Sola en mi habitación, en la penumbra de la noche, te pienso como si fueras a materializarte frente a mí y pudieras abrazarme...
¿Qué pasó? ¿Qué me has hecho? Son preguntas que me invaden día a día, pero no encuentro respuesta alguna.
Apareciste como si nada, pusiste mi mundo de cabeza, y es como si no te importara el martirio que vivo por ti.
¿Acaso ese era tu cometido? ¿Volverme loca, y dejarme así, deseando todo contigo? Te metiste en mi mente y sospecho que vas llegando a mi corazón, sin permiso alguno.
Encendiste de nuevo la ilusión en mí, y no sé qué hacer. Ya no quería sentir lo que estoy sintiendo, no quería volver a desvelarme noches enteras, ni pasar mis tardes suspirando. Ahora hasta mis canciones favoritas son la excusa perfecta para pensarte, porque siento que puedo dedicarte cada una de ellas.
¿Podré vivir sin ti? No lo sé, pero lo que sí sé es que ya no puedo vivir con esta lucha interna que llevo. Me tortura pensar en lo que es correcto, y en lo que no; en que no soy lo que tú esperas, y que no estoy a la altura. No quiero sufrir otra vez, pero al parecer el juego comenzó y ya es inevitable...
Es tan fuerte lo que siento, que estoy por enloquecer. Creo que jamás alguien me había puesto en este estado, y si te lo confesara todo, sé qué estarías muy orgulloso de ti mismo, por eso me niego a hacerlo...
Sólo la luna sabe cuánto lucho con esto, sólo ella sabe cuánto te pienso y cuánto te hablo, aunque no puedas escucharme.
Tu voz, esa voz... Como una dulce melodía que se cuela por mis canales auditivos... ¿Cómo es posible que eso sea lo único que quiero escuchar al despertar y lo último al irme a dormir? ¿Cómo es posible que tu risa y tus tonterías iluminen de tal manera mi vida?
Llegaste tan inesperadamente, que a veces me arrepiento de haberte conocido, no es que me desagrades, pero entiende, yo estaba muy tranquila sin ti.
Me haces feliz, pero también haces que mi corazón se estruje. Algunos días me dices cosas bonitas, y otros, me ignoras por completo. Me haces rabiar, pero no logro que me dure mucho, porque cada vez que me buscas, respondo al instante, como la tonta que soy.
Me rehuso a sentirme así, me rehuso a dejar que te audeñes de mi corazón, y sucesivamente de mi alma.
No sé cómo, pero me voy a encargar de arrancarte de mi mente. Nuevamente, no es que te odie, pero entiende que es injusto lo que le haces a mi pobre corazón...