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 JUNGKOOK.

Caminaba de un lado a otro por la oficina mientras tomaba un trago, realmente estaba estresado y necesitaba algo para controlarse, talvez necesitaba un Omega con un rico trasero para darle hasta sacarse toda la tensión.

Esta semana no había sido nada fácil, había discutido con algunos socios y ahora tenía encima más enemigos de los que solía tener, la vida de un narcotraficante no era fácil, pero no le dejaron otra opción, su padre prácticamente lo obligó a hacer parte de esto.

Jungkook siempre detesto este mundo y trato de mantener alejado de él, pero al momento en que su madre murió su padre no le dejo otra opción, al cumplir 18 empezó a formar parte de este sucio mundo en el cual ahora estaba undido hasta el cuello.

Dejo el vaso de vodka sobre la mesa y camino rápidamente hacia la salida mientras de colocaba su chaqueta de cuero, quería diversión y la iría a buscar. Cruzó rápidamente la puerta y choco contra su hermana, una Alfa totalmente diferente a él.

¿Vas a algún lugar? –pregunto la joven Alfa con una sonrisa pícara en sus labios– No deberías salir, muchas personas te están buscando y lo sabes.

No te metas en mis asuntos Celeste. –Murmuró tratándo de alejarla, eran hermanos y tenían una buena relación pero Jungkook detestaba que se metieran en sus asuntos– Estas estorbando, hazte a un lado...

Que grosero eres... Y yo que tenía una linda sorpresa para tí hermanito. –Dijo de manera divertida antes de encaminarse a su habitación, talvez aún no lograba convencer al pequeño rubio pero sabía que tarde o temprano no tendría otra opción, su madre necesitaba su medicina y su única opción era la oferta de la azabache–

¿Qué regalo?– Preguntó con gran curiosidad mientras sujetaba el brazo de su hermana, sus regalos resultaban realmente exóticos, varias veces le llevo lindos Omegas con los cuales se divirtió demasiado–

Ya lo sabrás, buenas noches Jeon– beso su mejilla y continuo con su camino dejando al Alfa un poco inquieto pensando en lo lindo que sería su nuevo regalo–.