Ese beso en Paris

42|| El amor

WENDY


 

—¡brindemos... por el amor! —grita Amber alzando su copa hacia arriba. Margot, Liz y yo reímos a carcajadas e imitamos su movimiento.


 

Hoy, como todos los viernes decidimos que nuestra salida de chicas sea en un bar bastante alejado del pueblo. En cuanto llegamos optamos por sentarnos en el balcón, es una noche preciosa, cálida y, ¿que más hermoso que comer bajo la atenta mirada de la luna y bajo un manto de Estrellas?


 

Hacía varios días que no veía a las chicas. Últimamente he estado un... poco ocupada con Chase. No hemos tenido suficiente tiempo para pasear por el pueblo o simplemente juntarnos a comer en mi departamento o el suyo ya que ha estado muy ocupado con el trabajo y con los entrenamientos. Al parecer en unas semanas hay un juego muy importante y no puede faltar a ninguna práctica. Es por ello que el martes le mandé un mensaje de texto a mi abuela y le pedí unas cuantas recetas. No soy muy fan de la cocina, pero bueno, una por amor hace lo que sea... es así que estuve toda la tarde cocinando varias tartas y aperitivos. Llegada la noche coloqué todo dentro de una canasta y decidí sorprender a Chase con la cena.


 

—Ya que no podemos juntarnos durante el día, lo haremos durante la noche —dije extendiendo la canasta hacia él.


 

El resto de la semana también estuvo bastante ocupado por lo que nuestras citas de noche se volvieron rutinarias. Una noche cocinaba él y otras lo hacía yo.

Armábamos una especie de picnic sobre el mostrador y allí depositábamos toda la comida y bebida. Estábamos hasta altas horas de la madrugada allí sentados uno al lado del otro.


 

Dos bocados de tarta, diez besos.

Dos sorbos de Coca Cola, otros diez besos más y alguna caricia de por medio.

Tres bocados de galletas con chispas de chocolate, y mis manos comenzaban a hurgar dentro de la camisa de Chase, tocando la suavidad de su piel, sus músculos.


 

Es un alivio que a esas horas todos estén durmiendo, porque hacíamos de recepción una sala no apta para menores.


 

Chase está más que acostumbrado a trasnochar, pero no puedo decir lo mismo de mi. Era casi como un reloj, llegaban las tres de la madrugada y mis ojos comenzaban a cerrarse, hacía todo lo posible por mantenerlos abiertos un rato más para así seguir disfrutando de la compañía de Chase, pero era imposible, el sueño era más fuerte que yo. A las tres y media, luego de una larga sesión de comida, besos, caricias y roces, me despedía de él y volvía a mi departamento. Él por su parte debía quedarse dos o tres horas más.


 

Amo salir con las chicas, no solo porque me rio y me divierto mucho con ellas, sino también porque puedo hablar con ellas sobre lo que me está sucediendo con Chase. comenzamos a ponernos al día y a hablar sobre lo más impórtente de nuestra semana, la primera en hablar fui yo, hablé Chase y de todo lo que venimos haciendo, pero para mi sorpresa, ninguna de ellas se sorprendió cuando dije que había besado a Chase más de lo que he besado en toda mi vida. Las tres pronunciaron un "al fin" al unísono. La siguiente en hablar fue Amber, dijo que hablaba mucho con la chica que conoció hace unas semanas y que están coordinando para verse en persona, estas últimas semanas tan solo han hablado por celular y han implementado hacer videollamada, pero... no una simple videollamada, sino que utilizan a la pobre cámara como mediadora para hacer exhibiciones, si saben a lo que me refiero...


 

—Es nuestra única manera de conocernos de esa manera —dijo emocionada —deberían intentarlo. Es un poco frustrante porque tienes a la otra persona frente a ti casi o completamente desnuda y no puedes tocarla, el solo mirarla a veces no es suficiente. Pero... de todas formas es divertido. Mi prima me ha regalado un consolador —ella hablaba con tal naturalidad que al principio me sorprendió —y en nuestras charlas virtuales lo he utilizado y... joder... es el mejor regalo que me han hecho en toda mi vida —todas reímos a carcajadas. Un grupo de chicos que está a nuestro lado nos mira con cara rara, al parecer estamos gritando o hablando muy fuerte, pero a ninguna de nosotras nos importa.


 

Luego llegó el turno de Liz, nos contó (sin mucho detalle, a diferencia de Amber) que ella y Caleb están intentado comenzar algo a pesar de que solo se ven para tener sexo.


 

—La verdad es que en este momento no quiero tener novio. Y Caleb tampoco quiere tener novia. Así que nos juntamos a veces en su casa, a veces en la mía, otras veces lo hacemos en su auto, ahh, también lo hicimos en la playa —piensa unos cuantos segundos recordando donde más tuvieron sexo —en su cocina, en el baño...


 

—Muy bien Liz, creo que ya entendimos, tuvieron sexo desenfrenado en muchos lugares —dijo Margot cortando su relato.


 

Finalmente llegó el turno de Margot y nos sorprendió a todas cuando dijo que la noche anterior había ido a casa de Alex.


 

—No lo hicimos —respondió rápidamente con sus mejillas coloradas.—pero... creo que no tardará mucho en suceder. Él y yo tenemos mucho en común. Es un chico muy bueno, y además...—sus mejillas se incendian aún más y todas reímos, sabemos qué hay algo que no nos está contando —hicimos otras cosas...—ríe tapándose el rostro con sus manos.—y... era mi primera vez...


 

—¿Que cosas?—quiso saber Amber. Margot tardó unos segundos en responder.


 

—Ya sabes... me tocó con... sus dedos, sus manos... incluso...—la palabras parecen no salir. Está muy avergonzada. Está claro que es una chica muy tímida.


 

—¡Con su boca!—gritó Amber y ella asistió con la cabeza completamente roja como un tomate, todas reímos.—Ay chicas ¡que viva el amor!—grita y volvemos a unir nuestras copas.




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