Mañana es mi cumpleaños. Es una fecha especial, sí, pero no del todo feliz.
Cada año, no puedo evitar recordar que fue en ese día, cuando cumplí seis, que papá se fue de la casa y, posteriormente, se divorció de mamá.
Por ese motivo, cuando vivía en la otra ciudad, mis amigos se ocupaban siempre de organizarme las más geniales fiestas, tradición que fue interrumpida desde que nos mudamos a la capital.
El año pasado, en esta misma fecha, Lucas me pidió que fuera su novia, acostado en mi cama, abrazado a mí con la intención de consolarme. Se suponía que ese nuevo recuerdo mitigaría los malos sentimientos de ese día, pero él y yo ya no estamos juntos, por lo que estoy muy triste.
Por eso este año no quiero hacerme ilusiones con nada, ni siquiera con que papá se acuerde de felicitarme o se tome la molestia de venir a verme. No, ahora mis planes son sencillos, carentes de expectativas.
Al fin ha terminado la remodelación del bar Polzoni y Eric ha programado su reapertura para esta misma noche, por lo que voy a recibir mi cumpleaños ahí, sin fiesta, sin nada. Musageta dará uno de esos conciertos que siempre llenan el lugar, y al menos podré ver al Lucas. Mañana pasaré el día entero con Stacy, ya me lo ha prometido, y en la noche saldremos a cenar en familia.
Será un día simple, pero estaré rodeada de las personas que aprecio.
Todos sabemos lo importante que es para Eric que el bar vuelva a abrir sus puertas y lo mucho que ha invertido en mejorarlo. Mi hermana está tan emocionada que incluso nos ha comprado vestidos para la ocasión. Tadeo me dijo que todos los miembros de Musageta avisaron a través de sus redes sociales que estarán tocando allí y, después del éxito que están logrando, esperamos que el bar se llene.
La canción que lanzaron lleva más de quince días en el top cinco de un ranking muy importante, por lo que esta semana empezaron a grabar las siguientes.
El vestido que me compró Stacy me queda a la perfección. Ella se encarga de arreglar mi cabello y maquillarme un poco, aunque siento que está exagerando. Considera que debemos vernos perfectas para que Eric sienta que le damos importancia a su noche especial.
Me pongo mi perfume y, antes de salir, busco una pulsera que cubra el tatuaje de mi muñeca.
—¿Por qué lo tapas? —Pregunta ella, observándome como si estuviera loca.
No la culpo. ¿Quién se hace un tatuaje para luego ocultarlo?
—Es que Lucas va a estar…
Intento explicarle, aunque creo que no lo va a entender. Para mi sorpresa, sí lo hace. Me observa con tristeza en los ojos. Sé que no comprende por qué no vuelvo con Lucas si todavía lo quiero, pero he evadido esa pregunta tantas veces durante este tiempo, que se abstiene de hacerla una vez más.
Vuelvo a mirar el chat con Samantha cuando estamos caminando hacia el bar. Mi amiga me aseguró que por nada del mundo irá a la reapertura y no importa cuánto he intentado convencerla recordándole que Francis estará ahí, no he conseguido que cambie de opinión. Así que solo seremos Stacy y yo esta noche.
La fila de personas esperando para entrar se ve desde unos metros. Mi hermana toma mi mano, me lleva por el callejón del costado y ambas ingresamos por ahí.
No he seguido las reformas tan de cerca como ella, por lo que le permito guiarme por el estrecho pasillo hasta que salimos al salón principal.
Como imaginé, el lugar está abarrotado, en especial para ser las once de la noche. Aun así, puedo apreciar todos los nuevos cambios que se han hecho. Gran parte del área que antes correspondía a los depósitos, ahora se ha incorporado con el lugar y eso lo ha ampliado de manera considerable. Se ha instalado una nueva barra e incluso el escenario se ve más grande gracias a que se ha optimizado el espacio.
Ahora hay una pequeña área vip en un entrepiso nuevo, desde donde se puede apreciar mucho mejor el escenario, y al cual se accede desde una escalera bastante bien disimulada.
Stacy me lleva por ahí y, apenas estoy llegando arriba, se gira y se acomoda detrás de mí.
—Voy a cubrirte los ojos.
—¿Qué? ¿Por qué…? —Antes de que pueda terminar de preguntar, ella me coloca una mano que me impide ver y con la otra me toma del hombro para guiarme hacia adelante—. ¿Qué haces? —Insisto, sin conseguir respuesta.
Me dejo llevar durante al menos veinte pasos, hasta que se detiene y me libera.
—¡¡Sorpresa!! —Las voces entremezcladas me producen un sobresalto y aceleran mi corazón de improvisto.
Todos mis amigos están aquí. Todos. Tadeo, Sam, Diego, los chicos de Musageta, mis compañeros del estudio jurídico y los amigos de mi infancia, que se tomaron la molestia de venir a la capital. Mi familia también ha venido. Mamá, Eric, e incluso mi padre. Y, por supuesto él, Lucas.
Mis ojos se llenan de lágrimas de alegría con una rapidez alarmante. Hace tiempo que no disfruto de un festejo y, a decir verdad, pensé que no volvería a ocurrir, al menos no de esta manera.
Hay tres mesas juntas, una al lado de otra, decoradas con banderines, algunos globos y otros pequeños detalles que hacen del arreglo algo delicado y llamativo.