Capítulo 16
— Mami! Madi se cayó allá— dice el pequeño de tan solo cinco años yendo con su mama y señalando a mejor amiga.
—Casi no le paso nada, solo es un raspon— dice el pequeño Luke agarrando la mano de su mejor amiga, la cual está llorando.
— Haber pequeños— dice la madre de Nathan quitandose el hielo de su ojo y va a ver a la pequeña Madison.
— Otra vez jugaste con papá?— pregunta el pequeño Nathan viendo el ojo rojo de su madre— No me gusta que jueguen, siempre terminas perdiendo y a papá no le pasa nada— dice el pequeño enojado.
— No es nada pequeño, Madison linda siéntate en la silla por favor— dice la madre mostrando una sonrisa.
— Me duele demasiado!— dice la pequeña Madison tratando de que se le entienda.
— Tenemos que desinfectarla, lo bueno es que casi no sangro— vuelve a hablar la señora y Madison se sienta en la silla— bien pequeña, esto no te.debe doler ok?— dice la señora sacando agua oxigenada de un mueble junto con el algodón.
— Ok— contestó la pequeña llorando y la señora pone un poco de agua oxigenada en el algodón y lo empieza a pasar por el raspón de la niña.
— Listo nena— dice la madre de Nathan bajando a la pequeña de la silla— ya pueden ir a jugar— Madison trata de dejar de llorar y sus amigos la toman de la mano, se la llevan.
— ¿Por qué dejas que te golpee?— pregunta Noah entrando a la cocina donde estaba la madre de Nathan.
— Sabes perfectamente que no puedo hacer nada— contesta la señora dándole la espalda a Noah y empieza a lavar sus trastes.
— Claro que puedes, solo que no quieres— dice él y se acerca a ella.
— Cada día está peor, llega a altas horas de la noche y tomado, yo lo tengo que esperar para darle la cena y es cuando… me golpea— dice la señora estallando en llanto y Noah la abraza.
— ¿Por qué no le dices al señor?— pregunta Noah y la señora lo voltea a ver.
— Él no tiene porqué saber sobre mis problemas, él tiene los suyos— contesta la señora.
— ¿Y qué esperas? que el te mate? o que mate a Nathan?— pregunta Noah separándose de ella.
— Me iré con Nathan, me iré muy lejos de aquí donde él no pueda encontrarnos— contesta la señora decidida.
— Pues entonces hazlo rápido, no te preocupes por el dinero, yo tengo lo suficiente para ayudarte a que te vayas— dice Noah.
— No, yo juntaré el dinero y me iré, pero sin la ayuda de nadie— contesta la señora.
— Yo te lo puedo prestar, no es necesario que tu juntes…
— Es mi última palabra Noah— contesta la señora dejando la cocina y a la misma vez dejando a Noah ahí parado.
— Pero que sea rápido— susurra Noah.
La señora golpeada por su marido, decide irse para librarse del infierno que vivió. Decide no aceptar la ayuda de su amigo, un grave error.
(...) Dos años después, 7:00 P.M.
— Por fin junté dinero— habla la madre de Nathan, viendo los diez mil pesos que había juntado es esos dos años.
— Mamá, ya vine de terminar de jugar, ¿me podrías dar galletas con leche por favor?— dice entrando a la habitación de sus padres— mama voy por una bolsa de hielo, y el acohol, no puedes estar así— dice Nathan de ahora siete años viendo a su madre con el labio partido, una cortada en la mejilla y el ojo morado; corriendo a la cocina, por la bolsa de hielo y el alcohol.
— Ya llegue— frita desde la entrada, el padre de Nathan.
La señora se apresura a guardar el dinero en una bolsa y la esconde en una de sus blusas, para después bajar las escaleras corriendo, casi cayéndose.
— ¿Por qué eres malo con mamá?— pregunta el pequeño con el ceño fruncido.
— Yo no soy malo con tu madre, ella misma se lo ha buscado— Contesta el padre del pequeño.
— Mi vida, tu padre está muy cansado por el trabajo, que tal y le traes un vaso de agua?— sonríe melancólica la madre del pequeño Nathan.
— Ok, pero ya no jueguen— se va el pequeño.
— ¿Qué fue lo que le dijiste a mi hijo? — pregunta furioso el padre.
— Yo no le he dicho nada, tu se lo has demostrado con tu comportamiento estúpido— Dice la madre con odio hacia su esposo.
— No me hables así, idiota— la toma con el cabello jalando la hacia el.
— ¡Ya estoy harta de ti! — suelta con odio la madre.
— Y crees que me importa?— sin importancia— Sírveme de comer, haber si para eso sirves— la suelta y termina cayendo al piso la madre.
— Bien— Se levanta adolorida y va a la cocina _Esto acabará esta misma noche _ piensa la madre del pequeño.
— Mami, aquí está el vaso de agua— sonríe con dulzura el niño.
— Si mi niño quiero decirte algo, acércate— se pone de cuclillas en el piso.
— ¿Qué pasó mamá? — se acerca curioso.
— Recuerda siempre respetar a las mujeres, eso significa pequeño— acaricia su mejilla— no les pegues, no las ofendas y si algún día lo llegas a hacer recuerdame a mi, y te tienes que preguntar, si tu quiere verme igual que esa niña, ¿bien? — pregunta triste.
— Sí mamá, ahora le tengo que llevar esto a papá— sale de la cocina.
La madre solo suspira triste y comienza a hacer la cena, solo era calentarla y servirla, para su marido, ella y hijo.
— Lávate las manos hijo— le dice el padre y el niño sale de la cocina.
— Siéntate a comer, la cena está lista— la madre pone un plato enfrente de una silla y el padre toma asiento.