—¡No entiendo!
—¡Eso es por qué eres una tonta!
—¡No me digas tonta!
Estaba en mi casa, hoy Oliver había venido para empezar con lo del tutor. Y el resultado fue un total desastre, ¡no entendía nada de lo que me explicaba!
—Hannah, te he explicado como mil veces ese problema y no lo entiendes —me regañó.
—¡Eso es porque eres un pésimo tutor!
—¡Y tu una pésima estudiante!
—¿Por qué se escuchan tantos gritos? —preguntó mi madre acercándose a nosotros.
—¡Hannah me quiere besar, señora Anderson! —gritó el Nerd.
Espera ¿qué?
—¡Hannah! —me regañó mi madre.
—¡Mamá es mentira! ¡No mientas, imbécil!
—¡No insultes a Oliver! —mi madre abrazó al idiota mientras este me sacaba la lengua.
—¡Pero mamá . . . !
—Ya no grites y sigan estudiando, Hannah ya no vuelvas a intentar besarlo —dijo y se fue.
¿Quién va a querer besar a un estúpido, pervertido como él?
¡Preferiría besar mil veces a Voldemort antes que a él!
—¿Continuamos? —habló Oliver con una sonrisa burlona.
—¡Estúpido Nerd!
.
.
.
—¡Listo! —grité y le lancé mi tarea a Oliver.
Seguíamos en mi casa, habían pasado varias horas hasta que por fin pude acabar el primer ejercicio. Fue todo un reto para mí, ¡pero lo conseguí!
—Está todo mal —mi sonrisa alegre se esfumó dejando una de confusión.
—¿Qué?
—Aquí tienes que dividir, luego sacas la raíz —explicaba
Estos problemas parecen de nivel primaria.
—¡No entiendo nada! —me quejé.
—¡Ese es tu problema!
—¡Cómo tutor debes enseñarme bien!
—¿Cómo quieres que te enseñe si eres una tonta que no entiende nada?
—¡No soy tonta!
—¡Y yo no soy un pésimo tutor!
¡Carajo!
¡Pierdo la paciencia!
—Tengo hambre —comentó el rubio.
—En la cocina hay comida —avisé.
Mi madre dijo que era el hijo de su mejor amiga, debía hacerlo sentir como si estuviera en su propia casa. Y justamente, eso estoy haciendo, para que después no se vaya quejando el idiota.
—¿Te has olvidado de nuestro pequeño trato? —lo quedé mirando.
—¿Qué tra . . . ? ¡Mierda! —en ese momento recordé nuestro pequeño acuerdo.
Me levanté y fui a la cocina a llevarle comida al idiota de Oliver.
—¡También quiero jugo! —gritó.
¿Jugo?
¿Comida?
¿Qué estas pensado en ese cerebrito maligno?
¡Vamos a vengarnos, pizza!
Agarré unos doritos y los puse en un recipiente, después agarré la salsa picante y la tiré en abundancia al bote.
Y para terminar en vez de agua puse vinagre.
¡Listo!
¡La mejor comida hecha por Hannah Anderson!
—Toma -le entregué el recipiente a Oliver.
—Gracias, bicho raro.
—¡Tengo nombre, idiota!
Empezó a comer y ¡La diversión ya empezó!
—¡¡PICA!! ¡AGUA! ¡AGUA! —gritaba mientras yo me reía.
—Aquí hay agua —le paso el vaso con vinagre.
—¡ESTO NO ES AGUA! —gritó escupiendo todo el líquido.
Yo no paraba de reírme, hasta que Cooper pareció recapacitar y se me quedó mirando. Yo solo lo observa con una sonrisa de inocente.
—¡Esto no se va a quedar así, Hannah!
—¿Y qué vas a ser? —lo reté.
—¡La peor venganza de tu vida!
—¿Y ahora por qué gritan? —dijo mi madre entrando a la sala.
—Señora Anderson, ¡su hija me quiere matar!
Resoplé.
—¿Qué? —gritó mi madre.
—¡Ay por favor! ¡Solo fue algo de picante!
—¡Hannah Sophie Anderson Williams!
¡Odio mi nombre completo!
¡Y mamá sabe eso!
—Ya hijo, tranquilo —consolaba mi madre a Oliver.
—¡Mamá está mintiendo!
—¡Claro que no! ¡Tu quisiste envenenarme! —gritó el rubio.
—¡Hannah, estás castigada!
—¡Mamá!
-No le hagas caso hijo.
—Está bien, señora.
—Continúen con sus tareas, ¡Y tú Hannah no intentes besarlo ni matarlo! —gritó y se fue subiendo las escaleras.
—Ya vez Hannah, eres una niña muy malcriada.
—¡Cállate imbécil!
—Eso te pasa por casi matarme.
—Eres un exagerado, solo fue algo de picante, nada más.
—¡Odio el picante!
—No recuerdo habértelo preguntado.
—¡Te odio!
—Tranquilo, el sentimiento es mutuo.
—¡Diablos!
—¿Sigues teniendo hambre? —pregunté aguantándome las ganas de reírme.
—¡Claro que no, loca!
—¿Loca por qué?
—¡Por querer asesinarme!
¿Querer asesinarlo?. Si yo solo puse un poco de picante a su comida, nada más. No es mi culpa que Cooper se un exagerado.
—Eres un dramático.
—¡Y tú una asesina!
—No te maté, eso me convierte en una inocente.
—¡Pero querías hacerlo!
—No me faltaron ganas.
—¡Es un peligro estar cerca tuyo! —gritó agarrando sus cosas.
—¡Todavía no hemos acabado! —protesté.
—¡Yo acabé por hoy! ¡No quiero estar con un bicho raro todo el dia!
—¡Y yo no quiero estar con un idiota como tú!
—¡Me voy!
—¡Vete!
Salió y cerró la puerta.
—Hija ¿te gusta Oliver? —preguntó mamá bajando las escaleras.
—¡¿Por qué tendría que gustarme un idiota como él?!
—¿Entonces por qué querías besarlo?
—¡Eso es mentira!
Me dirigí a mi habitación y cerré la puerta.
¡Rayos!
¡Ese idiota me está volviendo loca!
Te odio Oliver Cooper.
¡TE ODIO!