CAPÍTULO 9
¿DÓNDE ESTÁ BECCA?
Mathias:
Todavía estoy algo aturdido.
Por ahora, estoy en la casa de mis padres. Han insistido en que pase aquí un tiempo en lo que mi recuperación es total y pueda irme a mi departamento. Es un gran alivio saber que estoy vivo y que salí de aquel estado. No puedo precisar cómo fue que pasó todo. De pronto, fui regresando a la vida. Fue como ver una película en reversa y llegar hasta el principio. Una regresión extraña y difícil de explicar.
Me alegra saber que después de todo, no estaba muerto. Soy un hombre joven, 29 años apenas, hubiera sido una muerte prematura. Además, tengo unos padres maravillosos que seguro hubieran sufrido muchísimo. Mi madre es una consentidora, lo ha sido siempre. Le cuesta aceptar que ya no soy un crío sino un hombre. No quiero imaginar el dolor causado si el desenlace de mi historia hubiera sido otro. Mi padre es un hombre cabal y me siento igualmente amado por él, solo que es menos expresivo. También estoy consciente que tengo un hermano pero a ese truhán no lo he visto todavía. Es un bandido. Ya le recriminaré por tardarse en venir a verme. Cada vez que mis amigos me dicen que soy un mujeriego y que voy por la vida sin tomármela en serio, siempre les respondo que deberían conocer a mi hermano. Me gana en todos los renglones.
Poco a poco voy acostumbrándome a estar de nuevo en la casa de mis padres aunque se siente raro. Vivir bajo su techo me obliga a seguir sus reglas y, bueno, ya estoy grandecito para eso. Me encanta la vida independiente y quiero ya estar lo suficiente bien para irme a mi casa. Aquí no recuerdo haber tenido ninguna de mis locas aventuras. Algunas demasiado arriesgadas como para querer repetirlas en la casa de mis padres, esperaré estar mejor del todo.
Mi madre me anuncia que hoy llegará la enfermera a verme. ¡Detesto las enfermeras! Esas mujeres solo saben ser rudas, pedirte que extiendas el brazo, luego decirte que no te dolerá y ¡zas! darte un pinchazo que te hace ver las estrellas. Además, suelen ser mujeres feas, ordinarias y mandonas. No ha llegado y ya quiero que se vaya.
—Se llama Julia. Es una excelente enfermera. Quiero que te comportes con agradecimiento. Lo ha dado todo por ti. Sin ella, no sé cómo lo hubieras logrado…—me advierte mi madre hablándome como si yo tuviera cinco años y me estuviera pidiendo que me portara bien en la escuela.
—Sí, madre…—respondo con resignación.
—Y luego vendrá Izzy a darte las terapias…—añade para mi total fastidio.
— ¿Es en serio, mamá? Pero, ¿Cuánta más gente vendrá? Yo me siento bien, creo que con una enfermera será más que suficiente —.
Mi madre se voltea a verme y me habla mirándome directo a los ojos. No me gusta cuando hace eso porque siempre viene acompañado de un regaño.
—No tienes ni idea de lo mal que estuviste. Casi te mueres, hijo. Julia se dedicó a ti en cuerpo y alma, como no te imaginas…Izzy también. Las dos van a venir y quiero que te comportes como un caballero, nada de locuras, Mathias. Mira, que no puedes hacer desarreglos. Te le has escapado a la muerte por un hilo…—.
Me resigno. ¿Qué locuras podría cometer con ese par de mujeres a las que no conozco y ya me fastidian? Hasta puedo comprender que necesite los cuidados de esa enfermera Julia pero, ¿Quién demonios es Izzy? ¿Para qué puedo necesitarla?
Tengo que aceptar que lo que pasé fue muy grave y todavía necesito cuidados. Pero, ya quiero volver a vivir mi vida, ser el Mathias de siempre, estar con mi novia en mi departamento y… espera… ¿mi novia?
—Mamá… ¿Dónde está Becca? ¿Por qué no ha venido a verme? —pregunto y hasta me sorprende a mí mismo no haber hecho antes esta pregunta.
Noto como mamá se muestra vacilante.
—Pues, hijo… ¿Qué puedo decirte? No sé qué le habrá pasado. La he llamado y dejado mensajes y nada que responde…Hablé con sus padres y tampoco logré nada…no sé...quizás deberías llamarla desde tu móvil pero se perdió en el accidente y nunca lo encontramos. En fin…no sé qué decirte.
Mamá sale del cuarto dejándome con la duda.
Recuerdo a Becca muy bien, es mi novia y hasta le propuse matrimonio. Eso a pesar de que no pensaba renunciar a mi libertad para estar con otras y ella lo sabe. Pero bueno, me aceptó conociendo mis debilidades, imagino que piensa que puede hacerme cambiar. Es que Becca es la mujer más hermosa que he conocido. Sexy, joven, capaz de enloquecer a cualquier hombre. Es un orgullo llevarla del brazo frente a todos. Sin embargo ¿Dónde está? ¿Cómo es que todavía no se ha aparecido? ¿Por qué no ha venido a verme feliz de saber que me he salvado? Necesito conseguirme un nuevo teléfono para llamarla.
Los recuerdos me van llegando lentamente. Todavía no logro recrear que fue exactamente lo que sucedió pero creo que no estuve solo en ese accidente ¿Estaría con Becca? ¡No! ¡No puede ser! Eso significaría que la ausencia de Becca es por su muerte. ¡Que no ha venido a verme porque murió aquella noche! No me lo perdonaré si así ha sido.
Llamo a mamá a gritos y regresa asustada y llena de congoja.
Le pregunto desesperado si era Becca quien me acompañaba esa noche y si su ausencia se debía su muerte. Mamá lanza un respiro de alivio y me asegura que no. Afirma que Becca está viva y que no saben quién me acompañaba esa noche. Que nadie ha aparecido reclamando haber sufrido el accidente junto a mí. Que, de hecho, la policía está investigando porque la compañía de camiones ha sometido una demanda en mi contra por los daños ocasionados por alegada conducta negligente al volante. Dice que la persona que me acompañaba será parte de la pesquisa en calidad de testigo.
He quedado sorprendido con esta noticia. Fui yo quien más sufrió con este accidente, casi pierdo la vida y estuve semanas en un estado inconsciente en él que me debatí entre la vida la muerte. Soy yo quien ahora tiene estas lagunas mentales, quien no logra armar todo lo sucedido y a quien quizás le queden secuelas de por vida y ahora… ¿Me van a demandar?