Esperanza Cautiva; la voz de la serpiente

La voz de la serpiente

Escuchar la voz de la serpiente y creerle. Bueno durante mucho tiempo atrás, yo la escuché, y no es una voz literal como los monitos que salen en las caricaturas que te susurran en los hombros, no. La serpiente pone su voz en las voces de personas que 
conoces, con las que usualmente convives, personas que tienen contacto contigo.

La mentira es el veneno de la serpiente. No hay más peligroso que escuchar la voz de la serpiente y creerle.

Cuando era niña varias veces me llamaron “cobarde”, porque solía tenerle miedo a algunas cosas, incluso mi madre. Me dijeron “callada”, “tímida”, robot” porque era más alta que los otros niños, se burlaron de mí en la escuela, repetían “quiere llorar, quiere llorar” rodeándome en forma de circulo, recuerdo que cuando estaba por terminar la escuela primaria el profesor le pregunto a cada uno sobre cuántos hijos planeaban tener cuando se casaran, yo respondí dos, por el simple hecho de dar una respuesta, y una de mis compañeras que estaba detrás hizo un comentario “Eso si se casa”, para entonces tenía doce años, el comentario de ella me dolió, sentí que se burlaba de mí, y yo sin darme cuenta lo acepté, acepte cada cosa que me dijeron, cada etiqueta que me pusieron, porque pensé que era verdad.

Cuando estaba en la secundaria hice un amigo, y para mí esto era grande, pues me costaba hablar con un chico, no podía sostener una conversación, me sentía tonta, desconfiada, pero este joven chico se estaba ganando mi confianza, incluso llegue a pensar en que podría cambiar mi personalidad tímida y aislada.

Hasta que me cambiaron de escuela, a una secundaria donde hice tres buenas amigas, Elena, Aime, e Ilse, una mañana estando platicando con Elena y Aime hablábamos sobre el chico que había conocido, resultó que Aime también lo conocía, fue cuando Verónica, una chica que me conocía de la primaria nos escuchó, comentó “¿a poco ya tienes amigos?”, quizá no fue su intención, pero sentí que se burló de mí.

Cuando entre a la preparatoria me di cuenta que aquello que había venido arrastrando de la niñez, aún seguía allí. Estaba en el primer semestre e ingrese a teatro, había escuchado que el teatro ayuda a subir el autoestima, a tomar confianza en uno mismo, 
así que no tenía nada que perder, al contrario. Necesitaba una cura.

Sin embargo me di cuenta que aquella niña estaba allí, y no solo eso, sino que no sabía diferenciar entre hacer un ridículo gracioso y ser humillada. Recuerdo que una vez la 
maestra preguntó sobre si recordábamos de un oso que hayamos hecho, varios compañeros mencionaron algo gracioso, pero yo no recordaba nada, así que cuando 
llegó mi turno, solo dije “cuando un maestro me gritó”, para mí eso era un oso, pero no era así, eso había sido una humillación.

Cuando estaba en quinto de primaria, tenía un maestro que un día me hizo ponerme de pie, y delante de todos, dijo que yo ni siquiera podía contestar un saludo, que siempre me daba los buenos días pero que yo solo sonreía como si no tuviera lengua, 
como si yo no pudiera hablar, dijo más cosas pero no las recuerdo bien, sin embargo lo que recuerdo fue lo que me lastimó, reconozco que no respondía a su saludo, no porque no quisiera, sino porque por alguna razón no podía, era como si estuviera bloqueada, me daba mucha vergüenza, es hasta humillante pensar en aquel entonces, ese día, no me di cuenta, solo agache la mirada y vi mi libreta mojarse con mis lágrimas, no le conté a mi madre, ella me habría defendido, pero me sentía humillada, sentí que todas las miradas de mis compañeros estaban sobre mí, fue una sensación horrible, no quería regresar a la escuela, pero lo hice.

En la prepa el tutor del grupo, era un profesor que también opinaba lo mismo de mí, que era muy callada, y no participaba en clase, para una persona de poca autoestima, es difícil sobrevivir en un mundo así, aunque usualmente te sientes seguro en tu casa, es natural que tus padres te apoyen, que te den ánimo, pero ¿qué pasa cuando la serpiente usa su voz para inyectar su veneno? ¿Cuando de repente por errores tontos que cometes te hacen sentir como basura? Casi siempre quieres huir, no regresar ni a tu casa.

No lo recuerdo bien, pero lo poco que aún tengo en mis vagos recuerdos es que incluso mis padres, no confiaban en mí. Y no me refiero a que desconfiaran de mi por mi comportamiento, sino a que no creían en mí, no me hacían sentir que yo valiera algo.

Mi madre llegó a insultarme, me dijo cosas hirientes que me lastimaron, incluso que yo no servía para nada, mi padre dudaba que llegaría a conseguir un trabajo, supongo que porque siempre estaba aislada, llegó a decir algo que tampoco recuerdo bien. Y mi hermana dos años menor que yo, siempre me dijo cosas hirientes “jorobada”, “gorda” “fea”, a pesar de ser mayor, yo no quería pelear con ella, antes lo había echo cuando niñas, y siempre terminaba regañada por mi madre, quizá por eso sentí que a mí no me quería, sentía que ella era su preferida.

Me sentía tan mal que incluso llegue a odiarme, odiar mi persona, detestaba quién era yo, y lo peor era que no había solución, así era yo.

Yo me creí todas esas mentiras sobre mí, y sin nadie que me pudiera dar la fuerza que necesitaba, que me dijera que yo valía, solo empeoraba la situación.

Las mentiras peligrosas son las que crees que son verdad, las que vienen disfrazadas.

Hace un tiempo descubrí que al mirarte al espejo de tu autoimagen no vez la realidad como es, vez la realidad como crees, y al creer tantas mentiras acerca de uno mismo lo que vez terminas odiándolo.



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En el texto hay: basada en hechos reales

Editado: 16.04.2020

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