Eres mía.

8. Kania.

Capítulo 8. 

Al llegar al centro comercial ambos nos bajamos y cuando se hace a mí lado intenta sostener mi mano, pero discretamente la quito para que no lo haga.

—Debiste haber traído algo para abrigarte —se queja, quitándose el saco de su traje y poniendolo encima de mis hombros—. No quiero que te enfermes.

Caminando por los pasillos todo parece muy silencioso y la mayoría de locales ya los han cerrado. Pasamos por toda el ala oeste sin ver alguna señal de alguna persona, hasta llegar a la otra ala donde notamos una fila de bastante magnitud.

—Revisemos persona por persona —propone y asiento.

Empezamos desde el último chico que tiene un montón de cobijas a su alrededor, quien también me mira como si temiera que le quitara el lugar. Me aparto antes que me ataque. Algunos están en carpas para acampar por los que en esos queda algo imposible revisarlo. Vamos avanzando poco a poco y empiezo a temer por Liv. La última vez que la vi fue hace como dos horas, lo que equivale a que en ese lapso de tiempo pudo haber hecho cualquier cosa para tratar de venir acá. Todavía es muy pequeña para decir que no puede perderse. Esta de noche… Cualquier cosa le podría haber pasado.

Siento algo en el pecho formarse ante ese sentimiento.

—La vamos a encontrar —me dice Ian, viéndome con clara preocupación—. Sigamos.

Pasamos por otras veinte personas y me quedo paralizada cuando la veo. Está sentada en el piso, con sus manos dándose algo de calor en sus brazos, puesto que su vestido es de tiras. Hay alguien al lado de ella, es un hombre mayor y la mira con claro interés. Parece estar arrinconarla más contra la pared y me entran arcadas cuando veo su clara intensión y es tocarla. Mi hermana lo mira con pánico y es ahí cuando me doy cuenta que sigue muy expuesta a estos peligros. Hay muchas personas, pero nadie parece ser consiente lo que ese tipo está intentando hacer.

Ian reacciona más rápido que yo y camina hasta ellos, toma al tipo de cuello y lo hace pararse.

Camino a ellos y Liv se levanta a abrazarme.

—¡Puto asqueroso! —grita Ian, llevándolo contra la pared con fuerza—. Eso que estabas haciendo es acoso y querías que pasara a abuso. Eres un maldito asqueroso —sisea, furioso. Las personas cercanas miran todo con horror—. Kania, llama a la policía.

No me tiene que repetir dos veces, porque eso hago. Liv se aferra a mi cuerpo, muerta del susto. Una señora me atiende la llamada y le explico la situación.

—A la próxima deberían estar más pendientes de lo que sucede a su alrededor y más cuando un hombre está dispuesto a tocar a una mujer que no quiere que la toquen —les dice Ian en general a las personas.

Se ve muy furioso, no… Más allá de eso.

Tiene el hombre amarrado, quien pide que lo suelten y que dejen irse. Si hacemos eso, en nuestra conciencia va a quedar que puede ser otra persona a la que le puede hacer daño.

Cuando la policía se lleva al tipo, Liv no discute nada sobre lo que vino a buscar a este lugar y se sube al auto de Ian, quien nos va a llevar a la reunión. Por lo que me dijo Jair en el teléfono, la ausencia de Liv ya fue notada por nuestros padres y les ha tenido que mentir que estaba conmigo caminando junto a Ian.

—Estás bien, vale —acaricio sus mejillas cuando llegamos de nuevo a la fiesta.

—Fue mi culpa…

—No —la interrumpo, sus lágrimas empiezan a deslizarse sin previo aviso—. Nunca va a ser tu culpa que un hombre intente tocarte, Liv. Lo que sí, es que nunca te vuelvas a ir sola en la noche, cuando ni siquiera se lo habías dicho a alguien.

—Lo siento —musita. La tomo de la mano y entramos—, es que mamá no me dejó venir con mis amigas, y últimamente no las quiere mucho. Pero le prometí que iba a mejorar mis notas, pero no me quiso creer.

—Liv, mamá y papá saben que si no te colocan límites no mejorarás tus notas, ni tampoco te esforzarás. No quieren que pierdas un año.

Las personas siguen bailando y veo a mi tía Julieth borracha junto a mi tía Danna. Eso me hace reír. Hace años tenían una especie de enemistad, y ahora son compañeras de copas. Liv busca a alguien con su mirada y al toparse con nuestros padres, siento que respira con normalidad.

Mamá se gira a vernos y me parece ver el mismo alivio por su parte. Trota hasta donde estamos y a ambas nos abraza asegurándose que estamos bien.

—Me tenían preocupada. Tenía un mal presentimiento —se queja. Liv mira a mamá y sin que alguna de las dos lo espere, la abraza fuerte y empieza a llorar en su pecho—. Liv, ¿qué pasa? —acaricia su cabello. Me mira en busca de respuesta, pero no sé que contestarle.

—Mami, me escape y ellos fueron por mí —Mi madre cierra los ojos con fuerza—, y en la fila cuando estaba sola un hombre estaba diciéndome cosas que me hicieron sentirme incómoda —Noto como el cuerpo de mi madre se tensa, y rápidamente separa a Liv de ella y la revisa demasiado.

—¿Te alcanzo a hacer algo? —Sus ojos se cristalizan y me entran ganas de llorar, porque sus ojos reflejan un dolor que no sé describir—. Liv…

—No, mami. Ian y Kania llegaron a tiempo y no me alcanzó a hacer nada —Mamá la vuelve a acoger en sus brazos. Papá llega y me pregunta que está pasando, pero cuando una lágrima también se me escapa a mí, camina y me abraza.

—Intentaron hacerle daño a Olivia —le digo y como era de esperarse empieza a hacer muchas preguntas.

Mamá y papá terminan de decir que es hora de ir a casa para que descansemos y sin rechinar, aceptamos.

Llamo a Jair, quien me asegura que los niños están bien y que se va a dormir.

Cuando mis padres se van con mi hermana hacía el coche, soy interceptada por Ian quien hace que me detenga cuando planeo alcanzarlos.

—Kania, ¿te parece si me das tu número? —me pregunta acomodando mi cabello con tanta naturalidad que me hace dar un paso atrás—. Quiero hablar contigo sobre todo lo que ha pasado en éste tiempo.




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