Terminamos de desayunar, mamá nos da un beso baboso a ambos, y nos dirigimos a la escuela, o como suelo llamarlo últimamente : el peor lugar del mundo.
—¿Estarás bien?—Pregunta Megan cuando estábamos por separarnos para ir cada uno a su respectivo curso.
—Claro, ¿Por qué estaría mal?—Le contesto, con una sonrisa en la cara, y le doy la espalda. Apenas sé que ella ya no me ve, mi sonrisa se borra y es reemplazada por una mueca de disgusto.
—Miren quién llegó por fin, el niño maricon—Me dan la bienvenida apenas entro al aula.
—¿Estuviste toda la noche chupando vergas, marica?
—No, estoy seguro que prefiere que primero le rompan el culo.
Es sorprendente el vocabulario que tienen estos chicos, yo no puedo ni decir "vagina" sin ponerme colorado.
—Debería darte vergüenza ser un desviado—Sentencia Tomas, el idiota del curso, al que todos respetan por algun motivo que soy incapaz de comprender.
No soy gay, pero aunque lo fuera, ¿Por qué debería sentir vergüenza?, soy buen estudiante, soy buen chico, buen hijo, buen hermano, buen amigo, ¿Se supone que ser homosexual anula todo eso? ¿Dejas de ser una persona y ahora todo lo que antes eras ya deja de ser visible a los ojos del mundo?
—Y a ti debería darte vergüenza ser un estúpido incapaz de avanzar de grado, de leer un libro, o de siquiera ser una persona decente—Le replicó.
Todos se quedan callados, e incluso Tomas se queda con la boca abierta como un bobo, completamente incrédulo. No podía creer que al fin me estaba defendiendo de sus ataques.
—Tomen asiento, por favor—Dice el profesor, entrando al aula, y rompiendo el silencio, completamente ajeno a lo que acababa de ocurrir.
—Estas muerto, marica.—Me susurra con desprecio cuando paso por su lado para tomar mi asiento, que se encontraba, por desgracia de dios, justo detrás del suyo.
Pasé todo la hora y media que duraba esa clase viendo la nuca de tomas y preguntándome :
¿Que carajos hiciste, Daniel? ¿desde cuando tienes esta tendencia suicida?
¡Ese psicopata va a matarte! O mínimo va a regalarte un viaje al hospital.
—¿Estas bien?—. Me susurra una voz masculina a mis espaldas interrumpiendo mis pensamientos, es el chico que se sienta atrás mio, nunca le había prestado atencion.
—No.—Le respondo cortante, lo último que me faltaba es que venga un chismocito a sacarme platica o a sentir lastima por mi.
—Cuando suene la campana ve al baño de las niñas.
—¿Que?—. Pregunto, girando la cabeza en su dirección y viendolo a los ojos, son de color caramelo, y tiene las comisuras como si estuvieran congeladas en una perpetua sonrisa.
Me gusta. De un modo masculino, claro.
—Allí podremos escondernos—.¿"Podremos"? ¿O sea... él y yo? ¿En plural? Me gusta como suena.
—¿Bromas? Serémos masacrados por un grupo de chicas con uñas largas.—Me quejo, hablando en plural igual que él.
—Nadie utiliza ese baño—Me informa.—Las tuberías explotaron hace unos años, deberían haberlo arreglado, pero no lo han hecho.
—¿Explotó?
—Si, fue genial. Hubo mierda esparcida por todas partes y...
—Marcus y el nuevo : ¡Silencio!— Nos pidió el maestro con tono severo y ambos asentimos ligeramente con la cabeza.
Marcus, con que así se llamaba. Que nombre tan feo para alguien tan lindo.
—¿Te veo ahí?—Pregunta cuando el profesor dejó de prestarnos atención nuevamente.
¿Debería preocuparme de que un chico con el que nunca había hablado, y que ni siquiera había notado su existencia, quiera estar a solas conmigo en un lugar cerrado y sin testigos? ¿Y si es una trampa? ¿Y si es amigo de Tomas o alguien con su misma maldad?
Ya no confío en nadie, y menos en alguien con un nombre tan feo.
—Te veo ahí.—Contesto de todas formas, ya que no me queda de otra. Me gusta creer que aún puedo seguir confiando en la gente.
Además de que podría decirse que estoy algo desesperado por interactuar con otra persona cuya intención no sea la de lastimarme o burlarse de mi.
Todo esto me hace ver que soy alguien realmente patético.