La explanada de la secundaria estaba llena. Había demasiada gente ahí, eran cientos de mujeres para ser exactos. Había grandes mesas con manteles por todo el lugar, y todas las mujeres platicaban entre
sí. Había también un montón de jóvenes, todos vestidos como meseros. Y en la entrada de la secundaria se encontraba un gran cartel colgado sobre las puertas con la frase: FELIZ DIA DE LAS MADRES.
— ¡Hey, Kevin! — Saludó Génesis energéticamente. Estaba vestida con un pantalón azul marino y una blusa blanca, con un saco rojo encima y usaba un pequeño moño negro en el cuello. Kevin traía puesto exactamente lo mismo.
— Hola. — Le saludó. — ¿Sabes? Yo creí que yo me veía estúpido con este trajecito, pero es claro que no te había visto a ti o a cualquier chica de la escuela.
— Búrlate todo lo que quieras. Pero esto es para atender a mi madre y no me matara hacerlo por un día. — ¿Es algo hipócrita, no? — Interrumpió una voz de mujer, era Sabrina, con el mismo traje. — Es decir, ¿por qué todos esperamos un día al año para atender, amar y agradecer a nuestras madres?
— Esa es la clase de comentarios que Marco haría. — Sonrió Kevin.
— Hablando de Marco… ¿Crees que venga el día de hoy? — Preguntó Génesis.
— Lo dudo…— Contestó Kevin mientras hacía una mueca.
— ¿Por qué? — Preguntó Sabrina.
— No es un gran día para el…
Y Kevin tenía razón, pues Marco no tenía pensado pararse por ahí.
Él se encontraba en el cementerio, junto a su mejor amigo, Tadeo, aunque ambos estaban a una distancia considerable, pues visitaban tumbas diferentes. Después de un momento, Tadeo se acercó a Marco.
— ¿Cómo lo afrontas? ¿Cómo lo haces? — Preguntó Marco.
— Pues… solo te acostumbras, no puedo decirte que deja de doler, porque no lo hace, pero definitivamente te acostumbras a vivir con ello. Aunque es comprensible que te sientas así, después de todo solo ha pasado un año desde que tu madre murió, pero deberías sentirte afortunado, es decir, perdiste a tu madre, pero tienes a tu padre, tus hermanos, tus abuelos. No estás solo, yo solo te tengo a ti.
— Y siempre me tendrás para cualquier cosa que necesites, además, sabes que mi familia es tu familia. Aunque con todo lo que dijiste ahora me siento un poco egoísta.
— No era mi intención. Lo siento…
— No, no importa. Está bien. Tienes razón. Debería sentirme afortunado, es solo que… es el día de la madre… no iba a presentarme a la escuela, claro está.
— Realmente odio la escuela. Si tuviera la oportunidad de ser como esos chicos… ya sabes, los que pelean contra las bestias, me iría de la escuela sin dudarlo. Debe ser increíble ser ellos, ¿No crees?
— Lo dudo, deben de tener un montón de presión sobre sus hombros.
— Claro que no, tienen todo el poder, pueden hacer lo que quieran. Si yo tuviera ese poder acabaría con todos los malditos narcotraficantes de esta ciudad, cambiaría el mundo.
— Creo que el mundo se rige de una manera muy diferente, además, déjame citarte a Spider-man. “Con un gran poder viene una gran responsabilidad”. — Tadeo puso los ojos en blanco.
— Pensamos de manera diferente.
Ambos se quedaron en silencio por unos minutos.
— Por simple curiosidad… Si tu tuvieras esos poderes… ¿Me lo dirías? — Preguntó Marco.
— Por supuesto, eres mi mejor amigo, ¿A quién más le diría?
— Si… tú siempre guardas mis secretos. — Susurró Marco mientras miraba al suelo.— De hecho… hay algo que quiero decirte.
— Pues dilo.—
De hecho… debí decírtelo desde el año pasado, solo que no sabía cómo, así que solo lo diré, yo soy…
— ¡Aquí estas! — Interrumpió una voz a Marco. Ambos voltearon exaltados, solo para ver al padre de Marco.
— ¿Cómo sabias que estaba aquí? — Preguntó Marco.
— Soy tu padre, lo sé todo.
— Estas mintiendo. — Dijo Marco, pues había logrado escuchar un cambio brusco en sus latidos. Era la primera vez que sentía algo como eso.
— Si… no sabía que estabas aquí, fue casualidad. Yo también venia hacia acá, iba a traerte a ti con tus hermanos más tarde.
