Hace ya una semana que Abi se fue de expedición. Me encuentro triste, pero al menos se dónde está. La última vez que se fue no sabía que estaba perdida por esas cuevas. Hablando de cuevas, ¿Qué será de Mari Pili? Des de aquel día que nos pegamos que no se nada de ella.
Bob se acerca a mí, que estoy sentada en el sofá mientras me relajo mirando al fuego, y se acuesta en mi regazo. La verdad es que vuelven a actuar normal des de que empezó el frio. Puede que notaran el cambio de tiempo, los generadores de clima de la Unión no cambian el clima de la noche a la mañana, tiene un procesó, no sé cómo funciona, pero sí sé que tarda su tiempo.
Estiro mis brazos y doy un profundo bostezo. La verdad es que esa época del año me gusta, es cuando más puedo descansar. El trabajo lo hago en casa y luego cuando tengo suficiente ropa confeccionada voy al almacén a depositarla, se recuenta las piezas que he hecho y se anotan. A final de mes se me paga arreglo a la ropa que he confeccionado. Se me da bien esto de coser, me levanto sobre las nuevo o las diez, como algo, pongo la radio y empiezo a trabajar. La temporada de recogida es lo suficiente dura como para que prefiera no presionar mi cuerpo durante el invierno. Es mejor prevenir que lamentar ese es uno de mis lemas. Así que prefiero trabajar menos y descansar más para estar fuerte para la siguiente temporada.
La nieve ya recorre la totalidad del pueblo y es imprescindible salir con la ropa adecuada. Espero que Abi tenga el abrigo suficiente, porque en medio del bosque el frio es más intenso. Vuelvo a pensar en Abi. Me siento solo aquí, aunque este acompañada de los animales. Normalmente cuando llega esta época Abi no para de danzar por la casa. Ella no confecciona mucho, la verdad es que las manualidades no son su especialidad, pero en el fondo me da mucha compañía mientras trabajo y lo paso más amenamente.
Recuerdo inviernos en los que Abi no paraba de reír y charlar sobre cualquier cosa que se le pasa por la cabeza, generalmente de grandes aventuras, secretos por descubrir y riquezas ocultas que no sacarían de nuestra vida y nos llevarían a otra mejor. No daba crédito a sus historias, pero era como estar escuchando un audiolibro. También jugaba con Buck y hacían mucho ruido por la casa. En cambio, ahora esta está silenciosa...
Des de que Abi perdió la memoria que parece otra persona, se ha vuelto más independiente y más segura de sí misma. Actúa con una convicción que nunca le había visto. A demás tiene una fuerza física que no se dé donde la saca, sin olvidar que se concentra más en lo que hace. No sé, nunca se me hubiera pasado por la cabeza que Abi fuera capaz de atacar a nadie como lo hizo con aquel militar, sin olvidar la patada que le dio a Buck, aunque en aquel momento no le die nada porque parecía muy afectada por la situación, pero Buck tuvo la boca hinchada por varios días.
Tampoco se dé donde la ha salido esa manía de darle tantas vueltas a la política y a la sociedad, ella siempre ha sido más pasional, no tan reflexiva, quería aventuras, no cambiar el mundo con ellas.
Cojo unas cartas de la mesa y empiezo a examinar las facturas y los gastos. De momento vamos mejor que otros años, pero no estamos para tirar cohetes. Al menos nos podemos seguir manteniendo un mes más. Decido que no puedo permitirme descansar mas así que me levanto, haciendo que Bob ruede por el sofá, y empiezo a coser.
Así me paso un par de horas más. Estoy satisfecha con mi trabajo, me han quedado unas piezas de calidad. Como un poco y me voy a la cama. El día siguiente deberá ser igual de productivo que hoy.
Han pasado un par de semanas des de la última vez que consulté las facturas. Ahora tengo las piezas suficientes para ir al almacén a hacer una entrega. Pongo la ropa confeccionada en una gran caja, la cual pongo sobre un trine, dispuesto por mí, que hay en la entrada de mi casa. Cierro la puerta con llave y empiezo a andar por la solitaria calle tirando de una cuerda atada al trineo.
Pese a ser de día hace bastante frio, las manos se me entumecen y las orejas se me hielan, a pesar de llevar guantes y gorro. Arrastro mi trabajo de estos últimos días con gran esfuerzo. En este momento una figura humana choca conmigo, cosa que hace que yo de unos traspiés hacia atrás y tropieza con el trineo, el cual cae al suelo esparciendo la ropa que lleva.
- Disculpe ciudadana Alicia Carbajal Rojiza. Voy con misión urgente. - Dice la Jefa siguiendo su camino. La verdad es que me da igual que le pase, eso no va conmigo.
Me arrodillo en la nieve y empiezo a recoger mis confecciones volviéndolas a meter en la caja. Des pues de eso reemprendo mi camino. Cada paso que doy uno mis pies se hunde unos cuantos centímetros en la nieve. Ando encorvada arrastrando con fuerza el trineo. Finalmente llego a el almacén y hago las gestiones menesteres.
Una vez todo arreglado vuelvo por donde he venido. El surco que he dejado al venir vuelve a estar relleno a causa de la tormenta de nieve que se ha desatado. El viento me empuja incesantemente y mi cuerpo avanza de manera fatigosa. Cada metro es como una montaña para mí. A penas veo nada delante mía.
De repente escucho jaleo a unos metros, voy acercándome y consigo distinguir a la Jefa i la doctora que están arrastrando un cuerpo hacia donde supongo que está la clínica. El cuerpo lleva una sábana cubriendo, lo que no sé es si está muerto o solo es para protegerlo. Las dos mujeres apenas me miran y avanzan rápidamente, con una fuerza que yo no tengo.