|C A P Í T U L O: T R E I N T A Y O C H O|
Llegaste corriendo hacia a mí con una rapidez increíble, no pensándolo dos veces para apoyar tus rodillas y pies con tal de acompañarme donde todavía me encontraba. Gracias a la nueva iluminación ahora sí podía ver de forma decentemente el lugar. Si la oscuridad me dio indicios de su espacio reducido, la luz me confirmaba aún más este verídico hecho. ¡Jodida salida hasta que por fin te dejas ver, maldita!, reflexionaba que por tu culpa me había pasado todo esto... Sentía que tras haberse revelado con tu aparición, se burlaba infamemente de haber estado frente a mis narices; de haber estado a una escalera y yo en mi paranoia no fui capaz de verla. Es verdad que la desesperación es una de las peores sensaciones que puede experimentar uno; distorsiona por completo tu raciocinio.
—¿Qué pasó? Dad, ¿estás bien, v-verdad? —La inquietud rebosaba esa súplica que demandaba una respuesta de mi parte.
Al verte temblando y con tanto temor y otras emociones grabadas en tu expresión no supe formular una respuesta coherente y con sentido para satisfacer tu curiosidad, quedándome como un idiota solo mirándote, sintiéndome culpable de que mis cuerdas vocales deshabilitaran sus operaciones de pronto sin una explicación aparente.
No entendía cómo me había olvidado de ti, pero supongo que en mi ensimismamiento inicial y mi posterior crisis lo que menos haría mi cabeza era en reparar en dónde estabas... cuando creía que corría peligro debido a que las circunstancias más el desconocido me daban más indicios de los que yo hubiera podido captar desde el primer momento.
—Tranquilo —habló atrayendo nuestra atención el "desconocido"—. Solo se ha asustado porque ha despertado y al verme... —carraspeó, era comprobable la incomodidad que decir aquello le generaba—. Seguro, pues... ha pensado, que no lo juzgo, que le he querido hacer algo. —sentenció con un ritmo acelerado dando a entender que le disgustaba.
Después, me ayudaste a levantarme, lo cual me costó (y no fue un secreto para ti que te percataste) por la sensación de ardor y picor que me atacaron de inmediato cuando estaba poniéndome de pie con tu ayuda. Aunque intenté reprimir el malestar que sentía, se me terminó notando por la expresión descompuesta que debí reflejar.
Ya de pie, me explicaste que había tenido un desmayo cuando aquellos desarmados se fueron y me dejaron. Y si no hubiese sido gracias a la colaboración del Señor que trajo a este agente, que juntos se ofrecieron a traerme para acá; tú no supiste qué más hacer y que te permitiera despertarme, porque por estar inmerso en mi estado de inconsciencia no reaccionaba a tus incontables llamados insistentes.
Sereno y con otra actitud me disculpé con el desconocido que ahora sabía se llamaba Miguel, aunque él se mostraba cercano, de verdad me sentía mal por haber sospechado en su contra. No había intercambiado más que un puño de palabras para confirmar que era otro tipo de persona. Lo que decía y más la forma en la que lo hacía evidenciaba inequívocamente la gran persona que era. Quise agradecerle al otro hombre de más edad, pero según tú se había ido porque ya de por sí estaba un poco retrasado, precisamente siendo hoy el aniversario #30 de "unión matrimonial" que estaban cumpliendo sus padres, no podía simplemente faltar al evento familiar organizado, cuando seguramentes antes se había comprometido a estar ahí. El suspiro con esa parte no pudo ser ignorado por mí. Debe ser una experiencia única y sumamente maravillosa: ver tus años pasar mientras sigues enamorado de la misma persona. Ellos y principalmente tú eran mis salvadores. Siempre valdría la pena decir que las acciones de las buenas personas siempre importarán más que todo el mal a que nos exponemos en el mundo.
Editado: 02.08.2020