Étereo

Étereo.

Era de esa clase de bosques que no estaban permitidos para todo el público. 
Oculto, como si sólo una persona bastante curiosa como para poder llegar hasta ahí pudiera descubrirlo. Era curioso, porque la mayor parte del tiempo siempre era otoño en ese lugar; hojas caídas por doquier,  que por alguna extraña razón no duraban en el suelo más de un día, ya que desaparecían como si algo hiciera que se esfumaran. 
A excepción de un sólo árbol, que para su buena suerte siempre estaba reluciente, ninguna hoja caída, siempre con su color verde potente, sin dudarlo cualquier persona que lo viera creería que estaba muy bien cuidado o que estaba recién plantado a pesar de que llevará muchísimo tiempo en aquella esquina, era un árbol bastante inusual. Todos habían pensado lo mismo la primera vez que vieron una pequeña plantada creciendo de ese lugar, cabe decir que nadie había querido acercarse a esa pequeña parte del bosque desde que habían visto a una chica cavando ahí enterrando a lo que parecía haber sido su perro. Probablemente ninguno de los animales quería acercarse a olfatear un poco porque creían que la chica volvería, cosa que no hizo, pero aún se limitaron sólo a observar que con el tiempo esa pequeña planta que brotó de la nada se convertiría en lo que era ya, aquel árbol. 
Entonces empezaron a tomarle importancia, tanto los animales que habitaban ahí como las pocas personas que pasarán y sentían como justo en esa pequeña parte había un aire de paz, de armonía, como si el tan sólo hecho de estar en frente hiciera que se te quitaran las preocupaciones, incluso personas que decían que no tenían idea alguna de como había llegado hasta ahí comentaban que sólo escucharon su voz y la siguieron, como si fueran elegidos sólo para contemplarlo y dejar que les hablará. Pero alguien habló y llegó a tantas personas que empezaron a buscarlo por todos lados y por alguna extraña razón nunca encontraron nada, ni el bosque, ni ningún árbol fuera de lo común, nadie más pudo encontrarlo. 
Pero fue un 2 de octubre, de ser un árbol reluciente, pasó a ser nada. Nunca nadie supo por qué, o quien pudo haberlo hecho, todo sucedió repentinamente; los animales que habitaban por ahí sólo miraban con asombro t tristeza aquel espectáculo, mientras se acomodaba alrededor sin acercarse demasiado. Parecía como si todo estuviera ocurriendo en Cámara lenta, y era aún más doloroso cerca como sus Bellas hojas se iban quemando una por una; cada vez en fuego se expandía más, había muchísimo humo por doquier, ramas cayéndose a pedazos, parecía como si el fuego nunca se fuera apagar, y vaya que lo hizo, porque no se detuvo hasta que no quedó nada. Ni cenizas, ni el tronco, ni rastro de que algo había sucedido. Fue como si el árbol nunca hubiera estado ahí.
 


 



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En el texto hay: historia corta, magia, historia encantada

Editado: 23.05.2024

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