¿Qué debía hacer? ¿cuál era la mejor decisión?
Porque si no admitía su presencia en nuestro hogar, el descontento hubiera perjudicado el valor de una comprensión expuesta durante toda una vida y proclamada a los cuatro vientos.
Por otro lado, acoger a alguien desconocido significaba asumir un gran riesgo, y abandonar el control.
Y no quise renunciar a lo primero. Opté por olvidar todos mis miedos para que ella sintiera mi apoyo, para que entendiera el valor de mi decisión.
Abrí las puertas de mi casa y de mi corazón, dispuesta a descubrir los bellos sentimientos que les unía… abracé al enemigo sin conocerlo.
Ahora entiendo, que hiciera lo que hiciera, tomara una decisión u otra, el final hubiera sido el mismo.
El ser intruso, instauró su malicia en la mente inocente de una enamorada, y ésta asumió una falsa maldad en su familia.
Fui desterrada de su corazón.
Editado: 25.04.2024