Esencia

Capítulo 4

|Zoray| Mundo Essential

Semanas atrás

Después de aquél penoso encuentro desafortunado con Alania en la biblioteca, seguí escabulléndome cada día después de el adiestramiento hacía la pequeña oficina, pero tratando de pasar desapercibida, lo que en algunas ocasiones no resultaba.

Cada día, a pesar de mis deseos por avanzar y el anhelo de descubrir finalmente quién soy realmente, mi esperanza se fue apagando.

Los días de la fusión estaban muy cerca y pasaría la mayor de mis vergüenzas cuándo en frente de toda Essential tengan que reemplazarme por otra chica (Alana), para completar la fusión. Aun cuando no sería la primera vez que aquello ocurriese, puesto que era muy común, pero por razones totalmente distintas a la de ella, las razones más comunes eran aquellas relacionadas a la incompatibilidad entre Essentianos.

Sin embargo, mi caso era completamente distinto, sería la primera vez que alguno fuera reemplazado por no poseer ninguna habilidad, aparte de por lógica no ser compatible con nadie de este mundo.

Al ser nuevamente consciente de aquél hecho, vuelvo a sentir tristeza porque a pesar de mis esfuerzos, no he conseguido nada.

Decidí salir de aquella oficina y dar por finalizada mi frustrada búsqueda, la cual no me llevó a ninguna parte.

Camino de prisa todo el camino a mi casa, las críticas sobre mí habían ido en aumento, todos me miraban con desprecio y los menos malvados con lástima, ambos sentimientos igual de malos.

Cuando estoy cerca de mi hogar, veo a mi amiga Adya salir de mi casa hablando con mi madre, a medida que voy reduciendo la distancia, descubro que es de mí que hablan, a medida que mis pasos se acercaba noto como se alertan de mi presencia y bajan sus voces hasta convertir el sonido de sus voces en un muy sospechoso silencio, pero alcanzo a escuchar cómo débilmente, mi amiga, suelta algo que me hace sentir muy confusa sobre su conversación:

—… Es lo mejor.

 

 

—¿Hola? Adya ¿Qué haces aquí? — Digo al llegar junto a ellas mirándolas de manera interrogante —No recuerdo haberte invitado a venir—Termino por decir

—¡Zor! ¡Por Naturalia! ¿Cómo se te ocurre decir algo así? Tu amiga puede venir cuando quiera, esta es su casa y siempre será bienvenida —Salta mi amada madre.

—Lo siento, madre... ¡Pero es que han estado todos extraños, hablando en voces bajas, ocultándome cosas! No puedo fingir que no me doy cuenta.

—Zori, no digas eso, lo siento por venir sin avisar, pero como dijo tu madre, soy siempre bienvenida —Suelta de manera pretenciosa, haciendo una pose muy graciosa, con su mano quita un poco de cabello oscuro de su rostro y me mira de manera altiva.

Ese gesto me hace sonreír, y casi olvidar la razón por la que venía tan desanimada.

Al final, terminamos dejando pasar su conversación en la puerta y mi amiga, que al parecer se iba, se internó nuevamente en casa con mi madre, y esta vez, yo también era participe de su reunión.

No sabía si contarles lo desanimada que me encontraba en mi búsqueda frustrada de mi verdadero ser.

Mi padre, llegó horas después cuando estábamos preparando la cena, sonreía porque Adya y mi madre utilizaban sus habilidades naturales para hacerlo, al controlar juntas su esencia, la mezclaban y no se cansaban.

Ellas podian controlar cualquier cosa que sea natural, que tenga que ver con la tierra, podrían hacer florecer y mantener árboles, eran muy fuertes. En especial mi madre, que al igual que mi padre, fueron los últimos de su renacimiento.

Antes solía envidiar a Adya, no quería ser su amiga, la odiaba por el simple hecho de poseer una habilidad igual que mi madre, tenían eso en común, totalmente diferente a mí, además que desde que éramos pequeñas, ellas se llevaban de maravilla, ellas se llevaban de maravilla, pues la madre de Adya, Esther también era amiga de infancia de mi madre, pero eso cambió en cuanto mi nacimiento, todos me rechazaron. En especial aquellos, que por mi culpa fallecieron, sus familiares son los que más me detestan, ese es el caso de Esther, su padre y abuelo, partieron aquel día, sin embargo, trato de vivir con ello. Aun cuando me duela.

 

Despejo aquellos pensamientos cuando mi padre llega internándose a la cocina.

—¿Dónde están mis más grandes tesoros?

Salto de la silla dónde me encontraba y sonrío grandemente, él me abraza con tanta fuerza, que toda la carga que he sentido se diluye en sus brazos, es un sentimiento de paz y conformidad que solo un padre puede dar.

Ellos me aceptan y aman a pesar de todo, y sólo por ellos, puedo soportar todo lo que mi vida acarrea.

Me suelta y sonríe, alisa un poco mi cabello y lo suelto, para que salude a mi madre.

Los amo tanto, y amo más su amor, su Roma.

Es algo especial.

Salgo de ese sitio con Adya detrás y sonreímos en el camino a mí habitación.

Adya se deja caer en mi cama de hojas suaves y suspira.

—Tus padres son asombrosos, Zor— Tiene una mirada boba y enamorada —Ya quisiera lograr aquello en mi fusión, encontrar a la persona ideal, sin que lo impongan...

Ella intenta seguir hablando, pero de un momento a otro reacciona y murmura un pequeño susurro que dice "Lo siento"

Y le sonrío, es muy tonta.

—No pasa nada, Adya. No es como si fuese un secreto que yo jamás me fusionaré. Así que no te preocupes, ya no duele—Miento solo un poco, para tranquilizarla.

—Pues, querida. Al parecer nos quedaremos así para siempre juntas. Te recuerdo que yo tampoco he podido lograr la fusión. Nadie es compatible conmigo.

—Tal vez solo tengas que esperar, quizá aún tu candidato está creciendo y esperándote, tal vez sea uno de esos chicos jóvenes del adiestramiento de nivel 15— Digo y un momento después me suelto a reír por su cara horrorizada.

—¡CALLA! No puedo creer que hayas dicho eso. No puede ser uno de los niños de 15, no, no, no... — Se levanta rápido de mi amada cama y reemplazo su lugar mientras la observo caminar por toda la habitación diciendo todas las razones por las cuales no puede ser un niño, su amante ideal.




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