❝MINUTOS DE LIBERTAD❞
La puerta se abrió y Ronan junto con Zaid interrumpieron nuestra conversación.
—Lamento haber interrumpido, pero hubo un pequeño problema en mi manada y necesitan de mi presencia. —menciona— ¿Nos vamos? —pregunta, con su mirada fija en la mía.
Zaid rápidamente se acerca a él. —No, espera, Ronan. —murmuró, inclinándose hacia él, como si quisiera decírselo en secreto, pero sin importar lo bajo que hable, seguía escuchándolo— Quizás no sea una buena idea que venga con nosotros. Por lo menos no ahora.
Lo miró con su ceño fruncido.
—¿Por qué?
—Tus padres están en la manada.
Bajó sus hombros y suspiró, frustrado.
—Les dije que no era necesario que fueran.
Cuando logro comprender de lo que estaban hablando, porque sinceramente aún estaba pensando en todo lo que Bianca me dijo, me dispongo a hablar.
—Me quedaré aquí. —digo, y su atención volvió a mí.
—No, no te dejaré. —se negó de inmediato.
—Lo mejor será que no la expongas más de lo necesario, Ronan. —puntualiza su beta, queriendo que entrara en razón.
—Zaid, no…
Se calló abruptamente cuando me vio caminar en su dirección.
—Solo respóndeme a una pregunta. —pido— ¿Realmente piensas que sería una buena idea que vaya contigo ahora?
Abrió su boca, dispuesto a responder con seguridad, pero de un momento a otro, noto como la duda se apoderó de él y dejó escapar un suspiro, rendido.
—No, pero tampoco quiero dejarte aquí. —admitió, acercándose más y haciendo que mi corazón poco a poco se acelerara.
Le dedico una pequeña sonrisa.
—No me iré a ninguna parte y tampoco dejaré que me lleven a otro lugar. —prometo.
Se mantuvo en silencio y cuando pensé que volvería a decir algo más en contra, siento como su mano cubre el dorso de la mía, dándole un pequeño apretón. Sin pensarlo, bajo mi mirada para ver nuestras manos y los animales salvajes que tenía dentro de mí, comienzan a correr y gritar sin dirección alguna. La revolución que se generaba en mi interior era algo que nunca en mi vida había experimentado, pero ahora que estaba sucediendo, me sentía extasiada y feliz por estar viviéndolo.
Vuelvo a levantar mi cabeza y Ronan deja escapar un pequeño aliento, manteniendo su mirada fija en mis ojos.
Como cada vez que estaba con mi compañero, todo a mi alrededor desaparecía y lo único que me importaba era admirar al hombre que en muy poco tiempo, se apoderó de mi corazón.
—¿Me esperarás, mi Luna? —pregunta, subiendo mi mano y girarla para depositar un pequeño beso en mi palma, pero lo que más me hacía acelerar el corazón era ver que en ningún momento desvió su intensa y profunda mirada de la mía.
Asiento y cuando encuentro mi voz, pronuncio la palabra.
—Sí.
—Si alguno intenta… —amenaza, mirando a mi familia, pero fue James quién lo interrumpió.
—No haremos nada. —aseguró— Ya comprendimos que es Calista quién toma las decisiones de su propia vida. Lamentamos lo que sucedió, Alfa. —se disculpó.
—Bien. —murmuró, volviendo a bajar su mirada en mi dirección y a diferencia de la desconfianza con la que miraba a mi padre, a mí me mira con devoción y como si fuera lo más importante en su vida— No demoraré mucho, y solo por precaución, dejaré a dos de mis hombres fuera, ¿está bien?
—Sí, está bien. —acepto.
Zaid salió, pero Ronan se tomó su tiempo.
Lentamente baja mi mano y acerca su rostro al mío, dejando un pequeño beso en mi mejilla, y sin que pudiera controlarlo, mi respiración se detuvo y mis ojos se cerraron, queriendo disfrutar de su cercanía, pero para mi desgracia el momento no duró demasiado, porque al segundo se apartó y con una encantadora sonrisa en sus labios y sus ojos brillosos, salió por la puerta.
—Quédense aquí. —ordenó, con una voz más dura y muy diferente con la que me hablaba a mí— Cuiden a su Luna con su propia vida, porque si no lo hacen, ambos serán los únicos perjudicados. —los amenazó en un murmuro.
—Entendido, Alfa.
—Calista…
La voz de Bianca me hizo recordar de nuevo nuestra conversación.
Camino hacia la ventana y mantengo mi mirada en Ronan, quién subía al auto y al notar mi mirada, se giró y su sonrisa apareció. Le devuelvo la sonrisa de inmediato, pero cuando veo como Zaid comienza a conducir y se alejan, poco a poco mi sonrisa desapareció.
—Quiero saber más sobre mi familia. —exigo, sin girar.
—No podemos decir mucho, porque no llegamos a conocerlos muy bien. La única que los conocía bien era mi hermana, Sam.
—¿En dónde está Sam?
Cuando demoró un par de segundos en responder, me giro y veo que su cabeza estaba baja. Fue James quién caminó hasta ella y agarró su mano, queriéndole dar fuerzas y dándole a entender que no estaba sola.
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Editado: 11.11.2024