¿estás segura?

13

I S S A C

Dejo a Denna en su casa poco después de la situación en la cafetería. No me dijo nada en todo el trayecto algo que no está tan fuera de lugar, ya que no es muy habladora, pero por lo menos me esperaba un ¿qué mierda? De todas formas, sostiene mi mano y da leves apretones cada que tenía un espasmo o algo así.

Aparco el auto en la calle casi frente a la puerta, le sonrío sin dejar de mirarla a los ojos antes de intentar explicar lo sucedido, pero un dedo sobre mis labios me detiene. Tal vez piensen que es un gesto romántico bla, bla, pero la verdad es que me deja colérico, ¿quien cree que algo así es lindo?

— No tienes por qué explicar nada.

— Me iba a disculpar por el auto y por el hecho de que casi nos he matado. — La triste realidad detrás de esta confesión es que es completamente falsa, ya que no siento ninguna pizca de remordimiento.

— No pasa nada — mira hacia adelante, contemplando la abolladura. — Vi como te afectó. Vi como muchas cosas te afectaron hoy.

Suelto un suspiro un tanto ruidoso para seguido separarme de su agarre.

— Yo... Si, no era un buen momento. Nunca es un buen momento para ciertas cosas.

Vacila un momento antes de agregar: — ¿Estás muy ligado a la muerte?

La pregunta me toma por sorpresa, tanto que si tuviera algo en la boca lo escupiría.

— ¿Cómo?

— Si alguna vez te pasó algo así de... traumático.

Carraspeo, me rasco el lóbulo de la oreja: — Si, algo así.

Murmura un apenas audible pobrecito para seguido abrazarme. Un minuto después se separa de mi, con un destello brilloso en los ojos.

— ¿Me prestas el auto? — pregunto tamborileando con los dedos el volante.

— Si, obvio.

Me abraza una vez más, y se dispone a bajar del vehículo por su lado del acompañante. Enciendo el auto, me pongo en marcha y, una vez estando a suficiente cuadras de distancia, aumento la velocidad llegando en un santiamén a donde están los chicos esperando pacíficamente en la puerta del garage. Entro, aparco y me bajo. Saco algo del bolsillo de mi campera negra y lo depósito bruscamente en el capo del auto. Mientras Matt inspección de lejos la abolladura, yo paseo de un lado a otro sujetándome la cabeza. Adam se acerca sigiloso prestando extremada atención al cartel.

— ¿Dónde lo conseguiste? — al ver que no contesto se acerca a mi, me sujeta del cuello de la remera y me acerca más hacia si mismo. Entre dientes vuelve a repetir la pregunta, tomándose la libertad de hacer una pausa de dos segundos entre palabra y palabra.

— En una maldita cafetería, Adam — respondo empujándolo — ¿A caso crees que es mi culpa? — De un movimiento coloco mi chaqueta en el lugar.

El morocho suelta una risa sarcástica antes de atacarme de vuelta: — Para nada, ¿cómo va a ser tuya, si lo único que hiciste fue atropellarla? 

Se precipita hacia mi haciéndome caer de espaldas. Con un movimiento queda en cuclillas sobre mi para seguido golpearme en la cara. Intento cubrirme con el antebrazo pero se me es imposible. Lleva su brazo hacia atrás para volver a golpearme pero esta vez su acción es interrumpida por un golpe en la nuca. Con cara de sorpresa se mueve a un lado dejándome una clara vista de Matt, con un pedazo de madera en la mano y una sonrisa cínica en el rostro. Me tiende la mano, la cual sujeto para ponerme de pie. Me arreglo nuevamente la chaqueta. 

— ¿Lo mataste?

— No, se despertará en tres... dos... uno.

Adam se remueve en el piso confundido y adolorido. Se soba la nuca tratando de aliviar el dolor, para seguido preguntar que ha pasado.

— Estabas a punto de matar a Issac.

Me volteo hacia él, ofendido. 

— No hay más tiempo que perder, ¿está bien?

— Pero... ¿Lo hacemos ahora? — Adam y yo nos miramos incrédulos.

— Si. Ahora. Esta noche. Luego nos vamos.

El pánico se apodera del morocho quién comienza a hiperventilar, negando efusivamente. Me acerco a él a pesar del incidente anterior, y trato de tranquilizarlo mencionando que, una vez terminada toda la historia, volvería a hacer todas las cosas que ama. No sé que nos depara el futuro, ni siquiera el siguiente segundo, pero algo sé: quedarnos estancados en el presente no es una opción.

Matt regresa a la habitación — ¿cuándo ha salido? — con tres cajas, parecidas a las de pizza y nos arroja una a cada uno. Lo miramos con intriga pero él se limita a sonreír y hacernos un ademán de que miremos por nosotros mismos. Abro la caja encontrándome con un outfit completamente negro: gorra, guantes, enterizo, botas.

— ¿De dónde sacaste esto? 

— Tu abuelo — comenta empezando a cambiarse. Volteo los ojos: debí imaginármelo. Me dispongo a repetir su acción cambiándome por el outfit-espía que nos proporcionó el rubio.

Una vez prontos, nos dividimos tareas: yo me dispongo a limpiar mis huellas, una tarea nada sencilla pero nadie mejor que yo para saber por donde estuve. Matt se centra en la abolladura, algo que probablemente no es de mucha importancia pero que, a su vez, concentra toda la base de nuestra teoría, ahora puesta en práctica: un experto sabe identificar, por sobre muchas cosas, golpes. Y Adam, muy a regañadientes se pone manos a la obra en todo lo que tenga que ver con ADN, algo que estudiamos minuciosamente. 

Pensar en cómo hacerlo me pareció una tarea fácil, pero hacerlo no lo fue. En absoluto. Nuestras vacaciones se convirtieron en sesiones de estudio y sobredosis de series de asesinos tales como Dexter. Aún así no estámos preparados. Trato de ser positivo para darles confianza a los otros dos pero muy en el fondo sé que no iremos muy lejos, pero aún así confío que lo haremos. Somos inteligentes — algunos — y somos mejores amigos, ¿qué podría salir mal? Todo. No somos expertos. No somos más que jóvenes jugando a ser mafiosos, donde los demás jugadores nos llevan un mundo de ventaja.



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En el texto hay: asesinato, thriller, vacaciones

Editado: 30.11.2021

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