Al abrir la puerta me encuentro con el desequilibrio hormonal de aquellos jóvenes perdidos en la lujuria confundiendo el amor, perdiendo el respeto ante su cuerpo, y llenando sus almas con arrepentimiento, pero sin perder la risa.
Me dirigí a una mesa que sobre ella se hallaban platos llenos de comida y bebida, tomo algo de bebida y camino al baño para poder limpiar mi rostro y calmarme un poco por los nervios que tenía recorriendo mis pies. Al salir de allí escucho sonar una canción llamada (Human) que al escucharla sentía mover mi cintura al ritmo lento que iba la melodía de aquella canción. Mis pies comienzan a sentir el placer de bailar y con mis manos tomo los extremos de mi vestido para dar una pequeña danza al sentimiento que me ocasionaba aquella melodía. No me importaba la presencia de aquellas personas, de igual forma, me encontraba en mi mundo, en un mundo de constantes acciones y pensamientos absurdos y descabellados.
Al terminar la canción, decido tomar aire libre y subo al segundo piso, abro la puerta de una de las habitaciones para llegar al balcón y al llegar ahí me encuentro con un chico.
Me sentía nerviosa, pero sentía que el chico estaba más incómodo y solo decidí responder al momento.
-Disculpe, solo quería tomar algo de aire- Explico algo nerviosa.
-¿Cómo es su nombre?- Pregunto sin tanto rodeo a la situación.
No sabía cómo contestar, ya que en muchas ocasiones tomo cuerpos que estuvieron desarrollándose y solo era el alma lo que no se encontraba allí. Mi nombre cambiaba tanto como lo hacía de vidas: Luis, Martha, Angello, Romina y entre otros más. Tuve una vida en la que me llegué a encontrarme en un cuerpo de una niña de 9 años, su vida era muy adorable y tenía a su mejor amigo. Con él iba a muchas partes a jugar y a disfrutar del gran terreno que les proporcionaba su vivienda. Por mi parte, había llegado a conocer lo que era la amistad, pero Dennis sufría de la respiración y no podía correr tanto, así que mi idea solo era hacerlo sentir feliz y mostrarle que a pesar de su problema podía seguir viviendo como una persona sana. Había pasado grandes momentos con él, tanto hasta el punto de llorar de felicidad, nuestra amistad duro mucho. Pero una tarde se encontraba en su casa durmiendo y de un momento a otro dejó de respirar, sus padres corrieron para llevarlo a emergencia y poder salvarlo. Mientras... La que era mi madre en ese entonces me llevo a verlo, y al ver que el doctor se acercaba para dar respuesta a lo que Dennis necesitaba, su mirada no mostraba una sonrisa, pero la respuesta del doctor había hecho que la madre de Dennis comenzara a llorar mucho y con desesperación.
-Su hijo necesita nuevos pulmones, los que él tiene se encuentran muy desgastados y necesita la cirugía urgente- Fue lo único que pudo haber dicho esa noche aquel doctor.
No sabía qué hacer, esa amistad se había hecho parte de mí en muchos sentidos, así que decidí por darle mis pulmones. Mi madre se había negado a hacer tal cosa para salvar la vida de un niño y perder la vida de su hija, de igual forma una vez que llego a un cuerpo y salgo de él no vuelve a tener más vida y su pequeña hija no dudaría mucho, en cambio Dennis tiene vida por delante y aspira con ser un buen doctor y conseguir la cura ante el cáncer, y por mi parte solo llegaba a un punto y luego reencarnaba constantemente. Esa misma noche escribí una carta donde explicaba el por qué hice tal cosa y cuando termine de escribirla la tomo y guardo dentro de mi bolsillo de mi sudadera. Me despedí esa noche de mis padres con un beso y me dirijo a la puerta y camine tanto hasta llegar al hospital, ya estaba a tres cuadras de entrar a ese lugar, pero veo la oportunidad y me lanzo a un carro, cuando la escena ya estaba echa me quedaba un poco de tiempo para poder contarle a la enfermera que me estaba ayudando lo que guardaba en mi bolsillo.
-Quédate conmigo y no dejes de respirar- Dijo aquella enfermera preocupada por no poder salvar mi vida. No podía, tras el choque, mi cabeza quedo muy lastimada y estaba llegando al punto de un derrame cerebral.
-De-Dennis- Tartamudeé diciendo el nombre de mi Dennis y sacando la carta del bolsillo y que luego le entregué a la enfermera.
Me había ido, pero le había salvado la vida a una persona que sería importante. Pero esa era la misión que tenía, salvar la vida de un gran amigo y futuro doctor.
Al haber recordado aquella amistad me había decidido esa noche por un nombre.
-Mi nombre es Emily-. Respondí con voz segura. -¿Cómo es el tuyo?- Decidí a preguntar.
-Soy Matteo- Lo dijo con una sonrisa en su rostro.
-Es gusto conocerte Matteo- Lo dije de forma amigable y extendiendo mi mano.
Su respuesta ante mi gesto fue bien respondida, pero comienza a reírse. Mi respuesta ante su actitud solo fue directa.
-En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven- Respondí dando la vuelta para salir de aquel lugar, pero su mano tomó la mía para no dejarme ir.
-Salgamos de este lugar y vayamos a comer ramen- Dijo entusiasmado, y me pareció de película ese momento. -Yo invito- Agregó.
Dude en responder, pero me gustó la idea de poder salir de la fiesta y comer algo nuevo.
Nos encontrábamos fuera de un restaurante de comida japonés y al ver lo que Matteo había pedido, mis ojos no podían comprender las combinaciones de colores en un plato. Al ver lo que contenía mi plato, mis ojos se sobresaltaron.
-El sabor es mejor, que la vista que le das- Lo dijo de forma graciosa.
Traté de comer con palillos, pero era nueva en eso, tanto que al agarrar la piña se regresó nuevamente al plato. Matteo se burlaba de mí, tanto que ya no me incomodaba hacer el ridículo. Comenzó a ayudarme y al probar el ramen sentí un gusto al probarlo, una combinación de dulce y agrio, habían suavizado mi paladar. Matteo y yo hablamos tanto esa noche que mi mente comento.