Dudé un momento, pero al final me acerqué a Sung Kyu y lo rodeé con mis brazos, sintiéndome un poco extraño. Entre nosotros no existía esa clase de relación de contacto físico. No éramos como Woo Hyun y Sung Jong que a cada rato se estaban abrazando.
—Lo lamento, no debí decirlo de esa forma.
—Es la verdad —replicó, apartándome—. Me empeñé en creer que no atacaban de día, tratando de mantenernos falsamente a salvo.
—Tú no podías saber... —empecé.
—Debí saberlo. Después de lo ocurrido con Hyun Jae. Era obvio. La única forma en que pudieron haberla atrapado fue durante el día, en el único momento en que yo no estaba con ella.
—¿Dices que la atraparon cuando entraba a sus clases?
—O cuando salía. Da igual, se arriesgaron y atacaron de día.
—¿Por qué no me hablaste de esto antes?
—Ya te lo dije, prefería engañarme con mi falsa seguridad —hizo una pausa —y engañarte a ti también.
—Debiste habérmelo dicho. De haber tenido esa opción jamás habría dejado a Sung Jong solo en el día. Hubiera tomado esas jodidas clases con él.
—Lo sé. Es mi culpa todo esto —murmuró, deprimido.
—No, por lo menos no toda —repliqué —Chul Moo también tuvo su parte.
Y me encaminé hacia la puerta. Puse la mano en el picaporte cuando Sung Kyu me tomó del brazo.
—L, ¿que piensas hacer?
—Creo que ya lo sabes. ¿No hiciste acaso tú lo mismo?
—No lo hagas. No cometas mis errores.
—Arreglaré las cosas con ese tipo de una vez por todas.
—¡L! —me sujetó por los brazos y me obligó a mirarlo—. No lo hagas. No vayas. Sung Jong te necesita a su lado.
Eran las mismas palabras que yo le había dicho en el pasado. Palabras que él había ignorado. Y por ello Hyun Jae... No, eso sería culpar a Sung Kyu de nuevo. Era triste lo ocurrido con ella, pero Hyun Jae había tomado su decisión.
—¿Y que quieres que haga entonces?
—Dejémoslo en manos de la policía.
—¿Qué hicieron ellos antes?
—No podían hacer nada porque Hyun Jae se negó a hablar, pero sabes que no será lo mismo con Sung Jong y Sung Yeol.
Lo sabía.
—No sé si pueda.
—Piensa en Sung Jong. Querrá verte cuando salga de cirugía.
Lo pensé. Su recuerdo era suficiente para hacerme sentir confundido, dolido, feliz, furioso, alegre. Jongie generaba toda clase de sentimientos en mí.
¿Amor?
Tal vez.
—Haré lo que dices —declaré en voz baja y sólo así Sung Kyu me soltó. Aunque ya sabia que aquella resolución no me duraría durante mucho tiempo.
—Ey, ¿ya van a salir? —nos sorprendió la voz de Hoya desde afuera.
Abrí la puerta.
—Vaya, luces terrible, Myung Soo —comentó.
Suspiré por toda respuesta y salí del baño. No sabía a dónde ir, así que Sung Kyu y Hoya me guiaron hasta un pasillo lleno de sillas, pero casi vacío en cuanto a personas.
Ubiqué a Woo Hyun, sentado junto a Dong Woo, estaba pálido y no parecía tener idea del sitio en el que estaba.
Junto a ellos, luciendo un impecable traje gris, se encontraba el padre de Sung Yeol. Su cabello estaba bien peinado y se veía recién afeitado, pero su sobrio aspecto desentonaba con las gafas oscuras que usaba. Debía estar sufriendo una buena resaca.
—Señor Lee —llamé mientras me acercaba.
—Myung Soo. ¿Sabes algo?
Negué con la cabeza. No quería que supiera que había pasado realmente. Un asalto era una buena historia.
—Ese niño... Siempre haciendo cosas extrañas —bufó con evidente mal humor.
—Buenas noches, señor Lee—. Saludó Sung Kyu haciendo una ligera reverencia—. ¿No está la madre de Sung Yeol con usted?
—Está fuera de Corea —respondió el padre de Sung Yeol y entonces un médico salió de una puerta doble. Estos debían ser los quirófanos. Y donde nosotros estábamos debía ser la sala de espera.
Mi cabeza aún no estaba del todo bien.
—¿Familiares de Lee Sung Yeol?
—Soy su padre.
—El joven esta fuera de peligro. La cirugía fue un éxito.
—¿Cirugía? Yo no autoricé ninguna cirugía.
—Tuve que hacerlo yo en vista de que usted no llegaba —se apresuró a aclarar Sung Kyu.
—¿Hay algún problema? —quiso saber el médico de forma amable. Era joven, no mayor de treinta y pese a sus ojeras se veía animado.
—Ninguno. Sung Kyu es como de la familia —repuso el hombre con esa forma tan pomposa que tenía de hablar—. ¿Cómo se encuentra mi hijo?
—Perdió una buena cantidad de sangre y fueron necesarias algunas transfusiones de emergencia. Tiene algunos huesos rotos, ninguna herida interna, pero su cadera estaba un poco dislocada y fue necesario que...
—¡Un momento! Me gustaría hablar con el médico que lo operó.
El joven médico soltó la risa.
—Está hablando con él.
—Pero si eres un niño.
—Ya, pero soy cirujano —no parecía molesto, sino acostumbrado a ello—. Estará un par de horas en cuidados intensivos y después lo pasaremos a una habitación —se dió la vuelta—. Una enfermera les avisara.
—Espere —lo hice detener—. ¿Qué hay del otro chico? Al que trajeron primero.
—¿El otro chico? —sus ojos se iluminaron—. El de la piel bonita, ¿verdad? —me irritó su comentario—. Lo siento, pero todavía no sale de cirugía.
Me dedicó una sonrisa y se marchó.
Aguardamos en silencio.
Al principio intenté tomar asiento al lado de mi hermano, pero terminé caminando de un lado a otro. ¿Por qué tardaban tanto? La cirugía de Sung Yeol había sido rapidísima y a Sung Jong lo habían ingresado primero. ¿Significaba eso que su estado era mucho más grave de lo que Sung Kyu había tratado de hacerme creer?
Hora y media después salió una enfermera a informarnos que Sung Yeol había sido trasladado a una habitación normal y que podía recibir visitas. Aunque advirtió que debía ser una por vez.
Naturalmente el primero en entrar fue su padre.
Sabía que a mi amigo no le gustaría eso. La relación con su padre era tibia y por lo general se evitaban el uno al otro tanto como les era posible.