Eres tú.

3

ᴏɴᴄᴇ ᴜᴘᴏɴ ᴀ ᴅʀᴇᴀᴍ.

Narra Hades.

Otra vez solo en casa.

Mucho gusto, me llamo Hades Nielsen, tengo dieciocho años de edad y vivo en ésta aburrida ciudad.

¿Por qué estoy solo? Verán, mis padres son unos científicos muy prestigiosos y debido a su trabajo siempre están viajando. A pesar de eso, no me considero un chico problemático, de hecho creo que soy una persona tranquila de pocas palabras.

He estado teniendo sueños extraños, siempre soñaba que ayudaba a una chica a encontrar objetos, mientras nos perseguía gente con batas de laboratorio. A pesar de que en mis sueños no pude ver qué tipo de cosas hacían ésas personas, sí pude percibir sus malas intenciones.

La imágen de la chica se quedó grabada en mí mente, no la conocía de ningún sitio, pero sé que si la veía la reconocería instantáneamente. Ésa personalidad suya sería difícil de olvidar.

Debido al trabajo de mis padres siempre estamos cambiando de ciudad, llevo poco tiempo aquí, justo a tiempo para el comienzo del verano. Me gusta estar solo y poner música a todo volúmen, hace que todo esté bien otra vez, aunque también me gusta salir de vez en cuando con mí amigo Julian.

Julian es un chico de mí edad, tiene ésa apariencia de chico malo que escucha Metal y en realidad escucha música romántica, su cantante favorita es Lana Del Rey. Se oculta bajo ésa fachada de chico rudo pero tiene bonitos sentimientos y a pesar de que hace críticas de películas de romance conmigo, sé que le gustan en secreto.

Salí de casa y fuí al trabajo de Julian, atendía en un supermercado a unas pocas cuadras de mí casa. Cuando llegué le hice señas por la ventana de la tienda y me respondió con un pulgar arriba.

—Hey, ¿cómo estás? —me preguntó mientras me abrazaba dando una palmada en mí espalda—. No me esperaba la visita del Dios del Inframundo —dice y hace una reverencia.

—Hola Julian —dije riéndome de él—. Lo siento por no avisar que iba a venir, estaba algo ocupado.

Mentí, pero no iba a aceptar que extrañaba pasar tiempo con él, últimamente Julian siempre estaba ocupado con su trabajo o con la chica que le rondaba la cabeza éstos días, una tal Abby.

Se conocieron una semana, el último día fueron a una fiesta, la chica tomó de más, besó a mi amigo y justo después vomitó. Julian nunca iba a dejar que se fuera a ir así tan tarde, intentó que le dijera su dirección para llevarla directamente a su casa pero la chica no fue capaz de articular una palabra, terminó quedándose en su casa y cuando despertó creyó que había pasado algo más, se fue corriendo y dejó su chaqueta.

Ahora mí amigo iba a ser el príncipe azul que le devolvería la chaqueta al encontrarla por arte de magia porque el amor todo lo puede, qué encantador. 

No me vayan a malinterpretar, no soy una especie de Grinch del amor o algo así, pero nunca me he enamorado y el matrimonio de mis padres sólo se basa en trabajo. La única referencia que podría tomar son las películas de romance y ni son reales, algunas hasta tienen historias o personajes muuy cuestionables.

—Tranquilo, ya tenemos planes para la noche, —me cuenta con una sonrisa— más tarde te iba a llamar para contarte.

—¿Enserio? —pregunto con curiosidad—. ¿Cuáles serían ésos planes?

—Bueno querido amigo, hemos sido invitados a una fiesta.

—¿Hemos? —me río—. ¿Quién fue el pobre chico al que manipulaste con papitas gratis para que nos invitara a su fiesta?

—Uno, sólo fue una vez —se ríe—. Dos, fue una chica, y tres, más te vale no tener tu cara de culo de todos los días, me vas a acompañar a llevarle la chaqueta a la dueña de mí corazón.

Dude, sólo se conocieron durante una semana y el último día, en el que te besó, estaba muy borracha, vomitó después de éso —le digo reventando su pequeña burbuja—. Además, no deberías aceptar invitaciones de extraños.

—No es ninguna extraña, es la mejor amiga de Abby.

—Abby sigue siendo una extraña —lo miro con obviedad.

—Vamos Hades, ¿podrías no ser el Grinch del amor por unas horas al menos? —me mira juntando las manos.

¿Es enserio? ¿Por qué siempre es el Grinch?

—Ésa comparación estuvo de más, pero está bien, te acompañaré —me rendí, aunque de todas maneras iba a ceder, no lo dejaría solo con un par de desconocidas.

. . .

Ya estaba preparado para ir a la fiesta a la que "nos" invitaron, me puse una camisa gris, unos pantalones negros y unos tenis. Julian estaba esperando en su auto al frente de mí casa.

Subí al auto y me senté en el asiento del copiloto.

—¿Preparado? —me pregunta emocionado.

—Sólo arranca por favor —me río por su emoción y miro por la ventana.

Éste pueblo es aburrido, nunca pasa nada interesante. Ni asesinatos, ni violaciones, sólo robos, pero eran escasos. En cierta parte me agradaba, ése aire pacífico que te brindaba era magnífico.

—¿Así que la oportunidad de poder hablar con tu amada se te presentó así de la nada? —pregunté extrañado.

—¿Qué te puedo decir? Es el destino —sonrió contento.

¿Podría ser verdad? Ése momento en que las estrellas se alinean, los dioses se ponen de acuerdo y el destino hace de las suyas para unirte con tu amor. Ésa pequeña coincidencia se convertiría en un acto del destino, el comienzo o final de una historia anunciada por Cupido o algo así. 

¿Enserio podía pasar? La única vez que digo «eres mí mejor casualidad» es cuando me encuentro un billete en el pantalón.

Ya era de noche, ya casi no había rastro de nubes en el cielo y se empezaban a ver unas cuantas estrellas en el cielo.

Paramos en una gasolinera a llenar el tanque del auto e íbamos a seguir hasta que ví algo extraño, unas casas más adelante, logré ver un grupo de chicos reunidos en un círculo. Pensé que podían estar fumando o consumiendo drogas, hasta que distinguí a una chica, la tenían acorralada.




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