Espacio para Adam.

Capitulo once.

Capítulo doce.

Dramas exteriores.

Ya era hora de volver a clases, el viernes salí, sábado me quede con Pierce y el domingo hablé con el psiquiatra de mama fue bastante pesado y luego de eso dormí el resto del día.

Nuestro instituto tenía uniforme, pero nadie lo utilizaba debido a que no era obligatorio. A nadie le gusta pero, creanme, es hermoso no saber qué usar y tener a mano tu uniforme. Libre de toda preocupación.

Acomode el cuello de la camisa por encima del suéter y al terminar, tome mis cosas y baje hasta la cocina. Salude a papa, quien leía las noticias desde su celular y lleve conmigo mi botella de agua.

La situación entre él y yo no era precisamente la misma, pero a la vez igual. Lo que trato de decir es que ambos nos tratábamos igual que antes, pero había algo que no terminaba de cerrar, una especie de tensión. En todo caso no le prestaba tanta importancia, no iba a morir por esto ni era algo que duraría toda la vida.

El claxon de Shivangi me obligo a correr hacia afuera, el es mi chofer desde hace tres o cuatro años y es muy estricto, realmente le tengo respeto por la manera en la que si me dice que tengo que estar para las 8 a.m. listo, yo me obligo a estar a las 8 a.m. listo. Lo contrate luego de que mamá comenzó a tratarse, faltaba a sus sesiones porque no podía conducir y odiaba el autobús, así que Joaquina me recomendó un hombre que siempre estaba en su tienda. Tuvimos una ardua charla de cómo sería el trabajo si lo tendría él, puso muchas condiciones y una de ellas es respetar los horarios.

Mama empezó con sus medicaciones y a mejorar poco a poco, siempre íbamos con Shivangi de acá hacia allá por sus cosas y prácticamente es mi único amigo en el mundo por lo que mama lo mando conmigo cuando vine a vivir con papá. El sigue siendo mi chofer y eso me hizo sentir bastante cómodo durante los primeros días en lo que no conocía ni siquiera a papa.

Supongo que también le caigo bien a él, no ha renunciado.

—Buenos días, Vangi— salude bastante contento, entrando el auto. Vangi me agradaba tanto, conocía mi situación con mama y aunque nunca hemos hablado sobre el tema, se que él lo entiende. Muchas veces me permitió llorar en el auto y daba vueltas alrededor de la secundaria hasta que termine de moquear. No me decía que llegábamos hasta que estaba totalmente recuperado, pero sí pregunta: yo nunca me di cuenta de eso.

—¿Qué tal la mañana, Adam?— Siempre que conducía no prestaba más que atención que a su camino, por lo que ni siquiera me miró.

—He comido una banana, tenia muchas manchas negras y entonces no comí esas partes, creo que estaba podrida.— conté mientras revisaba mi agenda, verificando que materias tendría hoy.

—No estaba podrida, Adam. Solo golpeada, incluso así la banana tiene el mismo sabor en todas sus partes.— Explicó el chofer, asentí ante lo dicho.

—¿Sabes? Hay un chico, que a veces no soporto.

—¿Así se dice ahora? ¿"A veces no soporto"?— preguntó rápidamente, el sonreía con suavidad y fingí ofensa.

—No va por ahí. Decía que a veces no lo soportaba, otras veces me saca de apuros o lo hizo una vez. Ósea, me agrada y no me agrada, lo soporto. — Shivangi asentía con la cabeza sin creer nada de lo que le decía.

—Me está pidiendo ser quien realmente soy, no le gusta que sea amable, tímido, ni que siga con esa farsa.— Entonces él miró por el retrovisor, le sorprendía tanto como yo lo que estaba contándole.

—No se quien se cree.— respondió él y sonreí por su comentario.

—Yo tampoco, entiendo muchas cosas pero no le veo el sentido a lo que me pide, el no va a hacerse responsable de que me quede sin amigos si demuestro que realmente todos me importan un carajo y que soy un interesado de mierda. No sabe nada sobre mi y me molesta que crea que si.

—¿Por qué le permites opinar de tu vida y sobre lo que haces? El no te mantiene, no debería importarte en lo absoluto lo que te diga. Yo soy el que ahora no entiende porque piensas en eso, no eres así.

—No me importa en lo más mínimo lo que piense de mi.— me defendí rápidamente.

—Nunca me cuentas cosas que no son realmente importantes para ti.— Ambos nos miramos y aparte la vista cuando el auto se detuvo.—Llegamos— dijo y le sonreí.

—Terminaremos esta conversación más tarde.— entrecerré los ojos mientras le hablaba y baje del auto, Shivangi solo reía.

—Ten un buen día.— le hice un pequeño saludo militar luego de que hablo y me lo devolvió, cruce la calle y entre al establecimiento.

Buscando mis libros en mi casillero, mire de reojo a través de la pequeña puerta. Divise a Eric, Chris y a Pierce venir por el pasillo. Cruce miradas con el último y relamiendo sus labios miró hacia otro lado. Me quede esperando a que saludaran, pero pasaron de largo.

El ruido del casillero de al lado, cerrarse estrepitosamente me asusto y me hizo mirar quien la había cerrado.

—No lo puedo creer, eres tú ¿Verdad?— una joven chica de mas o menos mi edad, pelirroja y pecosa de pies a cabeza sonreía ampliamente. Me le quedé viendo, preguntando si me hablaba a mi o a alguien más. —Eres el chico de la fiesta, fumamos juntos ¿Recuerdas?

No recuerdo haber fumado.

—Creo que te estas equivocando de chico... Disculpa— di media vuelta y avance hasta mi salón de clases.

—Eres Adam ¿No?— me detuve al escuchar mi nombre, la mire y ella se acercaba a mi. Depositando un beso en mis labios. —Sabía que eras tú, ¿Este es tu salón? yo estoy a dos de distancia, ¿Me acompañas?

Melissa y Tho, quienes ya estaban dentro del aula, acababan de verlo todo y sus bocas caían hasta el suelo por lo que acababan de ver.

—Yo...— ella tomó mi mano y me arrastro por el pasillo sin dejarme hablar.

—Este es mi salón, gracias por acompañarme, creí que ya no te volvería a ver.— Ella se veía muy ilusionada, sus ojos eran muy brillosos y su sonrisa muy radiante.



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En el texto hay: parejas gays, autoaceptación, amor sutil

Editado: 21.02.2021

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