El lugar es simplemente despampanante.
Es el primero de nuestros dos días de estadía aquí y Adam necesitaba buscar a su madre para comentarle algo a lo que no preste atención.
Son apenas las 1 PM y el salón de la fiesta, que queda convenientemente cerca de la capilla donde se hara la ceremonia, ya esta concurrido con floristas y organizadores. El salón es amplio y moderno y, a pesar de que casi nada esta montado aún, sé de inmediato que la celebración será mucho más extravagante de lo que anticipe. La pista de baile es inmensa y alrededor de esta se encuentran las mesas donde van a cenar los invitados, no sé si cuento como tal pues en realidad soy el +1 de la tarjeta de chico a mi lado.
Leticia, la madre de los hermanos Colleman, corre de un lado al otro con un portafolio, algo me dice que es ella quien organizó todo esto. Por un momento más corto que un segundo parece vernos por el rabillo del ojo y se queda inmóvil mirando a su hijo y a mi intermitentemente, entonces da una caminata rápida hasta nosotros con los brazos abiertos, me sorprende cuando me doy cuenta que el abrazo es para mi.
Luego del abrazo más largo e incomodo de mi vida ella me toma por los hombros y me saluda con un expresión de puro alivio y emoción, luego de murmurar un gracias se pone a conversar unos minutos con el pelinegro. Justo al lado de la elegante mujer se encuentra un hombre mayor parado con la misma mueca de inseguridad que yo.
¨Hola, soy Alex¨ Digo amablemente en su dirección, el me extiende una mano tras sacudir su gesto sorprendido.
¨Edmundo, padre del revoltoso.¨ Señala con perfecta claridad y una sonrisa amable se me escapa, debe asumir quien soy para usar el lenguaje de señas con tanta naturalidad. O podría simplemente estar acostumbrado por Leticia.
El hombre tiene un porte elegante pero sencillo y no parece demasiado interesado con lo que esta sucediendo a su alrededor, pues lleva las manos a los bolsillos apenas termina con su cordial presentación. Exceptuando por la altura me es imposible verle el menor parecido a Adam, parece serio y calculador, pero a la misma vez parece despreocupado y aburrido, como si su hija ya se hubiera casado otras mil veces. Tampoco hace intento de entablar una conversación, así que me quedo balanceando el peso de mi cuerpo de un pie al otro, mirando a mis alrededores, viendo a la gente con flores y decoraciones pasar por las puerta de vidrio y comenzar a acomodar cada cosa en su lugar.
Luego de lo que son quizás 5 o 10 minutos de conversación el pelinegro regresa a mi y explica que nos quedaremos en la casa de la familia por las próximas dos noches, así que debemos volver al hotel para mover nuestras cosas allí. Cabe destacar que no se le ve demasiado contento con la idea y hasta que llegamos al hotel no da la impresión de que vaya a pronunciar palabra alguna.
Me gustaría ser directa y preguntar cual es el problema que hay entre su hermana y él, pero no soy así de indiscreta así que mantengo la boca cerrada y las manos ocupadas. Para cuando llegamos a su casa, o mejor dicho a la de sus padres, ya son cerca de las 4: 30.
Me siento un poco fuera de lugar, no solo vengo a un casamientos siendo que no conozco ni a la novia ni al novio, sino también me quedo en casa de sus padres. ¿Cuán extraño es eso? De una forma o la otra, me aseguro de permanecer con el perfil bajo, siguiendo a Adam como solía hacerlo cuando comencé a vivir con él. ¿Saben sus padres que vivimos juntos?
Tampoco estoy muy segura de querer que lo sepan, ya tengo suficiente con mis sentimientos unilaterales.
Cuando falta menos de una hora para la ceremonia yo me encuentro en el cuarto de baño utilizando el maquillaje que traje. Base, corrector de ojeras, rubor y máscara de pestañas junto a un suave labial rosa es todo lo que necesito para convertir mi rostro enfermizo en el de aquella chica que no sabía lo que las bolsas bajo los ojos eran. Fake it until you make it.
El vestido no tenía arrugas gracias a que lo había colgado en el armario de la que solía ser la habitación de Adam, lugar donde dormiriamos los días que las próximas dos noches, y solo faltaban los zapatos que había guardado dentro de una bolsa para que no ensucien la ropa. Me puse el collar que mamá me regaló a los 15 y ya estaba lista. Todo en menos de 45 minutos, mientras que Adam seguía atando y desatando el nudo de su corbata gris, lo único que resaltaba en su traje negro entallado con camisa blanca. Parecía que ninguno de las diferentes formas en la que sabía hacer los nudos le parecía la correcta y con el pasar de los minutos podía notar que comenzaba a estresarse, perdiendo el control sobre sus manos, su reflejo parecía el de un adolescente conflictuado consigo mismo.
¨A veces lo más simple es lo mejor.¨ Le anime, sabiendo que podía verme hacer la señas a través del espejo, sin embargo parecía demasiado concentrado en su tarea como para percatarse de que había salido del baño ya lista para irnos.
Me senté en la cama y aguarde pacientemente por él, verdaderamente parecía nervioso y sabía que no haría ningún bien molestarlo ahora. Su cabeza gira en torno a la puerta y la misma se entreabre un segundo después, la cabeza de leticia se deja ver y sonríe ampliamente antes de entrar por completo. Lleva un vestido largo color azul marino y un peinado recogido con un maquillaje impecable.