— Los dejare para que hablen. — Dijo Tadeo mientras se alejaba.Marco pensaba en detenerlo, pues estaba a punto de contarle lo que realmente era. — Lo que me fueras a decir, dímelo luego. — Dijo como si leyera sus pensamientos.
Augus, el padre de Marco, se acercó a donde su hijo y se sentó junto a él. Ambos se quedaron en silencio, mirando la tumba, que decía:
“Aquí yace Nancy. Amada esposa y madre.”
Y de vuelta a la secundaria, donde el festival del día de la madre estaba por celebrarse, Hilario se encontraba poniéndose el chaleco para atender a su madre, cuando la vio entrar. Era una mujer alta, un poco robusta, de cabello azulado y ojos color miel, era de piel blanca y en su cuerpo se podían observar marcas de golpes, notándose un abuso físico hacia ella.
— ¡Mamá! — Dijo Hilario mientras se acercaba a ella.
— Hijo, te ves tan guapo.
— Bueno, soy tu hijo después de todo. — Le dijo a su madre mientras esta le sonreía.— Tu rostro…— Susurró lleno de coraje mientras un par de lágrimas comenzaban a recorrer su mejilla.
— Oh, no es nada, me di un golpe.
— ¿Te golpeaste o mi padre te golpeó?
— Hilario…
— Siempre lo hace, mamá.
— No es nada, no te preocupes por eso, tu padre es un salvaje, pero recuerda que te ama a pesar de todo y sabes que tú lo amas.
— ¡Señora Saldívar! — Interrumpió la profesora Rosy. — Que gusto verla por aquí. — Sonrió mientras saludaba, pero al verla se quedó paralizada. — ¿Está todo bien en casa? — Preguntó preocupada.
— ¡Si! — Contesto rápidamente. — Solo me caí por las escaleras hace unos días, fue un error muy torpe.
La maestra Rosy no le creyó para nada, pero si ella no estaba dispuesta a hablar, ella no podía hacer nada. — Entiendo. Bueno, pase y tome asiento, espere a ver lo que los chicos tienen preparado.
— No puedo esperar. — Dijo entusiasmada.
— Déjeme acompañarla a su lugar.
La madre de Hilario siguió a la maestra mientras le mandaba un beso a su hijo, Hilario solo sonreía. Por su parte, Kevin, Génesis y Sabrina buscaban a sus madres entre el público.
— ¡Oh! — Exclamo Génesis. — ¡Ahí está mi madre! — Dijo mientras corría a abrazarla.
— ¿No encuentras a tu madre? — Preguntó Sabrina.
— Para serte sincero, ni siquiera creo que venga.
— ¿Por qué?
— Es una mujer ocupada, no creo que recuerde que existe el día de la madre.
— Oh, sí, la empresa de tus padres.
Kevin suspiró.
— Es tu madre, Kevin, puede que no siempre te de la atención que quieres, pero este es un día especial, estará aquí.
Kevin sonrió hacia ella.
— Ahora, me retiro, mi madre ya llegó. — Dijo Sabrina mientras corría a abrazar a una mujer entre el público.
De vuelta en el cementerio, Marco y su padre seguían viendo la tumba
— ¿Ya lo superaste? — Preguntó Marco.
— Por supuesto que no, Marco, esa mujer era mi esposa, llevaba más de diez años casado con ella, jamás lo superare.
— No parece que te afecte mucho.
— Tú no vives con nosotros.
Marco se sintió ofendido por ese comentario, y su padre lo notó.
— Lo siento, no era mi intención, sé que fue mi culpa que te criaras con tus abuelos. A lo que me refiero es que tengo que ser fuerte, por ustedes; tú y tus hermanos. —Marco se quedó en silencio. — ¿Por qué no asististe a la escuela?
— ¿Para qué? Había un festival del día de la madre, no tenía nada que hacer ahí.
— Me parece que te equivocas, pareces olvidar que tú siempre tuviste dos madres.
La cara de Marco se contrajo, estaba tan concentrado en la muerte de su madre, que olvidó todo lo demás por completo, y por un momento, se sintió la persona más egoísta del mundo.
— Sube a mi auto, tal vez aún lleguemos.
Marco se levantó de inmediato y comenzó a correr, pero se detuvo, regresó a la tumba y antes de irse…
— Te amo, siempre lo haré. — Dijo hacia la tumba. Después de eso, él y su padre salieron del cementerio a toda velocidad y ninguno de los dos notó que alguien los miraba desde lejos. Spark estaba escondido, observando cómo se alejaban.
#13184 en Fantasía
#4998 en Personajes sobrenaturales
personas con poderes y leyendas antiguas, estudiantes de secundaria con poderes, espiritu animal
Editado: 27.04.2021