Capítulo 2

Rodrigo

Un fuerte ruido me hace despertar. Me levanto para ver qué ocurre, aunque ya me hago a la idea de quién es.

Como ocurre desde hace ya un tiempo, papá está tirado en la horrorosa alfombra, intentando levantarse y hasta arriba de alcohol. Hoy parece que está más borracho. Apesta.

Soltando un suspiro de cansancio me acerco para ayudarle a levantarse. Se queja y me aleja, así que después de varios intentos consigo levantarle y lo llevo a su habitación. En el camino suelta incoherencias, no sé cómo puede seguir consciente o como ha llegado a casa. Está más borracho que los otros días, si sigue así no sé qué pueda pasar, además está faltando al trabajo y al final lo despedirán.

En estas vacaciones estuve trabajando de repartidor, pero tengo que buscar un trabajo que se acomode mejor a mis estudios, no puedo permitirme faltar a clases o suspender. Tengo que estudiar mucho y no bajar mis notas para poder conseguir una beca para psicología.

Dejo a mi padre en la cama y le quito los zapatos. Mientras le acomodo mejor en la cama le escucho murmurar.

-No puedo más. No puedo vivir sin ella -le oigo decir-. Todo es tu culpa. Tú me la quitaste, me arrebataste lo que más amaba.

Cierro los ojos e intento no escucharlo. Voy a por un vaso de agua y una pastilla para el dolor de cabeza para cuando se despierte. Cuando vuelvo sigue murmurando cosas, así que me apresuro a salir y antes de salir le oigo decir:

-No te vayas Amelia.

Entro a mi cuarto, cierro la puerta y me apoyo en esta. Lentamente voy deslizándome hacia abajo, dejando mis brazos estirados y apoyados en mis rodillas. Echando la cabeza hacia atrás, la apoyo en la puerta y suelto un suspiro entrecortado.

A veces, como este momento siento que me derrumbo. El dolor de mi padre, la culpabilidad, mi propio dolor se mezclan y salen a la superficie haciéndome más daño. Me hacen pensar que yo de verdad tuve la culpa cuando no es así.

⭐️⭐️⭐️

Me despierto con dolor de espalda por la posición en la que me quedé dormido anoche. Después de tranquilizarme y repetirme que yo no tenía la culpa de nada, me puse a escribir y al final, como siempre, me quedé dormido en la mesa, en una posición de lo más incómoda.

Levantando los brazos me estiro, suelto un bostezo y me froto los ojos, desperezándome.

Cierro la libreta y lo guardo en el cajón de la mesilla. Hago mis necesidades y voy a la cocina a preparar el desayuno. Mi padre todavía no se ha despertado, seguro que tardará lo suyo después de cómo llegó ayer.

Pongo música y empiezo a prepararme el desayuno; cereales y un brick de zumo de naranja. No es un desayuno muy preparado, pero hoy no me dan ganas de preparar algo laborioso, aunque muy pocas veces hago un gran desayuno.

Después de desayunar voy a cambiarme y decido salir a caminar, no me apetece estar encerrado en casa y la verdad tampoco quiero enfrentar a mi padre. Desde hace un tiempo las cosas entre nosotros dejaron de funcionar, no sé si desde que nací ya me empezó a odiar o fue cuando dejé de ser un niño y empezé a cuestionarle sobre mi madre y eso le trae recuerdos dolorosos.

El aire fresco de la mañana y la tranquilidad del barrio me traen paz. Recorro las calles que me han visto crecer, disfrutando de la tranquila mañana y del tiempo. Hay pocas personas caminando y las que hay son tan madrugadores como yo.

Pronto se va a acabar el verano, en unas semanas empezaré la universidad y pronto deberé de centrarme mucho en eso. No dejaré que nada ni nadie me distraiga o que haga que todo se vaya a perder, no después de tanto esfuerzo y sacrificar mis ratos libres para conseguir la beca.

Espero que de ahora en adelante todo sea para mejor.