Kai recorrió la sala de fiesta con la mirada, su desesperación creciendo con cada segundo que pasaba sin encontrar a Mihaela. Sus ojos se encontraron con los de Lucius, quien ya sabía que algo andaba mal. La conexión de gemelos que compartía con Mihaela le había alertado del peligro, pero sus intentos de comunicarse con ella habían sido en vano. La falta de respuesta de su hermana solo confirmaba sus peores temores.
Lucius se acercó a Kai, su rostro reflejando la misma preocupación que sentía en su interior.
—Mihaela está en peligro—dijo Lucius con voz firme, sin necesidad de más explicaciones.
Kai asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Sin perder más tiempo, ambos decidieron buscar a Mihaela sin alertar a los demás invitados. Lucius, con la autoridad que le confería ser el rey, ordenó discretamente a varios guardias que se unieran a la búsqueda de su hermana.
—No podemos perder ni un segundo—murmuró Kai, su voz cargada de determinación.
Lucius asintió, y juntos comenzaron a recorrer el gran salón, buscando cualquier pista que pudiera llevarlos a Mihaela. La fiesta continuaba a su alrededor, ajena a la urgencia de su misión. Pero para Kai y Lucius, cada segundo contaba, y estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para salvar a Mihaela del peligro que se cernía sobre ella.
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Selene, con Mihaela inconsciente a su lado, se adentró más en el bosque hasta llegar a un claro oscuro y sombrío. Allí, la Sombra esperaba, su figura envuelta en una neblina oscura que parecía absorber la luz de la luna.
—Maestro, he traído a Mihaela—dijo Selene, su voz llena de odio y satisfacción.
La Sombra se materializó más claramente, sus ojos brillando con una luz siniestra.
—Bien hecho, Selene—respondió la Sombra, su voz resonando como un eco en el claro—. Has cumplido tu parte del trato.
Selene asintió, su mirada fija en la Sombra.
—Ahora, quiero que cumplas tu promesa. Quiero ver a Mihaela destruida—dijo Selene, su voz cargada de veneno.
La Sombra se acercó a Mihaela, observándola con una expresión de interés.
—Todo a su debido tiempo—dijo la Sombra, su voz suave pero peligrosa—. Primero, debemos asegurarnos de que el ritual no se complete. Mihaela es la clave, y con ella en nuestras manos, podemos evitar que los clanes se unan contra nosotros.
Selene asintió, comprendiendo la importancia de mantener a Mihaela bajo control.
—Haré lo que sea necesario para asegurarme de que no escape—dijo Selene, su determinación inquebrantable.
La Sombra sonrió, una sonrisa fría y siniestra.
—Confío en ti, Selene. Pero recuerda, cualquier error podría ser fatal para ambos—advirtió la Sombra.
Selene asintió, sabiendo que no podía permitirse fallar. Mientras la Sombra comenzaba a preparar sus propios planes, Selene se quedó vigilando a Mihaela, asegurándose de que no despertara antes de tiempo.
La Sombra, observando a Mihaela inconsciente, decidió que era el momento de actuar. Con un gesto de su mano, una neblina oscura envolvió a Mihaela, levantándola del suelo y llevándola hacia la profundidad del bosque.
—Selene, tu trabajo aquí no ha terminado—dijo la Sombra, su voz resonando con autoridad—. Debes regresar al castillo y robar el grimorio y la piedra de luz. Sin ellos, no podrán completar el ritual.
Selene asintió, comprendiendo la importancia de su nueva misión.
—Lo haré, maestro—respondió, su voz firme y decidida.
La Sombra asintió, satisfecho con su lealtad.
—No falles, Selene. El éxito de nuestro plan depende de ti—advirtió la Sombra antes de desaparecer en la oscuridad con Mihaela.
Selene, ahora sola en el claro, se preparó para regresar al castillo. Sabía que debía ser rápida y sigilosa para evitar ser descubierta. Con determinación, se adentró de nuevo en el pasadizo secreto, dirigiéndose hacia el castillo para cumplir con su misión.
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Mientras Lucius y Kai continuaban su búsqueda desesperada por Mihaela, un soldado del clan Sangre Nocturna se acercó a Lucius con urgencia en su mirada.
—Mi señor, he visto a Mihaela junto con Selene dirigiéndose hacia el bosque—dijo el soldado, su voz llena de preocupación.
Lucius sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La conexión con su hermana le había indicado que estaba en peligro, y ahora tenía una pista concreta.
—Gracias por informarme—respondió Lucius, su voz firme—. Debemos actuar rápido.
Kai, al escuchar la noticia, sintió que su corazón se aceleraba. La preocupación por Mihaela lo impulsó a moverse con rapidez.
Cuando el soldado informó a Lucius sobre la desaparición de Mihaela, Lucius se volvió rápidamente hacia Nicolae, su expresión grave.
—Nicolae, necesito que mantengas esto en secreto por ahora—dijo Lucius, su voz firme—. No quiero que cunda el pánico entre los invitados. Solo informa al mago sobre la desaparición de Mihaela y dile que proteja el grimorio y la piedra de luz. Que los demás sigan disfrutando de la fiesta, aunque sea por una noche.
Nicolae asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.
—Entendido, Lucius. Me encargaré de ello de inmediato—respondió Nicolae, antes de dirigirse rápidamente a buscar al mago.
Mientras Lucius y Kai se dirigían rápidamente hacia el bosque, Noah salióde su habitación, aún procesando el acertijo de la presencia etérea. Decidido a encontrar a Mihaela, salió de la habitación con prisa.
Justo en ese momento, se encontró con Lucius y Kai en el pasillo. Noah, sin entender qué estaba pasando, se detuvo en seco.
—¿Qué está ocurriendo?—preguntó Noah, su voz llena de confusión.
Kai, con una expresión de furia y desesperación, se acercó a Noah y lo agarró del cuello de la camisa, levantándolo ligeramente del suelo.
—¡Tú tenías la misión de proteger a Mihaela!—gritó Kai, su voz llena de rabia—. Si algo le pasa, será por tu culpa. ¡Te juro que te partiré el cuello si le ocurre algo!
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Editado: 06.09.2024