¿Eso era posible?
Las palabras sonaban más como una advertencia,
o una sentencia de lo que pasaría irremediablemente.
Eliot pasó toda la mañana pensando aquello
y parte de la tarde también, cuando al llegar a su casa
tanto el omega mayor como el más pequeño seguían
con sus quehaceres de la casa y la comida.
No había un momento para los dos nada más. Nunca.
Y la idea de perder a su hermano, aunque fuese de un modo diferente
a como perdió a su padre le aterraba.
Hacía sus tareas con aquellas ideas metidas en la cabeza,
y levantaba la vista, viendo a su hermano mayor,
recogiendo la sala y quitándole el polvo a los muebles…
tal vez era cierto lo que le decían. Tal vez…
Erick suspiró, exhausto. – Todavía tengo tarea que hacer… - Le había comentado a su mamá antes de ayudarle con la casa, pero no creía poder replicar más, su madre se veía bastante cansada, según tenía entendido, el mayor había empezado a trabajar por la mañana y ya no tenía tiempo para otras cosas que antes sí podía.
Dorian había sonreído, le había pasado una mano por el cabello como lo hacía siempre. – Bueno, cuando terminemos te ayudo con lo que no entiendas, ¿está bien?
-Pero… - Sus palabras murieron en sus labios, viendo al mayor pasando ahora sus manos por su espalda, en un gesto de dolor que le había visto antes, cuando su papá le daba una de esas feas palizas… Su mami le miró con expectación, pero asintió. – Está bien.
-Tal vez Eliot también necesite ayuda para hacer su tarea… - Comentó con más confianza, una vez que había terminado de ayudarle.
Sonreía, La cama de su mami siempre era enorme y muy, muy cómoda. Y ahora estaba llena de sus cuadernos de tarea, y uno que otro libro de colorear que había llevado para cuando terminara la tarea. Su mami se veía bastante linda, con esos lentes que casi nunca se ponía, a un lado de él, pegaditos para poder ver ambos los problemas que la maestra le ponía en la escuela.
El omega mayor frunció ligeramente los labios, contestó. – Eliot no lleva tanta tarea como tú, cielo – Se encogió de hombros.- lo más probable es que la haya terminado hace un par de horas.
Notó de reojo la expresión triste de su hijo y suspiró. - ¿Ya tienes la respuesta de esta?
El niño vio la pregunta, contando mentalmente como se le había enseñado. - ¿Siete? – Trató de responder.
Él sonrió. – Muy bien, entonces escríbelo. – Se sentía feliz, en lo que cabía. Su pequeño parecía ir bien en la escuela, y sabía un montón de cosas, y preguntaba otras tantas. Sólo estaba ese maldito interés por estar detrás de su otro hijo, o por todos los alfas a su alrededor. Eso no podía ser muy bueno… para nadie… - Erick…
-¿Qué pasa? – Balbuceó, escribiendo la respuesta y checando ya la siguiente. Sólo la seriedad de su mami le sacó de su concentración. Dorian lo veía con esa seriedad que sólo ponía para ese tema. Puso la mano en su cabello una vez más.
Suspiró. – No creo que debas preocuparte tanto por tu hermano – Trató de abordarle. – Él puede, cariño. Estoy seguro de ello.
-Pero… es que papá ya no está – Explicó. – Sé que era malo con nosotros, pero… era el único que estaba siempre con Eliot, Eliot lo extraña mucho por eso, ahora cuando no estoy con él está solo y… - Se mordió el labio – No quiero que esté triste.
-Él está bien, amor – Aseguró – Es normal que se sienta triste, y no se puede evitar que estén separados algunas veces – El menor parecía querer protestar a ello, por lo que insistió – No todo puede ser juego, yo necesito que me ayudes de vez en cuando y también está tu tarea, que por cierto estamos dejando de lado, ¿ya contestaste esta? ¿Qué resultado es?
Erick se mordió el labio una vez más, su madre apuntaba un nuevo problema que todavía ni siquiera había leído y ahora debía contestar. Suspiró - ¿cuatro? – Dijo después de haber contado, recibiendo una afirmativa de parte de su mami.
Ese tema siempre terminaba igual, no importaba qué dijera y lo sabía. Dorian se acomodó mejor los lentes, observando concentrado los problemas matemáticos como si fuesen lo más difícil del mundo, y él, como su admirador número uno, sonrió con indulgencia, prosiguiendo también con la tarea.
Tal vez llegaría un día en que le pudiese mostrar a su mami cuán equivocado estaba con Eliot, y aunque ese día no fuese aquel, esperaba que llegase muy, muy pronto.
De este modo, y con estos pensamientos
los días empezaron a pasar.
¿Cómo obligas a una persona
cuando tú mismo te niegas a llevar
a cabo un plan así?
¿Cuándo ni tú mismo te crees tus
propias amenazas?
Eliot se veía en el espejo, luego de varios días de haber sido ignorado por su madre y, eventualmente, por Erick también. Fruncía el ceño, y engrosaba su aguda y tierna voz de niño como había visto que su profesor de educación física hacía.
Lo había seguido una vez por consejo de Rafa, y había visto cómo interactuaba el profesor con su maestra de inglés, que era una omega. Pero él se veía en aquel espejo, y el único que veía de vuelta era a su hermano Erick. Y no creía poder seguir así.
Dio un suspiro, derrotado. “Esto no va a funcionar” se decía, dejándose caer en la cama, sin saber el momento en que las lágrimas empezaron a salir una vez más de sus ojos. Esa semana había llorado mucho, durante la junta de padres, cuando veía algunos papás alfas ir a firmar calificaciones y su mamá no fue sino hasta la salida y eso, nada más para asentir a lo que su maestra le decía, firmar y gruñir un <<vámonos>> con esas ojeras que de pronto le salieron y que ya no se iban de los ojos del mayor.
Durante el receso también, cuando un niño estúpido de tercer año le empujó en la fila de la cafetería y al tratar de regresársela lo único que consiguió fue un empujón dos veces peor y que se le cayera el dinero del almuerzo. Había llorado unas cuantas veces más, cuando por más que quiso contarle de esos dos días a Erick este simplemente salió del cuarto con la excusa de ir a hacer compras con su madre.