2 Corintios 4:16-18
16 Por tanto, no desmayemos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando,
el interior no obstante se renueva de día en día.
17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez
más excelente y eterno peso de gloria;
18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven;
pues las cosas que se ven son temporales,
pero las que no se ven son eternas.
25 de abril de 2017.
A veces tu mente puede ser tu mejor amiga y otras veces no, te hace dudar de cosas en las cuales no quieres ni siquiera pensar porque te hacen mucho mal.
Me encontraba viendo mi álbum de fotos en la casa de mi abuela, decidí hacerlo porque estaba organizando algunas fotos en el mismo y de repente vi una foto que mi mamá me tomó cuando estaba en el hospital internada.
Al ver esas fotos sentí mucha nostalgia, no podía creer que pasé por todo eso.
No podía creer que pasé por todo eso y mi padre biológico nunca se hizo presente.
En ese momento sentí cómo mi celular vibraba.
Ramón.
Buen día, Ana. ¿Cómo amaneciste?
Bien, ¿ y tú?
Bien, me alegra.
Eh, mana, ¿dónde estás ahora?
Donde mi abuela, ¿por qué?
Al pasar los minutos y ver que no contestaba decidí apagar el teléfono, me serví una taza de café y salí al frente de la casa para disfrutar un poco del aire fresco de la zona.
Creo que sí necesitaba eso, necesitaba despejar la mente.
¿Pero qué c...?
No fui consciente de lo rápido que esa motocicleta se estacionó al frente de la casa. Al ver quién la conducía no pude ni siquiera articular una oración.
¿Por qué me asustó de tal forma?
—Hola, Ana —sonrió.
—Algún día con esas entradas me vas a matar del susto —espeté—. ¿Por qué llegaste tan rápido, algo pasó?
—Sí. Pasas tú —me señaló—. ¿Por qué me escribiste de manera tan fría?
Solo me quedaba sonreír.
En serio que sí.
—¿Fría en qué sentido?
—Ni siquiera me dijiste buen día —en ese momento me reí más fuerte—. En serio, me preocupo, no te rías.
Eso aumentó más mi risa.
—Ay, Ramón —solté, limpiándome las lágrimas de la risa—. No puedes dejar de hacer tu trabajo cada vez que me notes diferente por mensajes.
—Puedo y quiero hacerlo. Tú lo vales.
Sonreí.
Él no se imagina lo bien que me hacen estas palabras ahora mismo
—Sí, pero no siempre —lo señalé.
—Está bien —alzó los hombros—. Pero, en serio. ¿Te sentías bien cuando me escribiste o solo son suposiciones mías?
—No —solté—. No me sentía bien, pero eso no es nada por lo que tengas que preocuparte — suspiré—. Son cosas del momento.
—Cosas del momento... —el que lo repitiera lo hizo más serio de lo que tal vez podría ser.
—Sí.
—¿Qué hacías aquí donde tu abuela tan temprano?
—Veía el álbum de fotos —se me salió. Joder.
—Con que eso es —Debí quedarme callada—. Me has contado que a tu familia le encanta tomar fotos y seguro viste algo que te hizo sentir así. Una foto de algún lugar, momento u hospital.
—¿Por qué siempre tienes que acertar? —me quejé y él sonrió.
—Somos mejores amigos, fea. Si no te conozco no sé quién lo hará —se desmontó de su motocicleta.
—Sí, digamos que eso pasó. Pero ya pasó, ¿sí? No tienes que preocuparte.
—No me pidas no hacerlo, es algo que nunca cumpliré.
—Ramón —me miró fijamente—. Estoy bien.
—Tu rostro dice lo contrario.
—No debería de darle importancia a un sentimiento del momento, hay cosas más importantes en la vida, ¿no? Sabes que soy muy sensible —pasé las manos por mi rostro—. A veces no me gustaría ser así, ¿sabes? Sentir tanto y sobreanalizar tanto las cosas —me quitó la taza de café—. Es que hay personas que han pasado peores cosas que yo y están bien, ellos siguen hacia adelante —lo miré nuevamente a los ojos. Estaba tomando de mi café —. ¡Cómo tú! —levantó los ojos—. Perdona que lo mencione pero, lo de la muerte de tu madre y el abandono de tu padre, esas son cosas graves y fuertes. A mí solo no me quiere mi padre biológico —sonreí de manera irónica —. A veces siento que soy tan malagradecida.
—¿Por qué sientes eso?
—Porque tengo una madre que me quiere, ella encontró a un buen hombre que me trata como a su hija de sangre aunque no lo sea, tengo una hermosa hermana fastidiosa gracias a ellos. ¿Por qué sigo buscando más en alguien que no me lo va a dar?
—Porque tu sueño siempre fue que él fuera parte de tu familia y no que se convirtiera en un cero a la izquierda —suspiró—. Querías contar con él como tu padre sin importar la distancia y como él no te ha dado eso, algo en tu corazón lo sigue deseando, lo sigue buscando.
Asentí.
—Perdón por hace rato mencionar lo de tu familia. No debí hacerlo.
—Ya cuando oigo a alguien hablando de eso no duele, tranquila —puso su mano en mi hombro —. Solo te pido que no minimices las cosas que has pasado, no minimices tu historia. Por ella estás aquí, y aunque a veces te sientas sin rumbo, vacía o rota, es parte del proceso. No por el hecho de que "lo tuyo no sea tan grave" significa que no importe —me dio un pequeño golpe en la oreja—. Importa porque pasó y por eso estás aquí. Gracias a tu historia brillas, gracias a eso eres tú.
—A veces no entiendo cómo Dios te dio tanta sabiduría.
—A veces pienso que soy la reencarnación de Salomón —bromeó pero luego se centró—. En fin, estarás bien, ¿ok?