Hoy soy como tu novio

Con el fin de evitar a toda costa otro momento como el que acaba de acontecer, comienzo a caminar en dirección a cualquier carpa que me ayude a estar el más tiempo posible sentados viendo un show. No me puedo arriesgar a que Alex vaya a intentar de nuevo algo, simplemente no puedo.

Pero en vez de continuar con mi trayectoria siento que algo me detiene. Es la mano de Alex sujetando mi muñeca, impidiendo moverme. No tengo otro remedio más que respirar profundamente con paciencia y voltear a ver qué quiere. Sin embargo, lo que está observando no me gusta nada.

—El túnel del amor —dice con su mirada fija en la atracción. Ya saben, el clásico túnel del amor de las ferias, mismo que tampoco había visto en la vida real.

—Bien, qué bonito, sigamos —digo tratando de escabullirme.

Alex intenta esconder una sonrisa.

—No me vas a decir que si vinieras con tu novio no entrarías al túnel del amor.

—Si viniera con mi novio.

—Hoy soy como tu novio.

—Creo que ya habíamos dejado en claro que no es así.

—Yo creo que ya habíamos dejado en claro los términos de la apuesta.

—Pues será que nunca entendí la apuesta entonces. Vamos, no tiene ni pies ni cabeza, siempre andamos poniendo las condiciones que se nos antojan —digo suspirando con insistencia—. De verdad no tiene ningún sentido.

—Bueno, hagamos un contrato entonces.

Suelto una carcajada.

—Bájale, Christian Grey.

Él también ríe.

—Era broma —dice encogiéndose de hombros—. Pero aun así creo que tienes razón.

—Bravo por eso, creí que nunca estaríamos de acuerdo en algo. ¿Qué propones? Declarar que ninguno de los dos ganó y olvidarnos por completo de esto sería una buena opción —comento recordando lo que pasó hace rato. No creo poder dejar que esto siga creciendo, en verdad es muy incómodo cuando él... intenta ganar. Creí que podía soportarlo, pero no creo que "casi besarme" sea lo único que vaya a intentar. Y como las reglas no están claras, yo salgo perdiendo.

—Oye, ¿te han dicho que puedes ser un poco extremista? —añade tras mi revelación—. Linda, lo que yo decía es que debemos entrar en ese túnel para ver si te puedo inspirar un poco.

Hago una mueca de desagrado y decido no profundizar en el significado de su comentario.

—Ya está, ya está. No me veas así. Solo hay que sentarnos y hablarlo —agrega.

—No, Alex, de verdad pienso que esto no tiene sentido. Nunca vamos a encontrar un punto intermedio. Ni siquiera sé qué voy a ganar con esta tonta apuesta. Está todo muy en el aire, es más, ni siquiera sé qué pierdo si me salgo ahora mismo de todo esto.

—Creí que querías comprobar algo.

—Quizá eso ya no sea importante.

—Tienes razón, debemos buscar algo que puedas perder si te sales de la apuesta.

—¿Disculpa? No, gracias, mejor me salgo y ya.

Comienza a reír de nuevo, pero escucho cierta desesperación en su voz.

—Gano yo, entonces.

Me quedo pensándolo por un rato. Hasta ahora, ese impulso había bastado para seguir con la apuesta. Sin embargo, estaba comenzando a analizarlo mejor.

—¿Y qué ganas? Más bien gano yo porque comprobé que no quiero salir contigo, ¿cierto?

—No —responde con más dudas de las que le hubieran gustado, de eso estoy segura—. Quedamos que el final de esta apuesta sería cuando me pidieras que me quedara a fin de año escolar o renunciaras porque te daba miedo.

—Ah claro —digo negando con la cabeza, un tanto indignada—. ¿Entonces se supone que debo permitir que hagas lo que quieras por no sé cuántas semanas? Escucha, en este momento te estoy confirmando que no quiero salir contigo, y no es por miedo, es porque no quiero.

—Eso ya me lo habías dicho desde un principio, ¿por qué crees que hicimos la apuesta? Porque yo sé que necesitas más tiempo, y que efectivamente tienes miedo. Además, tú aceptaste.

—¿Más tiempo? Tú crees que necesitas más tiempo para que yo caiga a tus pies —contesto con una mirada sarcástica.

—Y tú piensas que no —interrumpe—. Como sea, volvemos a lo mismo.