Apoteosis

Este espejo es de lo más curioso, en este mundo muy joven, un grupo de humanos se encuentra en una situación algo curiosa, que me dejo un aprendizaje importante; veamos si tú llegas a la misma conclusión que yo, acércate y observa conmigo.

El campo se expandía, se podía apreciar una sabana gloriosa extendida hasta donde alcanza la vista, los tonos verdes y marrones deslumbran con el sol, dando esos tonos tan satisfactorios de ver, en el fondo del paisaje se observaba a un grupo de humanos en sus inicios, apenas se podía reconocer un comienzo de intento de comunicación congruente. Sus vestimentas no son más que pieles y una capa de suciedad que solo se iría con el primer vistazo de una lluvia suficientemente fuerte y constante para hacerle frente y derrumbarla.

Se encontraban debajo de un baobab a la sombra, casi al medio día se podían escuchar ruidos sin sentido o tal vez congruentes con el punto de su evolución; al prestar atención se observa claramente una jerarquía matriarcal, entre las seis o siete hembras que se logran observar, tenían sumisamente controlados a los dieciséis machos que se encontraban con ellas.

Paremos de observar un poco, sé que te has de estar preguntando por qué ante un grupo de humanos me refiero a ellos como hembra o macho, si llegaste a este pensamiento, me da curiosidad, acaso ¿nuestras capacidades únicas nos eximen del reino animal?, Creo que es una deuda genuina, aunque a algunos les da un sentimiento de impotencia al pensar de esta manera, pues el querer no encajar entre animales les da una extraña sensación de superioridad, aunque bueno… creo que después podemos seguir hablando de esto, sigamos observando tal vez aprendas.

Uno de los machos se acerca a una hembra, solicitando el acto de copular, al ser esta una organización matriarcal, el macho tenía que ganarse el derecho de poder tener sexo con una hembra, y entre mejor este posicionada, mejor le podrá ir a la cría que pueda resultar del acto, con esto se puede notar que hay un división entre las hembras, ya que algunas tienen un retoño pero lo dejan a cargo de otras hembras, mientras que unas cuidan de los propios y ajenos, la organización de la manada puede ser un factor decisivo para su supervivencia.

El sol ya pasaba de medio día, y este empezaba a ser menos molesto, una de las hembras, la líder, que a escases de nombre por el momento en el que nos encontramos le llamaremos Eva, hizo una seña que al parecer los machos entendieron enseguida, pues se reunieron con ella y le siguieron, los llevo a un campo con pastizal alto, frente a ellos un grupo de antílopes, la hembra señalo lo que quiera fuera la cena del día de hoy, pero esa no fue toda su labor, señalo a unos cuantos machos que no eran tan agraciados físicamente como los de sus compañeros, tomo una rama que se encontraba cerca de ella, dándosela al macho que estaba más cerca de ella, reconoció la orden de recolección y se llevó a los menos dotados físicamente a realizar esta labor.

Los hombres que habían quedado se organizaron con el poco lenguaje que manejaban, uno torpemente presumió sus músculos ante los demás machos, pero fue derribado rápidamente por otro menos musculoso, pero más ágil, tal vez es su forma de mostrar su propio orden jerárquico, uno de ellos se adelantó por un costado del grupo de animales usando grácilmente el pastizal alto como camuflaje que tenía, se detuvo por unos instantes lo que elevo la tensión de lo que estaba por suceder, tenso cada uno de los músculos de sus piernas preparándose para correr e intentar atrapar a la presa que estaba observando, se inclino un poco hacia adelante listo para dar el primer paso de la carrera que iba a suceder, centro su presa en su mirada, dio un ultimo respiro y se abalanzó, una carrera firme, con pasos firmes uno tras otro, sin detenerse ni dudar, inmediatamente los animales que había rodeado se percataron de la situación, su adaptación a intentar no morir, naturalmente los hizo más rápidos que los homínidos que intentaban capturarlos.

Un silbido se escuchó, los hombres que presenciaban la escena, observando como fracasaba su compañero musculoso, vieron como el animal caía desplomado con un palo a su parecer encajado en un costado, los hombres, festejaron a su amigo voluminoso, pensando que él había logrado tal cosa, pero él estaba aún procesando lo que había pasado, lentamente se acercó uno de los hombres que estaban relegados, con una herramienta o al menos eso parecía en sus brazos, balbuceando e intentando indicar que de él era el que logro tal asaña.

Aferro su creación a sus brazos para que en los intentos de arrebatársela no lograran su cometido, pero esto solo esperaba más la duda de quienes lo tenían al lado, la matriarca estaba cerca de ellos, monitoreando a los demás, al parecer había cambiado su idea, y no solo los animo a que recogieran lo que utilizarían, si no de que a su parecer jugaran con ello, pero en su intención de librar a aquellos pocos agraciados de los maltratos de los musculosos o más fuertes, permitió que esa sensación los inspirara, antes de que ocurriera la matanza del animal y ella supervisaba a los alejados, un hombre que al referirse a él hacían un sonido especifico, casi como si ese fuera su nombre, Kantz.

Este espejo es de lo más curioso, en este mundo muy joven, un grupo de humanos se encuentra en una situación algo curiosa, que me dejo un aprendizaje importante; veamos si tú llegas a la misma conclusión que yo, acércate y observa conmigo.

El campo se expandía, se podía apreciar una sabana gloriosa extendida hasta donde alcanza la vista, los tonos verdes y marrones deslumbran con el sol, dando esos tonos tan satisfactorios de ver, en el fondo del paisaje se observaba a un grupo de humanos en sus inicios, apenas se podía reconocer un comienzo de intento de comunicación congruente. Sus vestimentas no son más que pieles y una capa de suciedad que solo se iría con el primer vistazo de una lluvia suficientemente fuerte y constante para hacerle frente y derrumbarla.