La oscuridad envolvía el jardín trasero de la mansión, el ambiente cargado de tensión y peligro. Taehyung había desaparecido en las sombras, pero no estaba solo. Su mente aún estaba ocupada por los recientes eventos, especialmente por la chica. Algo en ella lo había atrapado más de lo que esperaba. No obstante, sabía que no podía dejar que su atracción lo debilitara. Su responsabilidad como príncipe vampiro era mucho más grande de lo que cualquier emoción efímera pudiera dictar.
Jungkook, por su parte, seguía en su papel de depredador paciente, observando a Lía desde las sombras, jugando con sus propios impulsos, saboreando cada momento. Pero entonces, una presencia mucho más antigua y poderosa apareció en el ambiente. Taehyung lo sintió primero, como un frío profundo que se extendía por sus venas.
Kim Seokjin, el hermano mayor de Taehyung, hizo su entrada silenciosa en la escena. A diferencia de Jungkook, cuya energía juvenil y peligrosa lo hacía impredecible, Seokjin era todo lo contrario. Su presencia era imponente, cargada de autoridad y una calma gélida que solo los más antiguos entre los vampiros podían transmitir. No había necesidad de hablar mucho cuando Seokjin estaba cerca; su sola presencia bastaba para establecer quién estaba a cargo.
—Veo que las cosas no han salido exactamente como planeabas —dijo Seokjin, su tono suave pero firme, mientras se acercaba a Taehyung. Llevaba un elegante traje oscuro, impecable como siempre, y sus ojos brillaban con una inteligencia aguda que siempre lograba incomodar a quienes lo conocían.
Taehyung, al notar la llegada de su hermano, se enderezó, sus pensamientos ahora en orden.
—Todo está bajo control —respondió, sin apartar la vista del lugar donde las chicas aún trataban de recuperarse de lo ocurrido—. Solo he tenido un pequeño contratiempo.
Seokjin arqueó una ceja, una leve sonrisa jugando en sus labios.
—¿Un contratiempo? —repitió con tono irónico, mientras su mirada se dirigía hacia las chicas—. Sabes que no hay margen para errores, hermano. Los humanos no son juguetes que puedas dejar tirados cuando te aburres. Hay reglas, reglas que nosotros más que nadie debemos respetar.
Taehyung apretó la mandíbula, odiando la forma en que Seokjin siempre encontraba la manera de hacerle recordar sus deberes como príncipe. Ser uno de los herederos del trono vampírico no era solo un título, sino una carga que pesaba sobre sus hombros constantemente. Los príncipes no tenían el lujo de cometer errores, y mucho menos cuando estaba en juego la estabilidad de su clan.
—Lo sé —respondió Taehyung, su voz más fría—. No me he olvidado de las reglas, Jin. Pero esta chica es… diferente.
Siento que hay algo en ella que podría beneficiarnos, algo que va más allá de su simple humanidad.
Seokjin mantuvo su expresión neutral, pero sus ojos mostraban un destello de interés.
—¿Diferente cómo? —preguntó, aunque su tono dejaba claro que esperaba una explicación convincente.
—No lo sé aún —admitió Taehyung, mirando a su hermano—. Pero cuando estoy cerca de ella, puedo sentirlo. No es como los demás humanos. Es como si algo en su interior estuviera… despertando. No sé si es por mí, o si ya estaba allí desde antes, pero tengo que averiguarlo.
Seokjin observó a su hermano en silencio durante unos momentos, considerando sus palabras. Aunque Taehyung era impulsivo a veces, siempre había tenido buen instinto cuando se trataba de presas importantes. Si había algo que valía la pena investigar, Seokjin lo tomaría en serio.
—Mantente alerta —dijo finalmente—. Pero no permitas que esta curiosidad te haga perder de vista el objetivo. No podemos arriesgar nuestra posición por algo tan insignificante como una humana, por muy especial que creas que sea.
Jungkook, que había permanecido en silencio hasta entonces, se acercó, su expresión más relajada que la de los hermanos.
—Creo que esto se está poniendo interesante —comentó con una sonrisa traviesa—. Las reglas son importantes, claro, pero ¿dónde está la diversión si no jugamos un poco al borde del peligro?
Seokjin lo fulminó con la mirada, pero Jungkook no se inmutó
Aunque no formaba parte de la realeza como los hermanos, su poder y juventud lo hacían un aliado valioso, y su falta de respeto hacia las reglas era algo que, a veces, resultaba útil.
—Esto no es un juego, Jungkook —advirtió Seokjin—. Lo que está en juego aquí es mucho más grande que una simple noche de diversión. Si lo estropeas, no seré yo quien pague las consecuencias, sino todos nosotros.
Jungkook sonrió, sin dejarse intimidar por las palabras de Seokjin.
—Lo sé, lo sé —dijo con despreocupación—. Pero Taehyung tiene razón en algo. Lía y su amiga no son chicas normales.
Hay algo en ellas que puede ser útil… o peligroso. Y me inclino más por lo segundo. No subestimes lo que ellas podrían provocar si no las controlamos.
Seokjin miró a Jungkook con escepticismo antes de volver su atención a Taehyung.
—Si esto es tan importante como dices, lo investigaremos. Pero no actuarás solo. No podemos permitirnos errores en este momento, y mucho menos exponer nuestra identidad ante los humanos. Te estaré vigilando.
—Entendido —respondió Taehyung, aunque la tensión entre ambos era palpable.
Seokjin dio un paso atrás, su semblante sereno una vez más.
—No nos distraigamos con juegos innecesarios. Tenemos un legado que proteger, y la noche no ha hecho más que empezar.
Con esas palabras, el mayor de los hermanos desapareció en la oscuridad, dejando a Taehyung y Jungkook solos en el jardín. Ambos sabían que lo que había sucedido esa noche no era un simple incidente, sino el comienzo de algo mucho más grande.
—Parece que tienes problemas, Taehyung —dijo Jungkook, con una sonrisa maliciosa—. Pero bueno, ¿qué sería la eternidad sin un poco de emoción?
Taehyung lo miró de reojo, sabiendo que, aunque su hermano lo vigilaba de cerca, la verdadera prueba aún estaba por venir.
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Editado: 26.11.2024