La luz del sol continuaba filtrándose a través de las ventanas, iluminando la habitación con un resplandor cálido y acogedor. Mihaela se encontraba en los brazos de Noah, sintiendo su corazón latir con fuerza debajo de ella. Aunque el momento era perfecto y lleno de intimidad, había una sombra de confusión en su mente que no podía disipar.
Noah, sintiendo su leve tensión, comenzó a acariciar su cabello con delicadeza, disfrutando del contacto.
-¿Qué piensas, mi amor? -preguntó, su voz suave y llena de cariño.
Mihaela sonrió, pero en su interior, la confusión seguía presente. Recordó la imagen de Kai, su mirada intensa y la conexión que habían compartido. ¿Era justo comparar a Noah con él? Noah era confiable, constante, pero con Kai había experimentado una intensidad que la había dejado marcada.
-Solo estaba disfrutando de la calma de la mañana -respondió, tratando de sonar ligera-. Es hermoso estar aquí contigo.
-Así es -dijo Noah, sonriendo-. Cada instante a tu lado es un regalo.
Mihaela sintió un nudo en su estómago, una mezcla de felicidad y duda que no podía ignorar. Aunque Noah la hacía sentir amada y segura, había algo en su interior que la mantenía inquieta. Era como si una parte de ella anhelara esa misma intensidad, esa conexión salvaje que había sentido con Kai.
-¿Sabes? -continuó Noah, rompiendo el silencio-. A veces me pregunto si podemos explorar aún más lo que somos.
Ella lo miró, su corazón latiendo más rápido. La idea de profundizar su conexión la emocionaba, pero también la asustaba. ¿Podría ser completamente honesta con Noah sobre sus dudas? ¿Podría decirle sobre Kai y los sentimientos que había despertado en ella?
-Eso suena maravilloso -respondió, desviando la mirada hacia la ventana, donde los rayos del sol danzaban en el aire-. Pero creo que necesitamos tiempo para descubrirlo.
-El tiempo es lo que tenemos de sobra -dijo Noah, acariciando su espalda suavemente-. No hay prisa, Mihaela. Estoy aquí, siempre estaré aquí.
Mihaela sintió una oleada de ternura ante sus palabras, pero la confusión seguía latiendo en su pecho. A pesar de su amor por Noah, había partes de ella que aún no entendía. Partes que anhelaban algo más, algo diferente.
-Sí, siempre estarás aquí -murmuró, con una mezcla de gratitud y melancolía.
Decidió dejar de lado sus dudas por un momento, disfrutando del calor de su cuerpo y del abrazo que compartían. Aunque su corazón estaba dividido, el amor que sentía por Noah era innegable, y quería aferrarse a eso. Pero también sabía que tenía que ser honesta consigo misma y explorar los sentimientos que había despertado en ella.
-Vamos a disfrutar de este día -sugirió, intentando cambiar el tema-. Tal vez podamos dar un paseo por los jardines.
-Esa es una excelente idea -sonrió Noah, levantándose con gracia y ayudando a Mihaela a incorporarse-. El mundo exterior también nos espera.
Mientras se preparaban para salir, Mihaela se dio cuenta de que su corazón estaba dividido en dos. Por un lado, tenía a Noah, su amor seguro y constante. Por otro lado, tenía los recuerdos de Kai y la intensidad de esa conexión. Sabía que tenía un camino difícil por delante, pero estaba decidida a encontrar la paz en su corazón.
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Mihaela suspiró, sintiendo el peso de siglos sobre sus hombros.
-¿Recuerdas cuando exploramos las ruinas de aquella antigua ciudad?- Su voz era suave, como la seda. Sus ojos reflejaban la nostalgia de aquellos tiempos, un espejo del alma de Mihaela, cuyos ojos también ardían con un intenso rubí.
Sonrió, sus ojos rojos brillando con nostalgia. -Claro que lo recuerdo. Trepamos hasta la torre más alta y vimos el mundo entero a nuestros pies vampíricos. Éramos invencibles...- Se detuvo, su sonrisa se desvaneció, pero esta vez no por la amenaza de un antiguo enemigo, sino por la belleza del momento presente.
Se sentaron en un banco de piedra tallada con símbolos ancestrales, rodeados de rosales blancos que florecían en pleno invierno gracias a sus poderes. Ella apoyó su cabeza en su hombro, respirando profundamente el aroma de las rosas. Sus miradas se cruzaron, un mar de emociones reflejadas en sus miradas. Era como si estuvieran conectados por un hilo invisible, compartiendo sus miedos y esperanzas sin necesidad de palabras.
Él deslizó su brazo alrededor de ella, acercándola más a su lado. -¿Sabes? A veces olvido que somos inmortales. Que tenemos todo el tiempo del mundo para nosotros.
Ella sonrió, sus mejillas sonrosadas. -Y a veces es abrumador. Pero contigo, todo es más fácil.
Asintió, sintiendo un calor intenso en el pecho. -Contigo, el tiempo se detiene.
Noah se acercó lentamente, sus ojos brillando con una intensidad que hacía palpitar el corazón de Mihaela. Sus labios se encontraron primero en un beso suave. El beso de Noah fue un torbellino de emociones para Mihaela. Los labios de Noah se fueron moviendo contra los de ella con una urgencia que la dejó sin aliento. Al besarse, una corriente eléctrica recorrió sus cuerpos, uniéndolos en un solo ser. Sus labios se fundieron en un beso que parecía extraer la esencia misma de sus almas, un beso que los transportaba a otro plano de existencia. Noah deslizó su lengua por el borde de sus labios, invitándola a un juego más profundo. Mihaela respondió con entusiasmo, sus cuerpos entrelazados en un abrazo apasionado.
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La luz de la mañana se colaba entre las cortinas, revelando una escena que heló la sangre de Kai. Desde la ventana de la sala de enfermeria, observó cómo Noah y Mihaela se fundían en un beso matutino, sus sombras alargándose sobre el césped húmedo. La paz del momento contrastaba con la tormenta que se desataba en su interior.
Lucius entró en la sala de la enfermería, para saber como iba la recuperación de Kai.
Lucius se acercó lentamente a Kai -¿Cómo te sientes?-, preguntó, con voz suave pero firme.
Kai se giró hacia él, fingió una sonrisa. -Mucho mejor gracias a ti y a Mihaela. No sé qué habría sido de mí sin vuestra ayuda-, respondió con gratitud.
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Editado: 06.09.2024