El frabulloso día
El odio paraliza la vida, el amor la libera. El odio confunde la vida, el amor la armoniza. El odio oscurece la vida, el amor la ilumina.
-Martin Luther King
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Paralizada, así me sentía.
¿Cómo le devuelves a alguien un beso sin saber besar?
Ni siquiera sé qué pedo pinta la lengua allí dentro. No tengo idea, pero tampoco lo quiero descubrir. Siempre he huido del contacto físico, en especial el de los chicos. En la secundaría solían jugar verdad o reto, todos se manoseaban entre sí, como si fueran pelotas antiestrés, y se besaban como si se les fuera la vida en ello. Yo en cambio, pensaba que mi primer beso debía significar algo más que un reto, o algo por simple diversión; quería que fuera especial, posiblemente torpe, y extraño, pero especial...
¡No quería que me besara este pendejo de mierda! ¡A cagado mi primer beso!
Inmediatamente salgo de mi inmóvil trance, de un brusco golpe con mis manos en su pecho, lo aparto de mi.
—¿¡Qué carajos haces, idiota!? —lo miro con desconcierto.
Eaxer muerde su labio inferior, y me mira con una de sus típicas expresiones seductoras.
«Lo lamento, pero esto no es un cliché. No pienso devolverle el jodido beso, y casarme con este infeliz, para que vivamos infelices en una piña debajo del mar»
—Pues... acabo de besarte, ¿no es lógico? Por un momento pensé que... —hace una pausa— Espera un momento, Alex Piterson, ¿No sabes besar? —desvío la mirada, y me doy la vuelta— No... ¿No has dado tu primer beso?.
Lo último lo dice como si se tratara de un hecho casi inaudito.
—Lo siento, debo irme...
Eaxer me toma del brazo, obligándome a voltear.
¿Qué tiene este pendejo con jalarme del brazo? Nadie me toca, a no ser que yo lo autorice.
—Espera, Piter pan, no te vayas.
Yo bufo.
—¿Para que te burles de mi? No, gracias, pendejo.
—Bueno, admito que es extraño que aún existan labios vírgenes, mucho más siendo chicas de tu edad. Todas han recibido su primer beso, hasta Jenny Hament, la loquita que habla sola y come fruta en el almuerzo.
Ruedo los ojos y me vuelvo a voltear.
—Adiós, Eaxer.
Eaxer maldice por lo bajo.
—No te vayas... Lo siento, ¿si? Sólo soy sincero... no es un delito serlo.
Me trago el nudo en la garganta, aprieto mis puños, y lo enfrento.
—Pues... ¡No puedes andar por ahí diciendo lo que piensas! Eres cruel y un maldito al decir las cosas, todo el tiempo.
Eaxer suspira pesadamente y exhala con brusquedad por sus fosas nasales.
—Lo lamento, no es mi intención serlo, sólo... me gusta siempre hablar con la verdad, si no lo hago, siento que me quedaré estancado como los demás embusteros de este mundo —hace una pausa—. Bien, te dije uno de mis secretos, o al menos algo mío. Ahora, tú debes decirme algo tuyo, algo que nadie más sepa.
Yo bufo y lo observo con incredulidad.
—Ja-ja, ¿Qué quieres que te diga? —arqueo una de mis cejas—. Que nunca he usado tampones, porque temo no poder sacarlo luego de mi vagina, y que mi primer novio lo conocí en Second Life, y no duramos más de una semana.
Joder, ¿Por qué carajos dije eso?
—Ok... fingiré que no he escuchado nada de lo que acabas de decir.
Y a eso se le llama: Diarrea verbal de Alex Piterson. Y no era nada comparado a lo siguiente que iba a salir de mis labios expulsa diarrea chismosa.
—Los golpeo...
Mierda, Alex chismosa, dame al menos UNA razón por la que soltaste eso.
—¿Eh? —me mira confundido.
Me arrepentiré de esto, estoy segura.
Tardo unos dudosos segundos antes de responder.
—Preguntaste que, por qué nunca he besado a alguien. Por lo general los termino golpeando antes de que me toquen —lo miro algo avergonzada. —. Adelante, búrlate.
—No pensaba hacerlo.
—No mientas, es estúpido, lo sé... —hago otra pausa, y observo mi borroso reflejo en el agua—. Siempre que siento que no tengo el control de las cosas... termino golpeando a la gente, diciendo cosas raras o, haciendo estupideces sin pensar.
—No está tan mal, está bien que sientas miedo... al menos no lloras, conozco a muchas que lloran.
Luego no dijo nada más, sólo cruzamos una pequeña mirada incómoda.
—Creo... creo que debemos irnos.
Él rasca la parte trasera de su cabeza con algo de nerviosismo.
¿Eaxer Harris nervioso? Creo que tal vez estoy imaginando cosas.
—Si... eh... está bien.
Salimos del agua, completamente empapados y muertos de frío. De camino al auto, no dijimos ni una palabra, ya estando dentro, pensé que sería igual de incómodo, pero no fue así, porque él decidió hablar.
—Feliz Cumpleaños...
Lo que faltaba.
—Hoy no es mi cumpleaños —miento.
—Eres pésima mintiendo, Alex Piterson. Además, estaba en la carpeta de asistencias. Tu nombre estaba subrayado de amarillo, lo que significa...
Termino la oración por él:
—Que hoy es mi jodido cumpleaños, ¡Yei! —espera un momento— ¿Viste mi información?
—Si. —responde sin titubeos.
¿Debería preguntar?
—Ok... ¿Cool? —es lo único que se atreve a salir de mis labios.
—Lamento no tener un regalo en este momento para ti, pero prometo que...
Lo interrumpo sin pensar:
—No lo lamentes, está bien. De hecho... olvidar que es mi cumpleaños es el regalo perfecto. Además... no somos amigos, así que no te preocupes.
—Tienes razón, Alex... no somos amigos...