve y están mojados, probablemente se resfriaran, si desean pueden ir a casa y bañarse, entrar en calor y esperar a que la lluvia pare, pueden pasar la noche también— papá ofrece y automáticamente los 5 pares de ojos recaen sobre mi.
Creo que debería aceptar, papá tiene razón.
— Creo que sí, hay que ir a casa— digo mirando a papá.— Hay que ir a casa...— Sonrío para mi, extraño aquella casa donde uno se siente acogido, es una de esas casas que apenas entras y sientes el amor que hay allí.
— Bien, vámonos — papá dice, él me guía hasta su coche.
— Los chicos nos seguirán hasta casa— dice y me abre la puerta para que entre.
Yo no digo nada, pero antes de entrar hecho una mirada a los chicos quienes sonríen y se suben al Jeep, papá les dice algo que no logro escuchar y luego se sube.
— ¿Cómo has estado? — pregunta mientras enciende el motor.
— Bien, gracias— digo y miro por la ventana que al pasar algunas calles se vuelve borrosa por la humedad.
— Vimos a Kat hace un rato— digo rompiendo el incómodo silencio.
Papá me mira por un instante sorprendido y vuelve si mirada a la calle.
— ¿A Kat? ¿Qué te ha dicho? ¿Dónde la vieron?— pregunta curioso.
— Nada, solo se preguntaba porqué estaba aquí y nos invitó a casa...no sabía que estaban viviendo juntos— recuerdo las palabras que Kat me dijo.
— Sí, han sido unos momento difíciles para ella, la despidieron de la oficina y no tenía el dinero para la renta y yo estaba viviendo solo, estuve con depresión, asistí al psicólogo y el vivir con Kat me ayudó bastante— termina con un suspiro.
¿Tuvo depresión? ¿En qué momento? ¿Por qué no me dijo nada?.
— ¿Por qué no me lo dijiste?— pregunto algo dolida, quizás sí, no nos hablábamos mucho pero si alguna vez le dije que estaría para él en cualquier momento, era verdad.
— Porque sé que después de que descubriste la verdad no querrías saber nada de Kat...— lo interrumpo.
— Eso no, me da igual si vives o no con ella de todos modos son pareja, se van a casar y eso iba a pasar en cualquier momento. Me refería al porqué no me dijiste que tuviste depresión— lo miro algo dolida.
Él al frenar en un semáforo en rojo me observa diferente, sus ojos se cristalizan y cambia inmediatamente la dirección de sus ojos.
— No pensé que querrías saberlo, no querías saber nada de mi, te busqué muchas veces, te fui a ver a tu pueblo para conversar sobre todo y no quisiste escucharme, soy una persona también Beth. Tengo sentimientos y Sí, te he dicho millones de veces que he cometido mis errores y que quiero cambiar todo eso, quiero estar en tu vida, intenté llamarte y no contestabas, te envié mil mensajes y tampoco me los reenviabas, estoy desesperado por recuperarte, eres mi única hija y el levantarme cada día y el saber que no quieres saber nada de mi me está matando, Elizabeth te amo más que a cualquier persona en el mundo, daría mi vida por ti aún así no me hables...— Una lágrima cae por mi mejilla, la culpabilidad me está matando por dentro—...además aún trabajo en ello por suerte no estoy consumiendo pastillas ni nada— se sincera, sus palabras causan un pinchazo en mi corazón pero es verdad, yo no quería saber nada de él. Quería...
— Papá, los dos sabemos que sí, pasamos cosas difíciles y que duelen mucho pero...— recuerdo cada conversación que tuve con las personas que me han aconsejado en este tema y el verlo dolido por no hablarle me hace sentir culpable, creo que debo tomar las riendas y tomar una decisión— pero es pasado, debemos superar las cosas y si necesitas ayuda aquí voy a estar, soy tu hija pero también debo ser tu amiga, y a pesar de todo también te amo porque eres mi papá...y realmente estoy dispuesta a dejar todo atrás pero no me ocultes nada ni me mientas nunca más— lo miro secando mis lagrimas y él asiente se acerca y me abraza fuerte, de repente una bocina nos alerta de que el semáforo ya está en verde, nos separamos rápidamente y reímos.
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Editado: 26.04.2024