Es una apuesta

Mi apuesta

Bajamos al bonito restaurante del hotel para servirnos del buffet. 
Yo hago mis mayores esfuerzos por separarme de Alex, pues no me gustaría que alguien nos viera juntos. 
Aun así casi nadie ha bajado por comida, pues en realidad todavía es temprano. Pero ya que el hotel está infestado de conocidos, es mejor ahorrarme las especulaciones que podrían llegar a hacerse de mí y de Alex.

Disimulo lo mejor que puedo cuando lo abandono en la sección del pan para ir a la fruta que está hasta el otro lado. No es exactamente que yo cene fruta, pero puedo hacerlo.

La sandía me gusta, es fresca y ésta no tiene semillas negras, por suerte. También me agrada la piña, y si les pongo queso cottage...

—Ally —escucho a mis espaldas y me giro con rapidez.

—Xavier... —le dedico una tímida sonrisa—. Hola.

Él me sonríe de vuelta.

—Lo hiciste genial hace rato —me felicita y yo solo logro recargar mi peso en el pie contrario, sosteniendo mi plato lleno a la mitad.

Una música muy alegre, tipo salsa o algo por el estilo le da al restaurante un ambiente que logra vencer mis ganas de dormir aunque sea por unos minutos.

—También tus alumnos estuvieron increíbles —digo.

Asiente con la cabeza agradeciendo mi comentario.

—¿Y cómo has estado, pequeña? ¿Todo bien? —dice anímicamente.

Antes de poder seguir con la conversación siento el frío borde de un plato rozar mi piel, y luego todo el calor del brazo que lo sostiene colocarse junto al mío.

Alex alza mucho las cejas y solo se queda ahí.

Yo me aparto rápidamente y hago caso omiso de su presencia.

—Sí, todo bien. Fue un gusto verte, Xav —expreso con nerviosismo y le dedico la más amplia sonrisa que puedo esperando no haber sido tan cortante. Pero no pienso presentarlos.

Él solo suspira y pone los ojos en blanco, mirándome como siempre me ha visto. Como si fuera una niñita que hace cosas inmaduras y se las tienes que pasar porque eres un adulto.

—¿Te dijo pequeña? —pregunta Alex una vez que Xavier se da media vuelta.

Los disgustos parecen hacerse cada vez más grandes durante mi estancia aquí. No tenía por qué justo encontrarme con él.

—No lo sé, no recuerdo —digo intentando cambiar de tema.

—¿Qué fue todo eso, por cierto? —agrega sin dejarlo pasar.

—¿Qué te importa? —pregunto muy a la defensiva y él abre mucho los ojos—. Mi ex, ¿contento?

Estira mucho las cejas y lleva su cabeza ligeramente hacia a atrás. Yo continúo con mi camino hacia una mesa (solo con mi platito de fruta) y tomo asiento. Pero claro que Alex me sigue como perro faldero.

—¿Por qué tu ex te dice "pequeña"? —pregunta tomando asiento frente a mí.

—Porque eso es lo que siempre fui para él, ¿okay? —digo con franqueza y desesperación.

Parece sorprenderse ante la dureza de mis palabras y yo decido que me ha preguntado varias veces sobre mi ex como para no contarle. La verdad ahorita estoy tan irritable y cansada que la mejor opción que tengo es desahogarme.

—Xavier siempre me vio como... esta niña pequeña y frágil que necesitaba de mucha ayuda hasta para subirse en sus hombros y alcanzar las telas —comento llevándome una mano a la frente.

—Creo que voy a necesitar mucho más background para entender lo que me acabas de decir —me mira con mucha sorpresa.

Dudo por un segundo, ¿pero ya qué?

—Xavier era instructor cuando entré a la escuela de danza —explico sin ver a los ojos a Alex. No sé qué pueda estar pensando... y tampoco me importa mucho. Si le estoy contando es porque quiero platicar con alguien y él está aquí—. Pero yo tenía estos problemas con mi indecisión —hago un movimiento con mis manos haciendo una pausa—. Yo juraba que jamás podría subirme a las telas, y menos dejarme caer desde arriba. Entonces cada vez que lo intentaba armaba una escenita donde por lo menos tres personas debían esperarme abajo para sujetarme. No me di cuenta hasta que empecé a salir con Xavier de que él también me veía como esa niña miedosa y frágil en todo momento. Digo, ni siquiera se atrevía a tocarme —hago otra pausa y me río ante lo que acabo de decir. Alex solo apoya los codos en la mesa y entrelaza sus manos, pero no me animo a ver la expresión de su rostro—. Al final lo logré, ¿sabes? Hacer todo lo que debía en las telas, siempre al final lo lograba. Era más mi paranoia que otra cosa.

Alex solo me observa con una media sonrisa, levantando los ojos hacia mí.

—No me mires así —digo frotándome el brazo por el frío del aire acondicionado.

—¿Así cómo?

—Con ternura, como si fuera el pollito recién nacido de un proyecto de ciencias —digo y por fin lo miro a los ojos—. Así me veía él.

Alex se recuesta en el respaldo de la silla, cruzándose de brazos.

—Creo que no es exactamente ternura lo que cruza por mi cabeza cuando te veo. —Entrecierra los ojos, pasando una mano por su mandíbula—. Y lo sabes —agrega bajando los decibeles de su voz, haciéndola más ronca.

Me remuevo nerviosamente en mi asiento y tomo un pedazo de piña con el tenedor. Juego un rato con él antes de llevármelo a la boca.

—¿Y por qué exactamente se sentía superior a ti ese pendejo? —agrega cuando ve que me está costando trabajo continuar después de su comentario. Pero casi me atraganto con la grosería empleada y la manera tan despectiva en que dijo la frase.

—Supongo que le pegó eso de cumplir los dieciocho años y que yo tuviera casi dieciséis solamente. Se sentía más maduro o yo que sé...

—Espera, ¿estás diciendo que saliste con un mayor de edad y me armaste todo un escándalo a mí? —me interrumpe.

—¡Él solo me llevaba poco más de dos años! —revuelvo la fruta de mi plato—. No era mucho. Y te digo, nunca fue tan descarado como tú. Por lo menos tenía hasta miedo de acercarse. Era incluso tímido y muy prudente. Casi casi yo tenía que rogarle —suelto una risita recordando algunos de los momentos más graciosos—. Pero al final eso también me cansó.



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En el texto hay: apuesta, amor, chicomalo

Editado: 29.07.2019

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