Debía tratarse de alguna clase de sueño. Una más de mis locas fantasías que insistía en hacer posible lo imposible. Y, sin embargo, esto era real.
De verdad Kim Myung Soo y yo... estábamos saliendo.
El sólo pensar en ello me hacia sentir como una tonta niña enamorada.
—Yoon Joo me llamó al trabajo. Quiere que nos veamos —anunció Woo Hyun esa noche en la cena, distrayéndome de mi nueva actividad favorita: intercambiar miradas con Myung Soo.
—¿Ah sí? —fue todo lo que dije, pero Sung Kyu se mostró interesado y le pidió detalles.
—Quería que pasara a verla hoy después del trabajo, pero le dije que me era imposible —Woo Hyun llevó una mano a mi cabeza —con Sung Jong enfermo tenía que darme prisa en volver a casa.
Y vaya si se la había dado. Había llegado media hora después de que Myung Soo lo hiciera.
—Te dije que ya me siento mejor —protesté.
—Pero Woo Hyun no lo sabía —comentó Sung Kyu—. ¿En que han quedado entonces?
—Nos veremos el Sábado.
—Parece que esta buscando la reconciliación, ¿no? —añadió Myung Soo mientras se levantaba.
—Es pronto para asegurarlo.
Pero observé la expresión de mi hermano. Él también deseaba esa reconciliación. Y me di cuenta de que eso me molestaba. La simple idea de que tuviera la esperanza de volver con esa mujer que lo había tratado tan mal me era francamente desagradable.
También me levanté, pero a diferencia de Myung Soo, recogí los platos y los vasos que habíamos usado. Nadie me pedía que lo hiciera, pero le había tomado el gusto, aunque era la única tarea del hogar en la que ayudaba.
Comencé a lavar los platos, tarareando una canción.
Claro que aún no podía gritar a los cuatro vientos que amaba a Myung Soo (principalmente por la reacción de Woo Hyun), pero estaba con él. Como una pareja. Me sentía feliz, aunque también tenía un poco de miedo.
Myung Soo había dicho que no era ningún juego, que de verdad yo le gustaba. Y le creía. Pero... también estaba lo otro: su ignorancia en el amor. Le había prometido ayudarlo y el hecho de que él quisiera descubrirlo conmigo me llenaba de dicha, pero también me asustaba. ¿Que tal si al final resultaba que no podía descubrirlo? ¿Que tal si Myung Soo consideraba que el simple "gustar" no era suficiente? ¿Me dejaría entonces?
Conocía el riesgo, pero aun así había aceptado ayudarlo, porque esa era, tal vez, la única oportunidad que tendría de estar con el chico de mis sueños.
Tenía las cortinas de la ventana abiertas y por ella se colaba el reflejo de la luna. Era brillante y hermosa.
Sonreí.
La luna siempre me había parecido enigmática. En cierta forma me recordaba a Myung Soo.
—Nunca creí que podría alcanzar la luna —susurré tontamente, abriendo el grifo de agua. Mientras lo hacia miré accidentalmente hacia abajo, hacia la calle justo enfrente de donde vivíamos.
Había dos tipos ahí parados.
Ninguno era Chul Moo, pero no tuve ninguna duda de que pertenecían a su pandilla.
¿Que hacían exactamente?
—Si te sigues mojando pescaras un resfriado de verdad —me susurró una seductora voz en mi oído a la vez que dos brazos me rodeaban la cintura.
—Myung Soo.
—¿Te asuste?
—Un poco —admití, avergonzado.
—¿Qué mirabas?
—¿Ah? Mmm, a ellos.
Señalé a los dos pandilleros con la cabeza, aprovechando para cerrar el grifo del agua.
—Olvídate de ellos.
Y cerró las cortinas.
—Ya sé, pero, ¿que crees que estaban haciendo?
—Seguramente nada bueno.
Me hizo girar hacia él, quedando frente a frente.
—Woo Hyun podría venir —murmuré cuando me abrazo.
—Está hablando con Sung Kyu. Lo mantendrá así durante otros diez minutos.
—Cinco si se da cuenta de que ninguno de los dos esta ahí —corregí, pero rodeé su cuello con mis brazos y correspondí sus besos. Eran tímidos al principio, pero después se hicieron profundos.
Myung Soo era tan buen besador...
—¿Quieres que hagamos algo el Sábado? —murmuró, separándose un poco.
—Ya haremos algo.
—¿Qué?
—Me contaras una historia —hizo una mueca de dolor y solté la risa—. ¿Creíste que lo había olvidado?
—Esperaba que lo hubieras hecho. ¿Sigues queriendo saberla?
—Sí.
—Bien. Dije que te contaría esa historia y lo haré. El Sábado.
—Sí, el Sábado.
Volvimos a besarnos.
—Myung Soo —gemí, pero el sonido de pasos en el pasillo nos hizo separarnos de un salto. Woo Hyun entró a la cocina, nos miró a ambos con el ceño fruncido, fue hasta mí y me tomó del brazo.
—Deja de hacer eso o empeoraras.
—Pero ya te dije que...
—Nada de peros. Es hora de ir a dormir. Mañana tienes que ir a clases.
Miré a Myung Soo, quién se limitó a dedicarme una sonrisa de despedida.
Al único al que, por el momento, le contamos de lo nuestro fue a Sung Yeol. Este se burlo a costa de Myung Soo durante todo el día.
Todo fue como siempre en clases, el comportamiento de Myung Soo no cambió. Seguía siendo el chico frío e indiferente de siempre. Al final volvimos juntos a casa, hablando de las materias, de los exámenes. No tocamos ningún tema personal.
Llegamos al departamento, el cual solía estar vacío a esa hora del día.
Myung Soo entró primero, dejando caer su mochila en cualquier lado.
Cerré la puerta y apenas y terminé de darme la vuelta cuando Myung Soo me había acorralado contra la pared.
—Ya no aguanto más —me susurró —las ganas de tocarte me están volviendo loco.
Y nos besamos. Muchas, muchas veces.
Realmente nunca imaginé un tipo de relación así. Myung Soo era mucho más de lo que aparentaba ser, era dulce, amable, romántico y en ocasiones hasta tímido. Cada día que pasaba me enamoraba más de él.
Pero estaba tan embobado con mi primer amor que no fue sino hasta el viernes que caí en la cuenta de algo: Woo Hyun había comenzado a sospechar. Me lanzaba más miradas que antes y fruncía el ceño cada vez que Myung Soo hablaba conmigo. Tenía que hablar pronto con él sobre eso.