Ese beso en Paris

43|| Vibración

WENDY


 

Beber, bailar, salir y disfrutar, es hermoso. Lo que no es hermoso es la resaca. Mi celular ha sido el causante de que esté despierta. Mi madre ha llamado durante toda la mañana. Y digo mañana porque ahora son las dos de la tarde. Creo que me he excedido un poco con la hora de dormir. Pero estoy de vacaciones, me lo merezco.


 

Le envío un mensaje a mi madre diciéndole que en la tarde la llamaré, lanzo el celular a la mesita de luz y me dirijo al baño a darme una buena ducha relajante para despertarme y quitarme el horrible dolor de cabeza que tengo.


 

Veinte minutos después estoy vestida, peinada, arreglada y sentada a la mesada de la cocina desayunando unas galletas quemadas (que supuestamente íbamos a comer el jueves por la noche con Chase pero dado en el estado que estaban tan solo pude llevar un budín de nueces que, no estaba tan Bueno, pero sí en mejor estado que las galletas) y un jugo de naranja que, a pesar de haberle puesto cuatro cucharadas de azúcar, sigue estando ácido.


 

Mi día ha empezado de la peor manera. Es por ello que para desestresarme y despejar mi mente decido que hoy pasaré la tarde en el pueblo. Debo comprar algunos comestibles que ya están escaseando, quizás me compre ropa, o algún adorno para el que por el momento está siendo mi hogar.


 

He caminado por al lado de decenas de vidrieras y no se con cual de todas las blusas que he visto debo quedarme. Mi cerebro dice "cómpratelas todas" pero mi billetera dice "compra solo las que crees que en verdad usarás". Primero he comprado todos los comestibles que estaban en mi lista de compras, luego he ido a una tienda que Liz me recomendó, allí compré un short de jean, una falda negra y un top color salmón. Las bolsas están cortando la circulación de mis dedos, pero estoy segura que aguantan unas dos bolsas más así que entro a otra tienda y allí compro una maceta pequeña con una tuna, (siempre he querido tener una), por lo que no lo pienso dos veces y compro tres. Se verán perfectas en el baño, en el living y en mi dormitorio.


 

Cruzo hacia la otra vereda, aún me cuesta un poco identificar las calles, por lo que sigo caminando en línea recta sin saber a donde ir, por ese lado jamás he ido, sé qué hay más tiendas pero aún no las he visitado, así que acomodo las bolsas en mis manos y camino dos cuadras más abajo.


 

Una tienda para mascotas, una peluquería, tres tiendas de ropa, un supermercado muy escondido y una tienda de golosinas es lo que veo a mi alrededor. Pero en cuanto me giro sobre mis talones un cartel llama mi atención: "sex shop", y el nombre de Amber aparece en mi cerebro.


 

—Esto debe ser una broma—digo por lo bajo ocultando una risa.

Camino hacia la tienda y cuando me paro frente a la vidriera quedo de cara. Hay maniquíes semi desnudos exponiendo lencería sumamente pequeña por todos lados (tanto de hombre como de mujer) y ni hablar de la cantidad excesiva qué hay de objetos y aparatos sexuales sobre el lado derecho de la tienda. Es como si estuviese dentro del cuarto de juegos de Christian Grey.


 

—Vamos Wendy, entra no seas cobarde —me animo. Observo a mi alrededor comprobando de que nadie esté viéndome y me adentro a la tienda. ¿¡Por Dios que es lo que estoy haciendo!?


 

—Hola buenas tardes ¿puedo ayudarla en algo?—una chica joven, casi de mi altura, atractiva y con su uniforme sumamente ajustado, se acerca lentamente hacia mi con una sonrisa de oreja a oreja


 

—No... yo solo...—titubeo. Ella parece notar mi nerviosismo


 

—¿Es tu primera vez aquí, no es así?—avergonzada asiento con la cabeza. Ella me ofrece una media sonrisa y me dirige hacia el mostrador. —mira, aquí tienes un catálogo, si quieres puedes mirarlo y si algo atrae tu atención me dices y te lo traigo. —vuelvo a asentir y la chica se aleja para atender a otra clienta.


 

Paso las páginas leyendo todo lo que puedo llegar a comprar, pero me quedo paralizada cuando llego a la sección que me interesa: los consoladores. Hay casi una decena de ellos, todos de diferentes tamaños, precios. colores y marcas. No se cual debería comprar, Amber solo me ha dado un consejo, una sugerencia, no me ha dicho cuál debería comprar. En estos temas soy una inexperta total.


 

—¿Ya has elegido alguno?


 

—Yo... —hago una pausa dirigiendo mi vista al catálogo—quisiera comprar uno —digo finalmente sin pensarlo dos veces—pero no se cual comprar... todos me parecen iguales —río nerviosa


 

—Mira—señala uno negro y me explica que no son todos iguales. No solo se diferencian por su color , tamaño y marca, sino que varían en la velocidad de cada uno. El negro que le señalé tiene cuatro velocidades, tiene la forma de... un pene y un grosor de tres centímetros y un largo de diez centímetros, por otro lado hay uno de color rosado, que ese tiene cinco velocidades, pero a diferencia del anterior tiene un vibrador no solo en lo que vendría a ser el miembro sino que también  en una pequeña bolita la cual iría en... el clitoris.


 

Creo que estoy recibiendo mucha información de golpe. Mis manos están sudando de los nervios, necesito salir corriendo de aquí, no se porque he venido.


 

>>Así que... ¿cuál te ha gustado más?—la voz de la chica me vuelve  a la realidad. Estoy a punto de decirle que cambié de opinión, que mejor no compraré nada, pero allí está otra vez la voz de Amber convenciéndome de que lo haga.


 

—Creo que elegiré este—señalo con las manos temblorosas la primera opción que me enseñó.


 

—Muy bien ya te lo traeré—informa y le agradezco


 

Paso al otro mostrador para pagar y allí espero a que la chica traiga mi nueva adquisición.




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