Esa Chica Normal. [novela Cristiana]

Epílogo.

—Mami —Alejandra me llama y, por unos segundos, me saca de balance.

—Dime, amor —miro hacia donde está.

—Samantha se despertó.

—Está bien. Ten tu desayuno —le servo su plato y se lo paso.

Los años pasaron más rápido de lo que pude asimilar o imaginar, hoy en día vivo con Ramón y tenemos dos hermosas hijas: una se llama Alejandra y la más pequeña Samantha.

Me gradué de la universidad en medicina pediátrica, hoy trabajo en un hospital con ese mismo cargo, en cuanto a Ramón, se graduó de contabilidad y hoy trabaja como cajero bancario en un banco.

Hoy, después de casi 10 años juntos, puedo repetir lo que él me dijo el día de la boda frente al altar:

No me arrepiento de nada.

Dios nos ha ayudado de una manera que no sé explicar.

El testimonio de lo que le pasó a Ramón, los audios y videos que él grabo durante todo su proceso y cómo en cada uno de ellos su perspectiva sobre la vida, sobre Dios, cambiaba, ha ayudado a muchas personas mucho más de lo que imaginé.

Ver cómo Dios obró es inexplicable hasta el día de hoy.

No ha tenido que seguir con las sesiones de quimioterapia, porque después de que nos casamos los estudios detectaron que ya no había más células cancerígenas en su cuerpo, que era posible que en un futuro aparecieran, pero, hasta ahora, no están.

Nuestras hijas son un tesoro de Dios, Alejandra tiene 7 años y Samantha 4.

A Samantha la adoptamos en un viaje que hicimos a Florence. Ella es sorda, pero para nosotros no ha sido difícil porque aprendimos ASL y Alejandra también, sus padres biológicos murieron en un accidente automovilístico en el que solo Samantha quedó viva, aún no entendemos cómo, pero ella es una sobreviviente.

Hoy tengo que salir a hacer las compras del mes, así que luego de prepararle un biberón de leche a Samantha ,y que Alejandra se ofreciera a llevárselo a su habitación, le he pedido a Ramón que atienda a las niñas mientras voy al mercado. Busco mi cartera y salgo de casa.

Al cerrar la puerta, noto que una chica está parada cerca de una casa mirando a la nuestra.

Me acerco hacia ella para preguntarle si necesita algo de nosotros, y entonces pregunta:

—¿Eres Ana? — me da la mano en señal de saludo.

—Sí —le respondo un poco extrañada—. ¿Quién es usted?

—Soy Marta, trabajo en la editorial Coral y me mandaron a darte una gran noticia —informa y busca algo en su bolso—. Sabemos que tienes una página de poemas en redes sociales, hemos estado viendo lo que escribes y nos encanta. Queremos que consideres la posibilidad de poner esos poemas en un libro. Merecen estarlo, eres muy buena escribiendo —informa con cautela—. Aquí te dejo un documento —me pasa el folder que sacó de su bolso—, para que leas cómo trabajamos y demás. Por si algún día consideras sacar un libro puedas comunicarte con nosotros.

—Muchas gracias por la oferta —solo eso pude decir. Estoy muy sorprendida con todo esto, nunca pensé que esto pasaría.

¿Una editorial quiere que haga un libro-poemario con lo que escribo?

¡Estoy soñando!

—En serio, muchas gracias —recalco—. Consideraré su propuesta y les dejaré saber mi respuesta.

Ella está de acuerdo y se despide de mí, al irse, inmediatamente vuelvo a la casa, esto tiene que saberlo Ramón ya.

—¿Por qué estás tan feliz? —pregunta al verme entrar tan entusiasmada.

—No lo vas a creer —le muestro el documento que me dejó la chica—. ¡Una editorial quiere que considere hacer un libro con mis poemas y que si lo hago me comunique con ellos para venderlos en físico! —salto de emoción como una niña pequeña.

—Eso es genial, amor. Es bonito saber que hay una probabilidad de que puedas cumplir tu sueño, me siento tan orgulloso de ti, en serio —me abraza con mucho cariño—, pero¿ellos no saben que tienes un libro de poemas?

—Si me lo sugirieron creo que no. Además, no lo he hecho público —respondo.

—Cierto —asiente y se acerca un poco más a mí—. Estoy muy orgulloso de ti —deja un beso en mi frente—. Esto es solo el comienzo de lo que Dios tiene para ti.

—Gracias por creer en mí —lo abrazo.

—Siempre lo haré. Te amo, mi sol.

—Te amo, mi luna.

—Algún día tendrán que contarme la historia del porqué se dicen así —dice Alejandra apareciendo en nuestro campo de visión.

—Es muy romántica para tu gusto, hija —le advierte Ramón, Alejandra sonríe divertida.

—Estoy dispuesta a escucharla.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.