Ser
Humano
Está
En infinitivo.
La misión es conjugarnos
Y jugarnos
EntoncesRosie
Gonza iba de un lado a otro de su casa: limpiaba las estanterías con un trapo, que por momentos olvidaba en algún lado para retomar la escoba y dejarla en alguna esquina al acordarse de revolver el tuco que estaba a fuego lento en la hornalla. Si, a fuego lento como había estado él todo este tiempo. De pasada miró el reloj, eran las cinco, todavía tenía tiempo.
Todo había empezado un tiempo atrás, al principio del Aislamiento Social Preventivo, donde en su isla de dos ambientes y con su pez Peppo como única compañía decidió zambullirse en una de esas aplicaciones de vidriera donde uno se expone como si fuese carne de exportación a esperar a ser elegido por otro pedazo de carne de exportación, con la expectativa de que el contenido sea lo que dice la etiqueta. Así, encontró unas cuantas carnes vencidas y él también fue carne vencida para otras carnes. Hasta que se topó con Julieta.
“No mando nudes, ya te aviso” le previno por chat al rato de haberse presentado luego de coincidir.
“Tranqui, no hace falta” Le respondió sorprendido ante tanta determinación.
“No busco usar a nadie como objeto, yo me vinculo con la gente. Si te copa, podemos seguir hablando, sino, todo bien.” Le volvió a prevenir.
“Jajaja… Tranqui, pienso igual que vos” Tal declaración sin previo aviso le sorprendió, esos sincericidios no eran habituales en estos tiempos y menos en esas aplicaciones.
A eso le siguieron innumerables chats hablando sobre la vida de cada uno, compartieron alguna que otra fantasía, hasta que llegaron a intercambiar números, para sorpresa de él que creía perdida a posibilidad de avanzar más casilleros con esta chica que de tan honesta le parecía enigmática, ¿de dónde había salido?
Entre charla, audio y foto por WhatsApp concretaron encontrarse en una plaza un día cualquiera, le daba curiosidad saber si Julieta era así como parecía en las fotos que mandaba y si cara a cara podía mantener esa actitud guerrera que parecía tener por chat. El recuerdo de esa tarde aún le provocaba taquicardia.
Después de intercambiar comentarios graciosos y observaciones sobre lo recientemente visto en las fueras, que, como ambos trabajaban puertas adentro de sus casas, estar en la plaza era como estar en un parque de diversiones, ella mostró sus cartas sin pudor, pero a dos metros de distancia y con tapaboca:
- ¿A dónde vamos con todo esto? – disparó escrutándolo con sus ojos color avellana que a la luz del día parecían tener vetas doradas. De pronto le pareció estar frente al sol.
- ¿Quién sabe? – respondió Gonza aparentando relajación, mirando a cualquier lado menos a su cara.
- ¿Y entonces porque estamos acá? - insistió ella
Exasperado por tanta ansiedad repentina, la miró.
- No sé, nos gustamos y pegamos onda en la aplicación. - “Que comentario más obvio, ¿me estoy comiendo los mocos?”, se cuestionó, pero fue lo que se le ocurrió decir en ese momento.
- ¿Sólo eso? - Insistió Julieta
Gonza se quedó sin habla, ella no parecía estar exigiendo nada, más que… No sabía que… Decidió aclararlo:
- No entiendo a dónde vas, ¿podés ser más clara Juli? - El apodo ya era algo común entre ellos y lo usó para amenizar la situación.
- Mira Gonza, a mí el histeriqueo no me va, en la comunicación hay que ser claros. “Si hay histeria no hay historia” como dice la frase. El misterio en otros aspectos me resulta agradable, pero en este punto, no. A mí me gustas, pareces auténtico, de confianza, hace un tiempo largo que venimos hablando, creo que puede pasar algo entre nosotros.
Nunca en su vida Gonza había hablado en estos términos con nadie… Era raro, pero extrañamente agradable.
- Yo opino lo mismo que vos Juli, la verdad es que no estoy acostumbrado a hablar de estas cosas con la gente y no tuve muy buenas experiencias anteriores, siempre he supuesto que todo iba bien y después, ¡PUM! Paredón en la nariz.
- Por eso quiero hablar de esto con vos, me parece importante que no nos lastimemos. Te estimo, no quiero usar a nadie, ya te lo dije hace mil años. Si querés que seamos amigos, ¡Todo bien, eh!
En este punto Gonza pudo comprobar que Juli realmente estaba buscando aclarar la situación entre ellos, no se quedaba atrás con lo que decía en el chat. Del solo pensar eso se mareó, si coincidía en eso, entonces en cuanto a las fantasías que habían compartido seguramente era parecido, algo interno se movió en él… Cuando logró conectar nuevamente sus neuronas con la realidad Gonza comenzó a hablar y decidió arriesgar algo:
- Si nos aislamos 15 días cada uno en su casa y yo preparo un protocolo de entrada, ¿vos vendrías a casa una noche a comer una de esas pastas que te conté que mi abuela me enseñó a hacer?
- Sí, pero el protocolo completo, eh- le contesto ésta con picardía, guiñándole un ojo mientras se reía. - Yo llevo postre, hago un lemmon pie para chuparse los dedos.