El sol de la mañana ya se alzaba sobre el bosque de Hope, filtrándose entre las copas de los árboles como miles de agujas doradas. Emily, con el Medallón del Ojo ahora colgado de su cuello, sentía el peso de la responsabilidad y el frío contacto del metal contra su piel. La muerte de Mateo había sido un golpe más, pero también una fuente de información crucial. La casa de los Queen, detrás de la cascada, era su siguiente destino. Allí, según las últimas palabras de Mateo, estaba su sobrino, otra posible víctima del "Gen Douglas" y de la ambición de Nora Queen.
El bosque, que horas antes había sido un laberinto de terror, ahora parecía transformarse bajo la influencia del medallón. Cada árbol, cada sendero, cada riachuelo le hablaba a Emily a través de una red de sensaciones y visiones. El "Gen Douglas" no solo le permitía ver el pasado; le otorgaba una conexión profunda con el entorno, una especie de mapa viviente que le indicaba las corrientes subterráneas, la presencia de vida, e incluso los puntos de energía distorsionada que delataban la actividad de los Queen.
Se movía con una determinación renovada, sus pequeños pies descalzos, curtidos por la huida, ya no sentían el frío o los pequeños cortes. La ira que había brotado en ella ante la muerte de Clara, y ahora la de Mateo, la impulsaba hacia adelante. No era una venganza ciega, sino una sed de justicia y un deseo ferviente de poner fin a ese horrible "juego".
Horas de caminata la llevaron a un sendero menos transitado, cubierto de musgo y hojas secas. El aire se volvió más fresco y húmedo, y el sonido distante de agua cayendo comenzó a llenar el silencio del bosque. La cascada. Estaba cerca. El Medallón del Ojo vibró suavemente en su pecho, confirmando la dirección.
Emily avanzó con cautela, sus sentidos en alerta. Podía sentir la presencia de otros, más allá de la cascada, aunque aún no los viera. Eran presencias frías, vigilantes. Los guardias de los Queen.
El sendero se abrió en un claro, revelando una vista imponente. Una cascada, no muy grande, pero de una belleza serena, caía por una pared de roca cubierta de líquenes, formando una piscina natural de aguas cristalinas. Y detrás del velo de agua, apenas visible, se alzaba una estructura. No era una casa común. Era una mansión antigua, construida con piedra oscura, sus ventanas, opacas por el tiempo y el musgo, daban la impresión de ojos ciegos. La vegetación la envolvía, intentando ocultarla, pero su imponente silueta se alzaba con una presencia sombría. Era la Casa de los Queen.
El medallón en su cuello pulsó con una intensidad que casi la mareó. Una nueva visión, más poderosa que las anteriores, se apoderó de ella. No era un recuerdo de su linaje; era una inmersión en la casa misma, en su historia.
Vio a Harry Queen, el padre de Nora, un hombre con una ambición desmedida y ojos fríos, de pie en un salón de la mansión, rodeado de mapas y diagramas complejos. Lourdes, la abuela de Nora, una mujer de apariencia frágil pero con una mirada calculadora, se sentaba a su lado.
—La pureza del gen Douglas es esencial, Harry —dijo Lourdes, su voz sibilante—. Sin ella, la red es inestable. Los "cascarones" son necesarios para disipar el "consumo", pero solo los Douglas puros pueden canalizar el verdadero poder del Ojo y la red global.
Harry asintió, su rostro sombrío. —Lo sé, madre. Mi propia hermana, Eleanor, se negó a cooperar. Huyó. Y sus descendientes han sido una espina en nuestro costado por generaciones. Pero ahora, con el último Douglas, finalmente tendremos lo que deseamos.
Emily sintió un escalofrío al escuchar sus palabras. El "consumo" del que hablaban no era solo un agotamiento del portador; era una especie de sobrecarga de energía que, si no se disipaba, podía destruir al usuario. Las niñas "cascarones" no solo absorbían el consumo; eran un sacrificio vivo para proteger a la línea Douglas pura, a Emily misma, para que pudieran utilizarla como su herramienta principal.
La visión cambió. Vio la mansión en diferentes épocas. Una sala secreta en el sótano, llena de aparatos extraños y diagramas de circuitos complejos. Vio a niños, algunos de ellos con los mismos ojos vacíos de las niñas encadenadas, siendo forzados a dibujar en pizarras, a manipular extraños objetos. Y uno de ellos, el sobrino de Mateo, un niño delgado y asustado, que intentaba resistirse. Su "don" era menor, pero existía, y los Queen lo explotaban para sus propios fines.
La visión se desvaneció, dejando a Emily con el medallón ardiendo en su pecho y una mezcla de terror y determinación. La mansión Queen era el centro de su operación, el lugar donde el "Gen Douglas" había sido pervertido y donde se encontraban las respuestas. Y el sobrino de Mateo.
Emily se arrastró por el borde del claro, oculta por la vegetación. Necesitaba encontrar una forma de entrar sin ser vista. El "Ojo" le mostró una red de túneles de servicio debajo de la mansión, conductos viejos, algunos abandonados, que se conectaban al sistema de drenaje de la cascada. Una entrada secreta.
Con una nueva dirección, Emily se movió hacia la base de la cascada. El rugido del agua era ensordecedor, pero también servía como una cortina de sonido, ocultando sus propios movimientos. Encontró una pequeña abertura, apenas visible entre las rocas húmedas, que el "Ojo" le había señalado. Era un túnel estrecho, oscuro y húmedo, pero parecía el camino correcto.
Se deslizó por la abertura, el agua fría del arroyo cubriendo sus pies. El túnel olía a tierra mojada y a algo metálico. A medida que avanzaba, la luz de la cascada desapareció, sumergiéndola en una oscuridad total. Confió en el medallón, que emitía un tenue brillo azulado, apenas suficiente para iluminar el camino.
El túnel era largo y sinuoso. Los sonidos de la mansión, amortiguados, comenzaron a filtrarse a través de las paredes: voces, pasos, el chirrido de puertas. Emily se dio cuenta de que estaba debajo de la casa. El "Ojo" le mostró puntos de energía a su alrededor, cámaras subterráneas, celdas, laboratorios ocultos. La mansión era más que una casa; era un complejo subterráneo, una fortaleza de la ambición de los Queen.
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Editado: 08.07.2025