MARLON
—Supongo que, en medio del mar, es más fácil sentirse como uno mismo. Me refiero a... como uno realmente es: ya sea que lo ocultes y aquí se desvele o que lo hayas olvidado y aquí lo recuerdes —reflexioné aquella mañana del noveno día a bordo—. La vida aquí es mucho más llevadera, ¿no lo crees?
Observé su perfil.
Sus ojos verdes se entornaron.
—Para mí... también es algo parecido —admitió Leah con un deje de nostalgia al tiempo que apoyó los antebrazos en el barandal—. Mi vida en Seúl es algo diferente.
Me pareció que aquel diferente abarcaba mucho más, pero no me atreví a cuestionar. Solo suspiré y volví la atención al panorama frente a nosotros. Desde lo alto, se podía ver casi en su totalidad la inmensidad del buque: las cubiertas de diferentes niveles, los compartimientos grandes y pequeños, los pasajeros que iban y venían, los miembros de tripulación... Una pequeña ciudad en movimiento.
—Cuando el barco arribe en el puerto de Fort Lauderdale... —mi voz se hizo difícil en mi garganta—, ¿volverás de inmediato a Seúl?
Leah aguardó unos instantes.
Mi pregunta pareció tomarla por sorpresa.
—Bueno, soy de las personas que lo planifican todo, así que... ya tengo reservado mi vuelo para esa misma tarde —confesó con cierta pesadumbre. O eso me pareció.
* * *
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