Habían transcurrido cuarenta minutos de clase cuando la profesora se desmayó. No dijo nada, no mostró emoción alguna, simplemente caminó unos pasos y se desplomó. Justo enfrente de sus alumnos.
La ambulancia llegó tres minutos después. De verdad eran rápidos. Me maravillé con la eficacia del equipo médico, sin saber que menos de una hora después yo...
Las clases se suspendieron y todos fueron a casa.
A excepción de mí.
Decidí llamar a Myung Soo. No iba a arriesgarme a ir solo, aunque aún fuese de día. Les temía a esos tipos demasiado.
Miré a todas partes mientras esperaba a que respondiera.
Aún había gente en las calles, señoras que iban de compras con sus maridos, niños en bicicletas. Esa zona era hermosa, nada que ver con el lugar dónde vivíamos.
Dónde vivíamos...
Habían pasado tantas cosas desde que Woo Hyun y yo nos mudaramos. Yoon Joo nos había hecho un favor al echarnos de casa.
Me reí al pensar en eso, pero no duró mucho. Me preocupaba mi hermano. Temía que pese a las ordenes de Sung Kyu de no salir solos de casa a menos que fuese absolutamente necesario, Woo Hyun lo hiciera para ver a Yoon Joo. Tenía que romper de una vez con esa relación tan destructiva y dependiente.
—¿Jongie? ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? —saltó la voz de Myung Soo desde el otro lado de la línea.
Me bastó escucharlo para sentir un vuelco en el corazón.
—Sí, estoy bien.
—¿Qué pasa entonces?
—Mi profesora se desmayó y salimos antes. ¿Puedes venir por mí?
—Claro que sí, cariño, estaré ahí ahora mismo.
—Ah... Gracias.
Me había dejado sorprendido que me llamara "cariño". Era la primera vez que lo hacía.
—No te muevas de ahí. Voy para allá.
—Aquí estaré —prometí, ignorando que no podría cumplir esa promesa.
Guardé el teléfono en el bolsillo y me dediqué a mirar a las personas que pasaban, aburrido.
Iba a sacar el teléfono de nuevo cuando escuché un par de pasos acercándose. Me giré al momento.
—Hola, Sung Jong. ¿Qué estás haciendo aquí solo?
—¡Sung Yeol! —exclamé aliviado. Durante un segundo había creído que...
—Estoy esperando a Myung Soo —y como no pareció terminar de entender, añadí: —acabo de salir de mis clases de canto.
—¿Es aquí donde las tomas? —le echó un vistazo al edificio detrás de mí—. Parece un buen sitio. Tal vez me inscriba yo también.
—Bueno, pero esta ha sido mi última clase.
—Que lástima —Sung Yeol se volvió hacia la calle—. No parece que L venga.
—Lo he llamado recién —me fijé en la bolsa de papel que llevaba—. ¿A dónde has ido?
—¿Lo dices por esto? —agitó la bolsa—. Son las drogas de mi padre. ¡No ese tipo de drogas! —claró—. He ido a la farmacia a comprarle algo para la resaca.
—¿Tu padre bebe mucho?
—Lo normal.
No tenía idea de que era lo "normal". Tal vez mi propio padre había muerto demasiado pronto como para explicarme eso.
—Sung Jong, hay una tienda a dos calles de aquí. ¿Quieres algo?
—Pero tengo que esperar a Myung Soo.
—Volveremos antes de que él llegue. Incluso le compraré un jugo, así no podrá quejarse.
Dudé un poco, pero al final acepté. Estaba sediento y además era pleno día y Sung Yeol estaba conmigo. ¿Qué podría pasar?
—La verdad es que tenía ganas de hablar a solas contigo desde hace tiempo —comentó Sung Yeol cuando salimos de la tienda.
—¿En serio?
—Sí.
—¿De qué?
Aunque había comenzado a imaginarlo. Después de todo a las chicas del colegio les gustaba imaginar cosas y había habido rumores sobre él y Myung Soo.
—De L.
—Ah —bajé la vista, enfocando mi atención en mi botella de agua—. Dime.
—Conozco a L desde hace años. Desde niños —empezó Sung Yeol —he estado a su lado todo este tiempo. Incluso cuando dejó de ser "Myung Soo" y se volvió "L". Lo he apoyado incondicionalmente. ¿Y sabes porque?
—¿Por qué estás enamorado de él? —susurré, sintiendo un puño en la garganta.
—Sí —mi cabeza dió vueltas —pero eso era antes —levanté la mirada—. Incluso se lo dije. Hace un par de años, pero él no podía corresponderme. No era porque yo fuese un chico, habría sido lo mismo si fuese una chica, ¿sabes? Simplemente L no podía sentir nada por nadie. Hasta que apareciste tú.
—Yo...
—No vayas a malinterpretarme, por favor. Ya no siento por L lo que sentía antes. Hace tiempo superé eso, pero es mi amigo y lo quiero como tal —Sung Yeol arrojó el envase vacío de su jugo a un bote de basura—. Quiero pedirte algo: no vayas a lastimarlo. Se está abriendo a ti, se está haciendo vulnerable...
—Jamás lo haría —repuse —yo lo amo.
—Y él te ama a ti.
—Eso no es...
—Lo conozco muy bien. Sólo es cuestión de que se de cuenta —me guiñó un ojo—. Ten paciencia.
—Eres un buen amigo.
Sin poder resistirme lo abracé.
—Oye, calma o harás que yo también me enamore de ti.
Solté la risa y me separé. Había estado tan presionado los últimos días que sus palabras me había aliviado un poco. Aún si no fuese cierto, era bonito creer que Myung Soo me amaba.
—Volvamos ya o a ese novio tuyo le dará un ataque.
Reí de nuevo y abrí la boca para decir algo cuando de la nada surgieron dos camionetas negras, con los vidrios polarizados.
Antes de poder reaccionar nos habían rodeado.
—¿Qué...? —empezó Sung Yeol y las portezuelas de ambos vehículos se abrieron y alrededor de diez tipos con ropas de cuero bajaron.
—Por fin te veo, mariquita.
Solté un grito cuando Chul Moo apareció en mi campo visual, caminando hacia mí.
—¿Eh? ¡Déjalo en paz! —intervino Sung Yeol, poniéndose en su camino.
—Apartate, imbécil, esto no es asunto tuyo.
Y sus ojos continuaban vacíos. Mirarlos era como mirar un agujero negro.
—No lo haré.
Chul Moo reaccionó al momento, dándole un puñetazo a Sung Yeol en el estómago.
Solté un grito y al momento dos tipos me sujetaron por los brazos.