Mi estómago ruge al llegar a mi nariz el delicioso olor del desayuno, cierro los ojos con fuerza y presionó una de mis manos en mi estómago, debo tener fuerza de voluntad, recordaba a Gigi, una mujer con un hermoso cuerpo, delgada... cómo yo deseaba serlo.
Muerdo mi labio inferior por que sentia que mi cuerpo tomaria el control e iria flotando como en las caricaturas detrás el olor a comida.
- Agustina - tia Maruca, estaba de pie en el umbral de la habitación con los brazos en jarra y el ceño fruncido - el desayuno está listo.
- no tengo hambre tia - ella enarca una ceja y en un abrir y cerrar de ojos siento que mi oreja duele y suelto un grito, ella me lleva como si fuera una niña hasta la mesa.
- vas a alimentarte - me sienta y yo llevó mi mano a mi oreja y la sobo sin dejar de lloriquear.
- me has lastimado tia Maruca - ella pone un plato frente a mi y si no fuera poco se sienta frente a mi.
- come - pasó el dorso de mi mano por mi nariz y lloriqueando tomó los cubiertos, al llevar el primer bocado a mi boca, en mi cuerpo se ha hecho una revolución... mis tripas rugen con más fuerza, tia Maruca enarca una ceja y en su rostro hay una total determinación.
La comida me sabe a manjar de los dioses, ella tenia buena mano, cada platillo que preparaba hacia que uno cerrará los ojos y las papilas gustativas se derritieran por la gloria de los alimentos.
Cuándo me doy cuenta mi plato está vacío.
- ahora vete al trabajo - ella se levanta y siento cierto temor al notar que extiende su mano, pero la posa en mi mejilla - te quiero cómo a la hija que nunca tuve. Asi que te cuidaré como tal, de está casa no sales sin comer y por la noche no irás a dormir con la panza vacía.
Me levantó y le dirijo una mirada rencorosa, buscó mi bolso de tela que ya está viejo pero me es útil aún y guardo el movil.
- tú padre me pidió que me encargue de tu alimentación Agustina - me detengo en la puerta pero sigo de espaldas - asi que ya sabes.
Sin decir nada salgo de la casa, al salir el bullicio de los vecinos de mi tia están en su apogeo, las radios con la música a todo volumen ya que eran tan generosos que compartian su música con todo el vecindario. Las mujeres gritando cuándo barrian las aceras frente a sus casas y los niños que aún no iban a la escuela gritando a todo pulmón.
Suspire y me dirigí a la parada de autobus, las mujeres que iban a sus trabajos no disimulaban su curiosidad de revisarme de arriba hacia abajo y luego hacer un gesto de molestia, me encogi en un rincón de la parada por que me daba cuenta que no encajaba.
El autobus iba lleno, para variar y cómo siempre, sólo observaba cómo habian caballeros que cedían su lugar a mujeres delgadas, cuándo a mi me veian giraban su rostro hacia la ventanilla.
Al llegar al salón, Melissa estaba sentada revisando una revista de cortes de cabello, levanto la mirada y ella me recorrio de la cabeza a los pies y negó.
- ¿Cuándo soltaras ese cabello? - mi mirada se habia dirigido al fondo... necesitaba ir al baño... antes que la comida se alojará en mis caderas. Parpadeo cuando siento que Melissa me ha sujetado del brazo - sientate Agus - niego pero ella me empuja suavemente en la silla y se abalanza sobre mi cabello, soltando la coleta, llevo mis manos a mi cabello para evitar que esté se suelte del todo pero lo siento esparcirse por mis dedos - Dios, tienes un lindo cabello, suave, sedoso, sano - sus dedos pasan por mi cabello.
- dame la cola Melissa - ella niega y toma un peine, quiero llorar por que me siento desprotegida sin mi coleta. El peine pasa y pasa por mi cabeza.
- te haré un corte, pero seguirá asi de largo.
Sujetó su mano y levantó el rostro para mirarla a los ojos.
- por favor Melissa, hagas lo que hagas seguiré siendo gorda... - ella me da un manotazo en mi mano.
- eres una mujer hermosa Agustina y me molesta tu actitud - puso sobre mi la manta y la trabó, no me giró para verme en el espejo mientras trabajaba en mi cabello, cuándo se detiene se hace hacia atrás y me observa - quitaré unos cuantos pelos de tus cejas - niego horrorizada pero ella no hace caso.
Cierro los ojos y no dejó de sentirme mal, yo... debería estar en el baño...
- listo - Melissa sonríe con satisfacción - lo que pensé Agustina - gira mi silla y al verme en el espejo me miró y trato de no hacer cara de horror, mi cuerpo se ve grande en la silla - ¿Te gusta?
Cuándo voy a contestar el parloteo de las otras me hace callar, como siempre llegando tarde al trabajo, no nos dedican ni una sola mirada.
Y siguen enfrascadas en su conversacion.
Melissa sonrie y me quita la manta, muerdo mi labio al ver que guarda en el bolsillo de atrás de su pantalón la liga que llevaba.
« genial andaria con el cabello en la cara»
Niego y busco la escoba y el cubo para barrer el cabello y tirarlo. La mañana fue pasando lenta, sentia una gran agonía por que Melissa habia cambiado zona de confort, si eso no fuera poco, en un momento en que una clienta al quitarse su anillo esté ha rodado y los gritos de las mujeres resuenan por todo el local.
- Agustina, recogela - suspiró y secó mis manos en mi pantalón. El sólo hecho de pensar que voy a tener que ponerme de rodillas y luego a gatas en el piso, hacia que me llenará de pánico.